Brasil enfrenta primer paro general en 21 años en rechazo a reformas de Temer

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Apoyados incluso por la Conferencia Episcopal, sindicatos y movimientos convocaron para hoy a un masivo paro. La medida es en protesta por las reformas laboral y previsional que Temer impulsa para reactivar la economía.




Sindicatos y movimientos sociales brasileños reforzaron ayer su llamado para la "huelga general" convocada para hoy, la primera que enfrenta el Presidente Michel Temer por el severo ajuste fiscal que ha puesto en marcha para salir de la crisis económica. Se trata del primer paro general desde 1996, cuando, bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), las organizaciones sindicales ocuparon las calles para protestar por el desempleo y los bajos salarios y a favor de la reforma agraria y de una política de asistencia social más amplia.

Esta vez la razón del descontento se centra en las impopulares reformas del régimen laboral y previsional impulsadas por Temer. La huelga amenaza con paralizar los transportes, incluyendo los aeropuertos. Varias aerolíneas ya propusieron a sus clientes cambiar gratuitamente sus vuelos, mientras agrupaciones de pilotos estudiaban no volar a Brasilia para retardar las votaciones en el Congreso.

En Sao Paulo, el alcalde João Doria anunció un acuerdo con la aplicación Uber y con una compañía de taxis online para asegurar el traslado de funcionarios públicos que rechacen plegarse a la medida de fuerza. Según medios brasileños, Temer ordenó que los funcionarios huelguistas se queden sin cobrar el día, contrariamente a lo acostumbrado en Brasil cuando se trata de paros legales. El gobierno se ampara en un fallo del Supremo Tribunal Federal que autorizó el no pago de los días de paro a los empleados del Estado.

Pese a ello gremios docentes, de hospitales y de correos anunciaron también su adhesión al movimiento, al igual que sindicatos metalúrgicos y bancarios en el sector privado. "¡Se calienta la huelga general: el 28 para todo!", escribió en su portal la Central Unica de los Trabajadores (CUT), la mayor del país.

El ahora opositor Partido de los Trabajadores (PT) también respaldó la huelga general a través de avisos de radio y televisión. En ese sentido, el ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva criticó al gobierno de Temer por sus políticas "contra los pobres".

Incluso, la Conferencia Nacional de Obispos llamó a "los cristianos y a las personas de buena voluntad" a movilizarse contra la reforma de las jubilaciones.

Temer celebró ayer el triunfo obtenido el miércoles en el pleno de la Cámara de Diputados con la media sanción del proyecto de reforma laboral -por 296 votos a favor y 177 en contra- con el cual, dijo, "se inaugura un ciclo de prosperidad socioeconómica", que "coloca a Brasil en el camino del crecimiento y el empleo".

Una opinión diametralmente opuesta a la de Wagner Freitas, secretario general de la CUT, quien acusó a Temer de ser "el gran constructor de esta huelga general". A juicio del sindicalista, la nueva legislación laboral causará precarización y puede aumentar el desempleo, que hoy afecta a 13 millones de brasileños (13,2%).

Si es aprobada por el Senado, la medida relajará las restricciones sobre la contratación de trabajadores temporales, introducirá garantías para el trabajo subcontratado y permitirá que los convenios colectivos entre sindicatos y empleadores prevalezcan sobre algunas normas del Código Laboral.

En la protesta también se clamará contra la otra reforma de gran calado que está trámite en el Congreso, la del sistema jubilaciones y pensiones, que, como las anteriores, es aplaudida por el sector empresarial y rechazada por los sindicatos. La ley requerirá una aprobación de 308 votos, que el gobierno podría no tener. Frente a la resistencia de algunos sectores del Congreso, Temer aceptó alterar el proyecto, que ahora propone una edad mínima de jubilación de 62 años para las mujeres y mantiene los 65 para los hombres.

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