¿Por qué cayó el CEO de Uber?
Cofundador de revolucionaria aplicación fue obligado a renunciar. Analistas dicen que los números no lo son todo y hay que saber leer los nuevos tiempos.
En 2008, en un día nevado en París, los emprendedores Travis Kalanick y Garrett Camp tuvieron problemas para conseguir un taxi. Fue ahí que pensaron en una idea simple: presionar un botón para conseguir un viaje. Así nació Uber, aplicación que cambió la forma en que las personas se movilizan en el planeta.
Uber comenzó a operar en San Francisco, EE.UU., pero hoy lo hace en 500 ciudades en todo el mundo y Kalanick, de 40 años, ya posee una fortuna de US$6.700 millones, y la empresa tiene un valor de US$69.000 millones, según Bloomberg.
Pese a las cifras, Kalanick no lo está pasando bien. Este jueves fue obligado a dejar su cargo de CEO, tras la fuerte presión de los inversionistas. "Me encanta Uber más que nada en el mundo y en este momento difícil en mi vida personal he aceptado la solicitud de los inversionistas de dar un paso al costado para que Uber pueda volver a la construcción en lugar de distraerse en otra pelea", dijo a The New York Times.
Aunque seguirá en la empresa, las razones para que saliera de la dirección obedecen a una serie de polémicas al interior de la firma, como denuncias de acoso sexual y laboral, y declaraciones machistas de algunos ejecutivos. A lo anterior se suman problemas de liderazgo que él mismo reconoció, luego que Bloomberg publicara un vídeo, en febrero, en que se mostraba al ejecutivo discutiendo con un conductor de Uber.
Gregorio Etcheverry, académico de la Escuela de Negocios de la U. Adolfo Ibáñez, explica que la presión para que renuncie se debe a que Kalanick no supo leer lo que sucedía en su entorno, un tema que se puede trasladar también a la política, porque los números no lo son todo el día de hoy.
"Hay un cambio en el tema de las valoraciones, la ciudadanía y las organizaciones demandan otras cosas, igualdad de género, transparencia, participación", explica Etcheverry, quien agrega que eso se ve reflejado en el impacto y debate que generó la reciente broma de Sebastián Piñera.
Leer el entorno
Al igual que Kalanick, otros genios se han visto obligados a renunciar. En abril lo hizo el fundador de Oculus, Palmer Luckey. Su firma de realidad virtual fue comprada por Facebook en US$2.000 millones. No se informaron las razones de su renuncia, pero ésta se generó tras perder un millonario juicio por robo de secretos comerciales a ZeniMax Media.
El polo opuesto a estos creadores es Mark Zuckerberg fundador y CEO de Facebook. Esta semana fue uno de los que obtuvo las más altas calificaciones en aprobación de sus empleados junto a los gerentes de Clorox, Bain & Co, y Space Exploration Technologies.
Etcheverry explica que Zuckerberg está en el otro extremo porque "él está conectado con el mundo real" y que cada medida que va tomando está red social apunta a "mayor acceso e inclusión". Esta política es la que le ha permitido seguir a la cabeza de Facebook, aunque el desafío a futuro es cómo esta red sobrevive sin Zuckerberg.
Un tema de poder
La presión de los inversionistas para sacar a Kalanick recordó el episodio por el que pasó Steve Jobs en 1985, cuando renunció a Apple, empresa a la que retorna en 1997.
Ambos fueron disruptivos y revolucionarios en sus áreas tecnológicas, a tal punto que Bloomberg decía ayer: "Travis Kalanick cambió el mundo. ¿Quién puede secundar eso?". El impacto de su aplicación para que cualquiera pueda convertirse en un taxi privado se ha sentido hasta en Chile, donde el gremio de los taxistas pide regular esta aplicación que ya tiene 50 mil inscritos, cifra que supera a los taxis y vehículos similares registrados ante el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones.
"La razón porque sacaron a Steve Jobs es porque no le gustaba la manera en cómo se relacionaba con la junta de accionistas, no porque no creyeran que fuera un genio. Es interesante ver que lo que falló fue la dimensión política", dice Raúl Berríos, investigador de la Facultad de Administración y Economía de la U. de Santiago.
En este contexto, el especialista señala que con el CEO de Uber pudo ocurrir algo similar y falló la forma en cómo administró el poder al interior de la organización y cómo se relacionó con los empleados de la misma.
"Se dice que una de las características principales del gerente general es que tiende a instrumenzalizar las relaciones sociales y esto no es malo. Sus relaciones tienen un objetivo detrás, eso hace cada vez más importante la forma en la que él se relaciona con otros actores y cada vez menos importante qué tan bueno es técnicamente", agrega el académico de la Usach.
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