Pensado originalmente para publicarse en noviembre de 1989, el libro Altamirano, de la periodista Patricia Politzer, debió ser postergado ante el nerviosismo que despertó en el comando del entonces candidato Patricio Aylwin, por entonces, el gran favorito para ganar los comicios presidenciales. Es que el contenido no era menor, se trataba de una extensa entrevista que la reportera le había hecho a Carlos Altamirano, el exlíder del Partido Socialista durante los años de la Unidad Popular, quien por entonces vivía en el exilio, en París. Finalmente, el volumen llegó a librerías en diciembre del 89, una vez ya electo Aylwin.

Hoy, el histórico volumen vuelve a las librerías de mano de editorial Debate, y su autora recuerda en charla con Culto cómo fueron esos días en que trabajó en el libro. ”Fue iniciativa de amigos comunes, entre ellos, Jorge Arrate. Periodísticamente era una gran oportunidad ya que, desde su salida de Chile, Carlos Altamirano no había dado nunca una entrevista a fondo sobre sus renovación y tampoco sobre cómo logró arrancar siendo uno de los tres hombres más buscados por la Junta Militar. Yo nunca había hablado con él, ni siquiera por teléfono. Como dirigente de la Unidad Popular, no era santo de mi devoción”.

- ¿Por qué Altamirano no era santo de su devoción?

- Porque representaba posiciones extremas...

Carlos Altamirano. Foto: Armindo Cardoso. Biblioteca Nacional Digital.

“Avanzar sin transar” y los coletazos de un discurso

Como sabemos, Carlos Altamirano fue cercano a la línea más dura dentro de la Unidad Popular, la que no descartaba el enfrentamiento armado para consolidar el proceso de la Vía chilena al socialismo, a diferencia de la línea más legalista y constitucionalista propiciada por el PC y el mismo Allende. Es que el dirigente veía inevitable un enfrentamiento, por lo que propició la formación de una cierta estructura armada que respaldara el proceso, y para ello, se basaba en los cordones industriales. Eso sí, con reparos respecto a los sectores de la ultraizquierda.

“Yo era un gran partidario de la formación de los cordones industriales, y en eso coincidía con el MIR -reconoce Altamirano en la entrevista-, pero discrepábamos del cielo a la tierra en la medida en que ellos querían transformarlos en un poder autónomo del gobierno. Nunca se me pasó por la mente que los cordones serían los futuros sóviets de obreros, soldados y campesinos que un día asaltarían el poder en Chile”.

Altamirano era conocido por defender el lema “Avanzar sin transar”, a diferencia del PC que propiciaba detenerse y consolidar lo avanzado. En la entrevista, defendió su postura. “De Gaulle nunca transó; cada vez que existía un conflicto serio, lo sometía a plebiscito y, si lo perdía, se iba a su casa. Margaret Thatcher tampoco ha transado su política, e Inglaterra pasa por ser uno de los países más democráticos del mundo. Cada caso debe ser analizado en su situación concreta, como dijo Lenin. No hay reglas generales. A veces una concesión puede salvar una situación dada y, otras, empeorarla”. Además, agregó que el slogan nació como consecuencia del momento y del agitado contexto político “en el que se buscaban diversos subterfugios para acusar constitucionalmente al presidente de la República”.

A él le pesó siempre la acusación de haber “apurado” sin querer el golpe, tras un encendido discurso que dio el sábado 9 de septiembre (incluido en forma íntegra en un anexo al final del volumen), donde confesó haberse reunido con personal de la Marina, quienes le habían avisado del complot de los oficiales golpistas, y que le habrían pedido que apoyara políticamente una intentona de frenarlo, a lo que se negó. En la entrevista reitera varias veces que para él, el golpe de Estado siempre fue un hecho, y que por eso insistió tanto con la formación de los cordones industriales y de una estructura armada. Por lo tanto, su discurso poco influyó en el resultado final.

Para Politzer, ese discurso no fue catalizador del golpe. “Me parece obvio que el golpe no se preparó entre el sábado 9 y el martes 11 de septiembre. Pero no me parece que Altamirano se desligue de sus responsabilidades en el proceso de la UP. Como escribo en el libro, lo vi llorar cuando entramos en este tema. Sin duda, era un hombre atormentado por lo vivido”.

