Chile y los chilenos, ante los ojos de los inmigrantes
El tema de la presencia foránea en Chile no es nuevo, pero hace un par de semanas volvió al centro de la arena política. Quiénes son, qué hacen, dónde están y qué pasa si delinquen resonó día tras día. A continuación, un vistazo la misma problemática, pero desde la vereda de enfrente. De la de ellos. Ocho extranjeros residentes relatan cómo es vivir, y sobrevivir, en nuestro país.
"En lenguaje el 'ya' se me ha pegado mucho"
Por: Giglia Vaccani
Gustavo Espitia (40) llegó a Antofagasta por amor, un 14 de noviembre de 2009. Su entonces novia, hoy esposa, la también colombiana Emilia Duarte, aceptaba una oferta laboral. Hoy tienen una hija y otra en camino.Espitia es comunicador social de la Universidad Externado de Colombia, especialista en Marketing de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y MBA en Marketing de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, entre una variedad de otros títulos. Actualmente, trabaja como docente de la Universidad Católica del Norte, en Antofagasta."Cuando llegamos no habían tantos colombianos. La mayoría éramos profesionales, con títulos y trasladados por trabajo. También reconoce haber vivido situaciones incómodas. "A veces, cuando me presento, no digo de qué nacionalidad soy. Si digo sí, soy colombiano, algunas personas me encasillan y tengo que dar explicaciones de que no vivo en un campamento, que tengo mis títulos. En ocasiones he tenido que explicar que he vivido en varios países y que he trabajado en muchas empresas de América Latina".Respecto del lenguaje, asume que se le ha pegado mucho el "ya" y que hasta hoy lo complica el uso habitual y cotidiano de algunas palabras, "que en Colombia son muy fuertes, como el hueón (sic). Me costó acostumbrarme a que me digan eso".
"Mi jefe me dijo que aquí hay personas racistas"
Por: María José Jarpa
En el pasillo cuatro de La Vega Central, comuna de Recoleta, los trabajadores de la pescadería El Rey del Marisco se mueven sin parar para atender a los clientes que se acercan al puesto a solicitar los productos del día. El dueño del puesto es chileno, pero en el lugar existe una integración de naciones. Hay chilenos, peruanos y dominicanos. Mientras embolsa un pedido para una clienta, el dominicano Erick Terrero, de 32 años, señala que antes de llegar a Chile nunca había oído hablar de la reineta, porque no es una especie presente en los mares de República Dominicana. Tampoco le gustaba el fútbol, ya que los deportes por excelencia en su país son el béisbol y el baloncesto. Ahora, sin embargo, sigue a la selección chilena de fútbol. "Nadie quisiera salir de su país, pero cuando tienes algo que te impulsa y en tu país no puedes conseguirlo, ¿qué te queda por hacer? Probar otro horizonte. A mí se me sale una lágrima cuando hago una video llamada a mis hijos", comenta, respecto de su decisión de venir a Chile. Erick dice que en La Vega -donde trabaja desde hace más de un año- se siente cómodo, que la clientela es amable y que en este espacio, que hoy se vuelve más multicolor, la mayoría de los chilenos se han ido acostumbrando a la llegada de otras culturas. Pero no todo ha sido fácil, aclara. Aunque señala que la mayoría de los chilenos " son buenos", también le ha tocado enfrentar algunas situaciones tensas, como bromas por su color de piel."Mi jefe me dijo que hay muchas personas racistas, pero yo creo que todos somos personas y tenemos el mismo color de sangre. Cuando alguien me dice algo pesado, lo ignoro", puntualiza. Respecto del planteamiento de la oposición, de incorporar aspectos en la ley de migración como la expulsión de extranjeros que cometen delitos y la tramitación migratoria en los países de origen, el foráneo dice estar al tanto de la discusión. Manifiesta su apoyo a una mejor regulación, pero aclara que "aquí la mayoría venimos a trabajar; pero claro, habrá unos cuantos que les gusta la plata fácil y que perjudican a personas como yo, que nos levantamos a las 06.00 para trabajar".
