Crítica de cine: Monstruos vs. Aliens
Jeffrey Katzenberg, director de DreamWorks Animation, ha asegurado que la tridimensionalidad es el futuro. ¿Qué futuro será ese? Según él, uno en que veremos y oiremos películas tal como vemos y oímos el mundo. Pero también uno de entradas más caras al que la piratería no podrá derrotar tan fácil. Y eventualmente uno que, como en esta película, se contente con obnubilar, a falta de narrativa o personajes a la altura.
En dos o en tres dimensiones, Monstruos vs. aliens es sobre unos héroes sacados de la serie B de los 50: una mujer gigante, una criatura del pantano disfrazada de "eslabón perdido", un ser gelatinoso y chistosín, un científico loco convertido en barata y un "insectosaurio". Con excepción de la primera, a quien le cayó un meteorito, eran presos del gobierno de EEUU y todos fueron sacados a las calles de San Francisco para combatir extraterrestres. Lo que sigue es una sucesión cronométrica de gags y coreografías, al servicio de una plataforma del guiño cultural (como lo es casi todo Dreamworks, de Shrek a El espantatiburones) cuyos chistes de ocasión nunca proveen épica ni comedia a la historia ni a sus monstruos. Lo que no quita que los infantes irán en masa, igual que sus padres.
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Director: Rob Letterman y Conrad Vernon.
Productores: Jill Hopper, Latifa Quaou y Lisa Stewart.
Duración: 94 minutos.
Género: Animación.
Producción: Estados Unidos, 2009.
Calificación: Todo espectador.
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