“Hubo momentos tensos”

En sus páginas, el volumen combina dos narrativas. Por un lado, la extensa entrevista a Altamirano y por otro, el relato de cómo huyó de Chile. Fue un duro trabajo, según recuerda Politzer. “Estuve un mes completo en Paris entrevistándolo, conversábamos a diario unas cinco horas seguidas. Era agotador. Cada dos o tres días mandaba los cassettes por correo a Chile (era previo a la revolución tecnológica) para que comenzaran a transcribir la entrevista y ganar tiempo”.

“Al volver a Chile, el proceso de escritura demoró unos cuatro meses. Un libro no es lo mismo que una entrevista en un periódico, necesita una cierta estructura dramática para cautivar a los lectores. Me resultó natural combinar el relato novelesco de su huida y la entrevista dando cuenta de su renovación política”.

Por supuesto, Politzer se había preparado para el momento en que se encontrara con el antiguo jerarca, leyendo todo sobre el período y conversando con gente que lo había conocido. Sin embargo, pese a que Altamirano proyectaba una imagen de “duro”, la periodista se encontró con el ser humano. “A los pocos minutos de conocernos, cuando fue a buscarme al aeropuerto de París, nos confesamos que ambos estábamos asustados con este proyecto. De ahí en adelante, fuimos amigos hasta que murió en 2019. Contrariamente a su imagen pública, era un hombre encantador, buen conversador, irónico, con sentido del humor y siempre coqueto. Además, muy culto. Recorrer París y sus galerías de arte con él como guía fue un privilegio”.

-Según se lee en la entrevista, hubo varios momentos tensos. ¿Cómo los sobrellevó para que él no se levantara y se fuera?

-Efectivamente, hubo momentos tensos durante nuestras conversaciones previo a la publicación del libro, sobre todo cuando leyó el texto terminado. Es distinto hacer una pregunta dura mirándose a los ojos que leerla en letra de molde. Tuve que convencerlo que un libro sin esas preguntas no valía nada, que era indispensable confrontarlo con la mirada que muchos tenían de él. Finalmente, confió en mí y el libro lleva ya varias ediciones.

-En reiteradas veces Altamirano le comenta que su imagen fue tergiversada, como el “duro”, como el “avanzar sin transar”, como un “ultra”. De hecho, cuenta que 2 veces le ofreció su renuncia a Allende a su cargo en el PS. ¿Cómo lo ve usted ahora?, ¿cuál cree que fue efectivamente su rol?

-No tengo ninguna duda de que jugó un rol muy importante durante la Unidad Popular, asumiendo las posiciones más radicales que entonces tenía el Partido Socialista. Sin embargo, esas posiciones no eran creación propia de Altamirano, eran el resultado de un contexto de guerra fría, de la influencia de la revolución cubana y de las decisiones colectivas de un partido, que era el partido del Presidente Allende.

-En varias partes, usted cita cierta “ambigüedad” de las ideas y los dirigentes de la UP en el sentido de hablar de “avanzar sin transar”, de revolución, pero no tener una base sólida de respaldo, ni una estructura de defensa. ¿Lo considera usted un hombre ambiguo?

-Más que ambiguo, era un verdadero Hamlet, cuya racionalidad e inteligencia lo llevaba a analizar y preguntarse una y mil veces cómo eran los hechos.

-Altamirano le comenta que ellos esperaban el golpe, pero que no tenían un plan de defensa, y él fue quien más promovió la idea de generarlo. ¿Le sorprendió esa revelación en el momento de la entrevista?

-Muchísimo, no lo podía creer. Es una de las tantas paradojas de esa etapa histórica.

-En momento, también confiesa que en 1970 se debió apoyar a Radomiro Tomic. ¿Le sorprendió esa revelación?

-No. Me pareció totalmente coherente con la evolución de su pensamiento y su convicción democrática dentro del proceso de renovación socialista.

-Al final comenta los últimos años de Carlos Altamirano, ya viudo y de vuelta en Chile. De hecho, comenta que se había convertido en su amigo, ¿Cómo fueron esos últimos años?, ¿lo vio seguido?

-Sí, lo vi muchas veces. Al comienzo esperé que se tentara y volviera a la política activa. Sin embargo, nunca lo hizo, si no me equivoco fue el único dirigente la Unidad Popular que regresó del exilio sin volver a la política activa.

Sigue leyendo en Culto