Crítica de cine: Lo que ellas quieren

Nora Ephron, la guionista de Cuando Harry conoció a Sally, cuenta en Julie & Julia la historia de una cocinera accidental y una bloguera que la emuló. Son dos películas en una y una anda mejor que la otra.




En un punto de la primera parte de las dos películas que buscan fundirse en Julie & Julia, la treintañera Julie Powell (Amy Adams) sostiene una animada y femenina conversación de sobremesa con una amiga mientras su marido, Eric (Chris Messina), las mira en silencio. Y las sigue observando hasta que, a pito de nada, dice algo que involucra al género masculino. "¿Por qué hablas de hombres?", le contesta una y la otra complementa: "¿Qué tienen que ver acá los hombres?". O algo en esa línea.

En efecto, esta cinta es sobre "lo que ellas quieren" (las dos del título, al menos). Y siendo su responsable la misma que escribió la escena del orgasmo simulado en Cuando Harry conoció a Sally -y que perfiló a la entrañable protagonista de Silkwood- es de conceder que el recurso guionístico descrito al inicio no sea uno al que se eche mano porque sí o porque no hay otro. Mujeres fuertes y vulnerables, graciosas y complicadas, son parte de lo que Nora Ephron (Nueva York, 1941) ha ofrecido desde antes de debutar en la realización, pasada la cincuentena. Ahora reincide, exhibiendo un oficio que no impide, sin embargo, el desbalance entre las partes.

Dos historias convergen, ambas inspiradas en personajes reales. Una es la de Julia Child (Meryl Streep), estadounidense esposa de un funcionario diplomático (Stanley Tucci) que llega a París a fines de los 40 y se pregunta qué diablos puede hacer en la vida si lo que más le gusta es comer: la respuesta estaba en la cocina, donde no sólo se sintió plena sino que llegó a transformarse en una autoridad que les enseñó a las amas de casa norteamericanas (voluminoso libro mediante) cómo dominar el arte de la cocina francesa.

La otra historia se ambienta en Nueva York en 2002 y muestra a Julie como una escritora frustrada que trabaja asistiendo a familiares de víctimas del 11-s y que se junta a almorzar con amigas que sólo hablan de sus éxitos profesionales.

Como Julia en su minuto, Julie quiere hacer algo con su vida. Algo que valga la pena. Y lo que le resulta es un blog con pie forzado: un ciberdiario en el que se obliga a sí misma a seguir, durante cada día de un año completo, las 524 recetas del libro de la señora Child, contándoles luego a los eventuales lectores acerca de los resultados.

Dos películas en una, ya se dijo, sobre dos matrimonios donde ellas son permanente energía que se reparte entre el goce y la frustración, mientras ellos son maridos más bien discretos, sarcásticos y aguantadores. Esquematismos aparte, el caso es que la historia de Julia pasa de la eventual caricatura de la americana en París a valorables retazos de impensada emotividad. La de Julie, en tanto, sabe más a sitcom, lo que complica la fusión de las historias y termina pasando la cuenta. Aunque con hambre se salga de ambas.

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