Crítica de cine: Capitán América, el primer vengador

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Por estos días, los superhéroes hacen nata. La invasión de actores disfrazados con trajes que dan vergüenza ajena en más de una ocasión parece no tener fin. Y sin duda que la cartelera seguirá llenándose de estos personajes, mientras las películas rindan de la manera que los estudios esperan. En esta ocasión llega el más patriotero que se conozca: el Capitán América. Creado en plena Segunda Guerra Mundial por Joe Simon y Jack Kirby, es el superhéroe más abiertamente propagandístico del mundo del comic. Llamado a crear conciencia y amor por la patria, esta es la historia de Steve Rogers, un chico que sueña con enlistarse para hacer lo que hacen los hombres, luchar por la patria en la gran guerra. Lamentablemente, su pobre físico no es apto para el ejército. Todo esto cambia cuando es sometido a un audaz experimento, del cual sale convertido en una nueva raza de súper soldado. Como es menester, posee un archienemigo encarnado en el villano Johann Schmidt, un nazi tan brutal que ni siquiera los nazis quieren saber algo de él. Este se ha hecho de un cubo de energía que lo dota de armamentos únicos y posee una sed de conquista más allá de lo imaginable.

La película, dirigida por Joe Johnston, el mismo de Parque Jurásico 3 y El hombre lobo, funciona dentro de lo que es: un comic en movimiento. No le pidamos peras al olmo, si se le mira con algo de simpatía hasta podemos decir que la historia es por un rato atrayente, en especial antes de que Rogers se convierta en el imponente acorazado muscular. Ver a este enclenque, interpretado por la cabeza de Chris Evans digitalmente colocada en el cuerpo de un flacuchento, no deja de tener algo de atractivo. La lucha del alfeñique de 40 kilos de peso por alcanzar su sueño cuando nadie lo cree posible, es la historia de muchos. Lamentablemente, lo que parte siendo una entretenida película de matiné trash, que bebe sin pudor de clásicos como Indiana Jones o Los 12 del patíbulo, pierde fuerza y foco en la segunda mitad. Después de que el Capitán América se hace famoso rescatando a 400 prisioneros de guerra de las garras del malvado Schmidt, alias Red Skull, el filme se convierte en una serie de escenas sin demasiada conexión o interés, que buscan alcanzar el tiempo promedio de las películas hoy en día y llegar al esperado y abrupto "clímax/gran pelea/tiremos la casa por la ventana con los efectos visuales", que a esta altura no resulta ni tan espectacular ni menos novedoso.  Johnston podrá ser un artesano efectivo, pero no es un creador muy dotado o ingenioso, y su Capitán América parte prometiendo poco y no entrega más que  eso.

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