En agosto de 2008 los ministerios de Educación y Salud de 17 países de Latinoamérica, en conjunto con representantes de la ONU, aceptaron participar del documento ministerial "Prevenir con Educación", que tenía por objetivo monitorear cómo los participantes avanzaban en materia de salud sexual y reproductiva, y educación integral en sexualidad.
En un plazo de siete años se planteaba reducir en un 75% las escuelas bajo la jurisdicción de los ministerios de Educación que no impartieran educación integral en sexualidad y reducir al 50% la brecha de adolescentes y jóvenes sin cobertura en necesidades sexuales y reproductivas.
Los resultados a nivel nacional, dados a conocer en 2015, fueron especialmente preocupantes. Mientras el promedio de avance general en ambas temáticas fue de 69%, Chile obtuvo el más bajo de la región, con 39%.
Fabián García, director académico de la Fundación de Educación Sexual Ahora, enlaza los resultados con la actual situación del país. "Si desde 2015 los informes internacionales nos estaban diciendo que Chile era el país con peor educación sexual, entonces, era obvio que en 2017 nos veríamos enfrentados al aumento de las enfermedades de transmisión sexual, de las relaciones insanas y otros temas de esta índole".
Para Ramiro Molina, coordinador del programa Educación Sexual para la Escuela de Hoy, de la U. de Chile, el conservadurismo también es parte de la lenta evolución en esta materia. Y como solución, Molina propone la capacitación de docentes como un punto clave. "¿Cómo un profesor va a enseñar educación sexual si no está preparado para hacerlo? Para eso, ellos tiene que hacer talleres, donde debatan y compartan con alumnos y apoderados", planteó.
Un ejemplo de esta metodología es "sentar a un grupo de siete u ocho niños y preguntarles cuáles son los elementos que les molestan o con los que no se sentirían cómodos. Y después eso mismo, grabado, mostrárselo a los padres", sostuvo.