¿La Moneda al fin sin rejas? La particular evolución de la Plaza de la Ciudadanía tras su creación
Fue concebida en 2003 como un espacio abierto y punto final de una simbólica explanada, pero ha permanecido enrejada la mayor parte de su existencia desde su apertura en 2006. La iniciativa de Sebastián Piñera de volver a abrirla se suma a la que han hecho los gobiernos previos, aunque usualmente vuelven a colocar las barreras poco tiempo después.
En un país acostumbrado a los contrasentidos, el de la Plaza de la Ciudadanía es muy simbólico. Pese a su nombre y a su concepción como una explanada abierta a las personas, desde su apertura, en 2006, ha estado sometida a unos invitados de piedra: las rejas que impiden el tránsito.
Este miércoles, el gobierno de Sebastián Piñera anunció nuevamente que se retirarían las rejas del lugar, algo que ha sido intentado por los gobiernos previos, pero que luego ha terminado, tarde o temprano, en el regreso del vallado papal.
Por supuesto, la concepción original no era así. La plaza tiene su origen en el plan del gobierno de Ricardo Lagos para modificar el centro cívico de Santiago. De hecho, hubo tres otros potentes gestos en su administración respecto al palacio de gobierno: la apertura de La Moneda al paso peatonal, el pintar de blanco y no de gris el edificio y la reapertura de la simbólica puerta de Morandé 80, por donde había salido el cadáver de Salvador Allende.
En 2003, el plan llegó al espacio que da a la Alameda. Así, la firma Undurraga y Devés elaboró un proyecto que incluía una explanada atravesando la Alameda y proyectándose al sur hacia el Paseo Bulnes.
La apertura llegó en 2006, pero, al poco andar, el gobierno de Michelle Bachelet colocó por primera vez las rejas, primero tras las protestas estudiantiles de ese año -la "revolución pingüina- y luego tras un atentado con una bomba molotov contra el palacio.
Fueron años movidos. En diciembre, de hecho, hubo incidentes en el mismo sector tras la muerte de Augusto Pinochet. Y las rejas se convirtieron en una presencia que iba y venía.
Además, un elemento en particular atraía las protestas: el pequeño foso de agua que está en la Plaza de la Ciudadanía, donde organizaciones como Andha Chile aprovecharon la visibilidad para sus manifestaciones.
En el primer gobierno de Sebastián Piñera, el vallado se retiró por un breve período, pero se repuso ante las movilizaciones de Hidroaysén y los estudiantes, para quedarse de forma permanente.
Y la historia se repitió en el segundo gobierno de Bachelet: aunque se intentó durante un tiempo mantener abierto el espacio, finalmente las vallas se apoderaron del lugar nuevamente.
El año pasado, el propio creador del proyecto, Cristián Undurraga, reclamaba por lo que veía como una idea trunca: "El problema de fondo es que se niegue el libre paso de los ciudadanos a través del principal espacio público del país. También es muy antiestético", decía a La Tercera.
Hoy, la plaza vuelve a estar abierta. La pregunta, eso sí, es obvia a partir de la experiencia: por cuánto tiempo más.
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