Francis Ford Coppola “repara” El Padrino III

Al Pacino en el rol de Michael Corleone en El Padrino III. Epílogo: La Muerte de Michael Corleone. Foto: Imdb.com

A 30 años del estreno de la última parte de la saga de los Corleone, el realizador de Apocalipsis Ahora cambió el inicio y el final de la película. En EE.UU. se lanzó en salas y en Chile se puede ver en plataformas.


Como dice el biógrafo de celebridades y periodista de The New York Times, Dave Itzkoff, El padrino III siempre fue el Fredo de la trilogía, en referencia al más débil de los hijos de la familia Corleone. Estrenada a casi dos décadas de sus soberbias predecesoras y realizada por Francis Ford Coppola sólo por razones monetarias, la película tuvo además la mala suerte de darse en un año de magníficas películas de gángsteres: en aquel 1990 también llegaron Rey de Nueva York de Abel Ferrara, Tiro de gracia de Phil Joanou, De paseo a la muerte de los hermanos Coen y, sobre todas ellas, Buenos muchachos, de Martin Scorsese.

El largometraje, además, partió con el pie izquierdo cuando Winona Ryder sufrió un colapso nervioso al llegar a los estudios Cinecittá de Roma y, como solución de última hora, Coppola decidió reemplazarla por su hija Sofia. Sin experiencia como actriz y en los zapatos del rol de Mary, la hija de Michael Corleone (Al Pacino), Sofia Coppola naufragó en medio de un elenco donde además estaban Diane Keaton, Eli Wallach, Joe Mantegna, Andy García, Bridget Fonda y Raf Vallone. La crítica fue en general muy dura con la película, pero particularmente afilaron los cuchillos contra Sofia, que acá tuvo su debut y despedida como actriz. El tiempo, se sabe, la transformaría y la redimiría como una magnífica cineasta.

El propio Francis Ford Coppola dio a entender hace unos días a la prensa de su país que tenía claro los problemas de El padrino III, al decir: “Las críticas iniciales que recibe una película definirán para siempre su destino”. Quizás por eso tomó la decisión de “reparar” el filme, siguiendo su tendencia casi maníaca a retocar sus obras anteriores: ya lo hizo con el metraje añadido de Apocalipsis ahora Redux y The Cotton Club Encore. Ahora, en todo caso, hizo lo opuesto y le restó minutos a El padrino III.

El largometraje se estrenó el viernes pasado en salas limitadas en Estados Unidos y Europa y desde este martes 8 de diciembre está disponible en Chile a través de Apple TV. También se edita en formato Blu-ray y está para preventa en la tienda local Fílmico.tv. El nuevo título de la película es pomposo y contiene un spoiler intrínseco, pero de alguna manera es más acertado que el anterior: se llama El padrino III. Epílogo: La muerte de Michael Corleone.

Diane Keaton como Kay Adams y Al Pacino como Michael Corleone en El Padrino III, de Francis Ford Coppola. Foto: Imdb.com.

Una coda

Como el propio Francis Ford Coppola dice en el trailer promocional, la película no busca ser la tercera parte de nada. Por eso ahora decidió subtitularla Epílogo (en inglés es Coda), expresión que acá indica la intención de ser una obra donde confluyan la moral de la primera y la segunda parte. Hay algunas actuaciones que se acortan, cambian el inicio y el final y se precisan más las relaciones de Michael Corleone con el Vaticano.

La modificación más significativa se produce en un cambio de orden de escenas (alerta de spoiler): ahora el filme parte con la conversación que mantienen Michael Corleone (Al Pacino) y el arzobispo Gilday (Donal Donnelly) para que el primero adquiera el consorcio Immobiliare por 600 millones de dólares. Este pasaje, que originalmente estaba a la media hora de la historia, vincula los negocios de la mafia y el Vaticano, pero además es una cita al diálogo que Vito Corleone (Marlon Brando) tiene con Amerigo Bonasera al comienzo de El padrino (1972).

La otra modificación relevante (alerta de spoiler) es hacia el final, en la escena en que Michael Corleone, casi octogenario, está sentado en una silla y contempla el atardecer en su casa en Sicilia: en la versión original se deslizaba hacia un lado, caía y moría, otro guiño a la muerte de su padre Vito en la primera parte; ahora el corte y el fundido a negro se producen antes de que muera. Parecería una broma pesada que una cinta subtitulada La muerte de Michael Corleone no contenga ese acontecimiento, pero la interpretación que han dado los críticos es que en el nuevo título se alude a la muerte interior del personaje.

En rigor no son más de cinco minutos los que Coppola redujo de la duración original (de 162 minutos bajó a 157) y estos tienen que ver sobre todo con leves cortes a los personajes de Don Altobello (Eli Wallach) y Vincent Mancini (Andy Garcia), el hijo no reconocido de Sonny Corleone (James Caan, en El Padrino I). Al primero le eliminó la escena en que visita a un enfermo Michael recuperándose de un ataque de diabetes en el hospital, mientras que al potencial heredero de la familia Corleone le extrajo el pasaje en que le pide permiso a su tía Conny Corleone (Talia Shire) para matar al infame Joey Zasa (Joe Mantegna).

Las reseñas de la nueva versión tienden a considerar que la película salió favorecida, aunque probablemente sin alcanzar la altura de sus predecesoras de 1972 y 1974. Eso es una tarea imposible y de otro modo no se entiende que el realizador se haya resistido durante 17 años a las ofertas que le llegaban para continuar con la tercera parte. Sólo la necesidad de hacer caja después de una serie de fracasos de taquilla en los años 80 y la existencia de un nuevo guión de Mario Puzo (el autor de la novela original) lo hicieron participar en este proyecto que nació por interés exclusivo de Paramount.

Muerto Mario Puzo en 1999, Coppola ha dicho reiteradas veces que no habrá cuarta parte. No al menos dirigida por él: sabe que el estudio es dueño de la franquicia y puede seguir hasta el infinito con otros directores.

En el momento de su estreno, el 20 de diciembre de 1990, muchos vieron que la inclusión de Sofia Coppola en el rol de Mary Corleone era una prueba flagrante de nepotismo en Hollywood. Irónicamente Coppola le hizo pagar a ella el precio de ser hija de un príncipe de Hollywood de la misma manera que su personaje pagaba en pantalla la condición de ser hija de un capo de la mafia.

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