El negocio de la felicidad: el monólogo con que Marcelo Simonetti vuelve al teatro

Hasta el 31 de octubre, en la sala Radicales, el periodista y escritor muestra la tercera obra de su autoría, La leyenda de Peter Von Hales. Dirigida por Francisco Albornoz, retrata una sociedad de consumo despiadada en la voz de un hombre que ejerce un oficio extinto.




A fines de los 60, recuerda, su padre iba de puerta en puerta, ofreciendo una moledora de carne a manivela. Vendía y ganaba bien, pero con los años, cuando las picadoras y procesadoras irrumpieron en el mercado, el padre del periodista y escritor Marcelo Simonetti, intentó seguir en el negocio errante vendiendo cuchillos, pero para entonces, los vendedores viajeros como él habían perdido su sentido. La mano negra del comercio había dejado caer su peso sobre un oficio que tarde o temprano desaparecería por completo.

Es 2006, y Juan Radrigán, futuro Premio Nacional de Artes de la Representación en 2011, convoca a un grupo de escritores para impartir uno de sus talleres de dramaturgia. Están Jaime Collyer, Daniel Villalobos, Alejandra Costamagna y algunos otros, entre ellos, Simonetti. También autor de El abanico de Madame Czechowska (2003) y La traición de Borges (2005), hacía años que quería volver a escribir teatro. Su primer acercamiento con la dramaturgia, dice hoy, fue en 2003, cuando participó en el Festival del Pequeño Formado, en la Universidad de Chile, con la obra Perfume de gol, puesta en escena por Jimmy Daccarett.

"Siempre me han gustado las caleteras. Si bien provengo del mundo del periodismo y la narrativa, siempre hubo algo con el teatro que me provocaba. Su inmediatez y la reacción del público me parecían fascinante", afirma el autor. Luego, en 2008, Simonetti estrenó La gran noche, dirigida por Paly García y protagonizada por Benjamín Vicuña. Pero este otro texto, escrito bajo la supervisación del autor de Hechos consumados, permaneció allí, acabado, invisible dentro de un disco duro.

Fue el mismo Radrigán quien el año pasado, cuando volvieron a encontrarse, le propuso ponerlo en escena: "Él ya tenía pensado quién iba a dirigirlo y protagonizarlo, incluso. Es una de esas labores de maestro que solo personas como él, desinteresadas, tienen por algunos de sus alumnos. Fui muy afortunado en eso", dice Simonetti. El monólogo, bajo el título de La leyenda de Peter Von Hales, y que hasta el 31 de octubre se presenta en la sala Radicales, podría ser un ejercicio de memoria: su protagonista, un vendedor viajero de esos que ya no existen, llega hasta un pueblo perdido cargando sus brebajes. Pero no es un elixir cualquiera: todo el que lo beba, alcanzará la felicidad eterna.

"Me interesaba rescatar ese pasado que ya no existe, que fue también el de mi padre. Pero además, esa nueva invasión que trajo consigo la mercantilización de cualquier cosa, incluida la felicidad. Este hombre, quien dice ser feliz, en realidad no lo es tanto. Está muy lejos de serlo, y quizá su única forma de confirmarlo sea intentar ofrecer lo que no puede al resto", dice Simonetti.

Protagonizado por Miguel Ángel Acevedo (El príncipe desolado), Francisco Albornoz fue el elegido por Radrigán para poner el texto en escena. "Fue un honor que así fuera, sobre todo porque es quizá su labor más desconocida. Radrigán es un dramaturgo, sí, muy prolífico además, pero también es un productor intachable. Tiene los ojos bien puestos en las obras que resultan de sus talleres, como esta, y en los actores a los que descubre, como ocurrió con Miguel Ángel", afirma.

Un hombre rodeado por el mismo público, invita a todos a tomar asiento. Algo tiene que mostrar y ofrecer. Así parte el montaje que debutó a fines de agosto pasado en un desconocido festival de teatro en la localidad de Carahue, en la IX región, y que durante viernes y sábados, hasta el 31 de octubre, se presenta a las 21 horas en el espacio junto al bar The Clinic (Monjitas 580, Metro Bellas Artes). $5.000 general y $3.000 estudiantes y tercera edad.

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