"Chile tiene que cuidar quién entra a su casa"
Por: Aldo Vidal
Aunque su nombre real es Haresh Kanayalal Dharamdasani, en Chile todos lo conocen como "Don Harry". Ese apodo se lo puso su ex jefe en Hong Kong, donde trabajaba antes de llegar al país, en 1997. Harry recuerda que cuando le propusieron venir a trabajar a Chile "no sabía ni donde estaba en el mapa, nunca había escuchado de este país. Pero ahora siento que este es mi lugar. Fuera de la ciudad donde nací en India, en cualquier otra, me siento como turista. Aquí me siento más cómodo, en casa".Harry tiene hoy un local donde comercializa productos gourmet indios, ubicado en Providencia: "Mi idea es siempre representar mi país. Aquí hay muchos chilenos que les encanta la comida de India y les fascinan los condimentos, el arroz basmati, la harina de garbanzos". Harry además compró el restaurante Soul of India y sigue pensando en proyectos relacionados con la gastronomía. "Ya tengo el minimarket donde están las herramientas, el restaurante donde pueden probar la comida y el próximo año voy a empezar a dar clases. Voy a enseñar cosas que los chilenos nunca han visto", dice entusiasmado.Sobre la situación de los extranjeros en el país, Harry tiene una mirada crítica y cree que Chile debe regular mejor los ingresos. "Hoy hay muchos extranjeros, demasiados, y eso está afectando a los chilenos, y en el futuro los va a afectar aún más. En EE.UU. te preguntan primero quién eres, qué traes y después te dan la visa. Antes de dejar entrar a alguien en tu casa, uno pregunta quién es, no se deja pasar a cualquiera. Chile debe cuidar quién entra a su casa".
"Mientras más personas para trabajar, mejor"
Por: Judith Herrera
En julio de este año la doctora haitiana Fabiola Senat (34) dio el Examen Unico Nacional de Conocimientos de Medicina (Eunacom), por segunda vez, pasándolo con éxito. Actualmente se desempeña como médico en un consultorio en Puente Alto. Al país llegó en junio del año pasado, luego de vivir 11 años en Venezuela, donde estudió su carrera. "Chile es un país más tranquilo, hay menos violencia y delincuencia", cuenta, pero añade que, respecto de las personas "hay de todo. Algunos te tratan súper bien, pero otros con la sola mirada te lo dicen todo".De acuerdo a Fabiola, la adaptación no ha sido difícil, en parte gracias a que ya conoce otras realidades latinoamericanas. Para ella, los chilenos tienen su propia idiosincrasia, con muchas diferencias respecto de otras naciones vecinas, como Venezuela: "Son menos alegres, más serios en carácter. Más formales, pero eso no les quita simpatía"."Mientras más personas hay para trabajar, mejor será para el país", dice. Su sueño, tras pasar el Eunacom, es quedarse en Chile, por lo menos "hasta que Dios quiera algo diferente". Relata que con otros haitianos, con quienes mantiene contacto, se reúnen "para hablar de nuestras experiencias".
"El individualismo de los chilenos me sorprende"
Por: Aldo Vidal
Reiko Nakai llegó desde Japón hace más de 20 años junto a su esposo chileno. Aquí se estableció, tuvo tres hijos y hace 10 años fundó, junto a otras coterráneas, el Centro de Estudios Integrales Japonés (CEIJA), dedicado a impartir clases de idioma y cultura japonesa. Reiko cuenta que la recepción de los chilenos siempre ha sido buena, porque "hay un interés por Japón, quizás porque lo ven tan lejano y diferente". Sin embargo, cuando llegó tenía cero referencias sobre lo que iba a encontrar en el país. A lo largo de los años, dice, ha ido adquiriendo aspectos de la cultura criolla. "Hace poco fui a Japón y me di cuenta que hago muchos gestos con las manos, que hablo fuerte, que miro a los ojos a las personas, cosa que allá es inusual. Si uno no mira a los ojos, no es porque estés desinteresada o escondas algo, es cultural, para no incomodar". De las cosas que le llaman la atención respecto de cómo los chilenos se relacionan entre sí, en la calle o en el trabajo, es el individualismo. "Me sorprende el extremo individualismo de los chilenos. En Japón eso es una actitud que se debe ocultar, no es bien vista. No debe salir uno antes que los demás. Como hay tanta gente, si uno no piensa en los demás el sistema no funciona".
