Crítica de cine: La joven Victoria
En La joven Victoria aparece la mítica reina Victoria como nunca la hemos visto antes: joven, hermosa, deseable, llena de dudas y de expectativas de amar. Emily Blunt, actriz que se hiciera famosa en El diablo viste a la moda, hace de la atribulada gobernante, rodeada de una trenza de personajes arribistas y aprovechadores. Mentiras, engaños y conspiraciones para hacerse del poder son sólo algunos de los ingredientes de esta cinta que, más que histórica, se siente como un compendio de buenas intenciones en la construcción de una trama entretenida y romántica. Por supuesto que esto supone un público que apenas sepa de historia y rara vez haya escuchado algo de la época victoriana.
La joven Victoria es una película fácil. Se deja ver con indulgencia y pocas veces pone en aprietos a sus personajes, menos al espectador. En cuanto la realización huele problemas que pudieran ser perturbadores para las buenas y púdicas señoras que son su mercado objetivo y natural, el relato tiene el decoro de pasar los temas rápido y por alto. Así nadie se ofende y, supuestamente, nadie se aburre. Pero nadie, tampoco, se emocionará.
Director: Jean-Marc Vallée
Con: Emily Blunt y Rupert Friend.
Duración: 105 minutos. Género: Drama
Producción: EE.UU.-Gran Bretaña, 2009.
Calificación: Todo espectador.
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