Antes y después de Scicluna: Las contradicciones de los obispos Koljatic y Valenzuela

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Dos de los sacerdotes pertenecientes al círculo más íntimo de Karadima, han variado su visión de los hechos ocurridos en la parroquia de El Bosque. El cambio ha sido radical: desde un respaldo acérrimo al ex párroco en sus cartas al Vaticano en 2010 al reconocimiento de errores en el tema.


Luego de la carta enviada por el Papa Francisco al pleno de la Conferencia Episcopal chilena, son varios los obispos que han analizado el nuevo escenario en el que se mueve la Iglesia Católica chilena. Entre ellos, dos formados por Fernando Karadima. Tanto Tomislav Koljatic, obispo de Linares, y Horacio Valenzuela, obispo de Talca, han variado su postura respecto de lo que pasaba en la parroquia de El Bosque.

Ayer, en conversación con Cooperativa, Koljatic aseguró que "tal vez yo no fui lo suficientemente lúcido para comprender lo que estaba ocurriendo (en la Parroquia El Bosque) y, si es así, evidentemente tengo que asumir esa responsabilidad".

El obispo de Talca, Horacio Valenzuela, coincidió con sus palabras. Ayer, luego de celebrar una misa en Lircay, el sacerdote reconoció errores. "Todos tenemos debilidades, todos cometemos pecados, todos nos portamos más o menos mal, no fuimos atentos cuando pasaban cosas malas, faltó lucidez para estar más cerca de los que sufrían, todo eso. Me equivoqué al no darme cuenta de que pasaban cosas malas", dijo.

Sin embargo, cuando estalló el caso Karadima, las posturas de estos dos obispos eran radicalmente distintas.

En 2010 fueron varios los sacerdotes formados por el ex párroco de El Bosque los que enviaron cartas al Arzobispado de Santiago e incluso al Vaticano intentando demostrar que era inocente. Dentro de las misivas, fueron dos las que destacaron. Precisamente de quienes formaban parte del "círculo de hierro" de Karadima: los obispos Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela.

Con fecha 6 de agosto de 2010, el Obispo de Linares, envió una carta a Monseñor Luis Ladaria, secretario para la Congregación de la Doctrina de la Fe, expresando que, dice la carta, cree conocer muy a fondo la situación de Karadima. Habló de una "preparada campaña contra el honor del Padre Karadima y su legado y de paso contra la credibilidad de la Iglesia chilena".

Así, Koljatic, en ese entonces, sostuvo:

"A estas alturas del proceso ya es evidente la mala fe de las acusaciones. Se hicieron públicas a partir de mentiras de gran envergadura".

Respecto de las víctimas del ex párroco dedicó líneas, por separado, a cada uno de ellos.

"(James Hamilton) muy tardíamente comenzó a decir que había sufrido en la parroquia y que 'había sido abusado por muchos años por el Padre'. Realmente esta afirmación increíble (…)  ¿Cómo puede ocurrir esto con un médico, que vive con su señora, que trabaja fuera de la parroquia, que llegó ya mayor de edad a la parroquia, que cuando él afirma ocurrieron los hechos era una adulto de más de 30 o 40 años? Francamente es una acusación que no se sostiene y que es imposible de probar, por lo demás. Francamente el que tiene que explicar muchas cosas es Hamilton, no el Padre Karadima. Entre otras cosas su inestabilidad laboral y emocional. A todas luces su acusación es una excusa impresionante para pedir la nulidad matrimonial, ya que sostiene que no fue libre para casarse".

"En síntesis diré que (Juan Carlos Cruz) mintió conscientemente en los diarios al decir que tenía 17 años cuando era seminarista y que el Padre abusó de él. Cruz ingresó de 21 años al Seminario de Santiago. Eso está demostrado. Mintió para tratar de decir que el Padre Karadima era pedófilo y de esa manera hacerle daño. Su testimonio no es creíble".

"Él (Juan Andrés Murillo) quiso entrar en la Compañía de Jesús a lo que el Padre Karadima se opuso ya que le dijo que no tenía vocación sacerdotal. Él se alejó de la Parroquia y entró en la Compañía. A los pocos años salió. Él ha hablado mucho de la forma autoritaria de la dirección espiritual del Padre Karadima. Ese ha sido su tema. Para tener fuerza lo ha coloreado con acusaciones de posibles acosos sexuales".

Una de las últimas líneas del obispo de Linares: "El caso del Padre Karadima ha desatado una violenta persecución no sólo al Padre sino que a la Iglesia chilena".

En la misma línea, y enviada en la misma fecha y también a Monseñor Ladaria, Horacio Valenzuela, obispo de Talca, dijo lo siguiente:

"Es muy difícil comprender, Monseñor, de que hombres maduros, que aseguran haber sido víctimas de abusos de diversa índole, no sólo hayan mantenido fielmente, sino que promovieran con otros una dirección espiritual que les dañaba. Es probable, tal vez, que algunos de ellos, de personalidad más débil, hayan guardado heridas y razones que nunca conversaron con franqueza ni curaron y que hoy les llevan a actuar de modo desconcertante. Es difícil de concebir que, en un clima sacerdotal que siempre ha sido considerado privilegiado por su fraternidad, normalidad y alegría, se hayan cometido, incluso en público actos deshonestos e indecorosos, con la anuencia y complicidad de todos".

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