"Me gusta este país; cuando salgo, sólo quiero regresar"
Por: Diego Rivera
La religión musulmana cobra sentido en la Región de Coquimbo, donde una mezquita tiene ya casi diez años como ícono de la cultura de Marruecos en la zona. Si bien no pareciera haber muchos musulmanes en este lugar del país, los residentes locales han aprendido a ver, convivir y apreciar la cultura de la fe islámica. Alí Belkaria lleva 11 años en nuestro país, está casado con una chilena, tienen cuatro hijos, y asegura que en su casa recibe a todo el mundo con el caue, (café) y los dulces baclawe y arístelos, propios de su nación. "Conocí a mi señora por Internet. Primero fue una amistad y después nos casamos por el Registro Civil chileno y marroquino", cuenta Belkaria, quien dice sentirse muy a gusto en Chile, tanto, que ya está realizando los trámites para nacionalizarse. Sostiene que no se ha sentido discriminado. "Me gusta todo de Chile. De hecho, la última vez que fui a mi país, quería volver lo antes posible a Chile", describe, en un casi perfecto español.Alí (en la fotografía) es técnico eléctrico y artesano. Y también destaca que "muchos de los problemas sociales de Chile son parecidos a los de mi país de origen. Pero, por sobre todo, me gusta mucho cómo se trabaja aquí; es un país ordenado, muy profesional".Alí concede esta entrevista junto al médico Mohamed Sukni, nieto de inmigrantes Palestinos y musulmán practicante. Relata que sus abuelos huyeron de la I Guerra Mundial. "Yo tuve la oportunidad de estudiar, pero ellos se vinieron como muchos inmigrantes, a tratar de tener una mejor vida y lo lograron. Gracias a ellos nos tocó tener una vida bastante cómoda".
"A los europeos siempre nos han tratado bien aquí"
Por: María José Jarpa
En enero de 2003, el español Pedro Segura se vino a Chile a pasar sus vacaciones. Aquí conoció a una mujer chilena, se enamoró y se fue quedando hasta establecerse definitivamente en el país. También formó una familia. "Llegué cuando en la radio sonaban los Petinellis, con el Ch, bah, puta la güeá (sic)", comenta entre risas, mientras bebe un vaso de agua en el bar De La Ostia, en Providencia, del cual actualmente es uno de los administradores. Antes trabajó como garzón en el mismo recinto. En esos años, agrega, "no había tantos españoles, no había crisis (en España), eran los chilenos quienes se iban para España". Pedro dice que aunque le costó adaptarse al ritmo de vida de Santiago, ya que provenía de un pueblo de cerca de 22 mil habitantes, en la Provincia de Alicante, Chile lo recibió bien. Nunca tuvo problemas y la situación no varió cuando comenzaron a llegar más españoles, tras el estallido de la crisis económica en la península Ibérica, en 2008. "A los españoles y a los europeos siempre nos han tratado bien aquí", señala, y cuando se le consulta por las diferencias que algunos sectores de la sociedad chilena supuestamente hacen entre inmigrantes europeos y los provenientes de América Latina, agrega que "a mí toda la discriminación racial me resulta odiosa. No me gusta juzgar a nadie por su raza, por su credo, o ideas políticas (…) al final, todos somos emigrantes".Pedro prefiere no opinar respecto de la actual discusión de la política migratoria. Sí, en cambio, reflexiona de las migraciones ocurridas en su España natal y también de lo que la ha tocado observar en los últimos años en Chile. "En la época de la pos guerra española tuvieron que emigrar muchos españoles (…). Eso en España se olvidó, se olvidó en la época de bonanza económica", subraya.Respecto del actual fenómeno migratorio en Chile, indica que a España "también iba gente que a trabajar en ciertos sectores (económicos), como pasa hoy en día, en los que a lo mejor el chileno no quiere trabajar y busca otras cosas. Aquí, por mi cocina, pasa poca gente buscando trabajo, pero todos los días se ven unos cuantos venezolanos y haitianos".
"Me han dicho: qué raro, no pareces peruana"
Por: Andrés López
La socióloga peruana Lucía Dammert ha tenido un rol clave en el análisis de la delincuencia en Chile, como académica y ex asesora del Ministerio del Interior, cargo que ocupó desde marzo de 2014 hasta marzo de 2016. Actualmente trabaja como profesora asociada en la U. de Santiago. "Llegué en el 2000. Me presenté a un concurso en la U. de Chile y comencé a trabajar. Mis hijos también son extranjeros", cuenta. La experta relata que "en ese entonces, en el ámbito universitario, la presencia de extranjeros no era tan grande, pero no he sentido discriminación (...) El gran problema que veo en relación a los extranjeros es la conjunción de varios ejes, como el clasista. Me han dicho comentarios como 'que raro, no pareces peruana', 'no sabía que habían peruanos sin facciones indígenas', ese tipo de frases que escuché cuando llegué, cuando el discurso era que venían a la construcción o al servicio doméstico". Indica que "la gente tiende a mirar con mucha desconfianza y distancia a la migración que viene a buscar trabajo. No he sentido una discriminación, pero también debe ser porque soy profesora universitaria y participo de espacios académicos. Distinto sería si uno fuera un trabajador de la construcción".
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