Europa levanta muros para impedir paso de inmigrantes
Reino Unido y Francia construirán un muro de cuatro metros de alto en Calais, puerta de entrada al territorio británico. También hay planes similares en Grecia, Austria, Croacia y Rumania. Incluso, Noruega quiere una valla en el Artico.
Con la caída del Muro de Berlín en 1989, la construcción de vallas divisorias en Europa parecía haber quedado en el olvido. Sin embargo, la crisis migratoria, que desde el año pasado afecta al Viejo Continente con la llegada de más de 1 millón de inmigrantes ha provocado que muchos países decidan construir este tipo de separaciones para evitar el ingreso de refugiados.
Eso es lo que ocurre en Calais, donde Reino Unido -con la autorización del gobierno francés- comenzará a erigir un muro antiinmigrantes para impedir que se suban a los camiones que viajan hasta Dover, en Inglaterra. La “Gran Muralla” de Calais, como lo calificaron los medios de prensa británicos, será de cemento y tendrá cuatro metros de alto, un kilómetro de largo al borde de la carretera que llega al puerto francés sobre el Canal de la Mancha y su construcción comenzará “muy pronto”, dijo el subsecretario para la Migración, Robert Goodwill.
La construcción será financiada por el gobierno británico, según un acuerdo alcanzado en marzo. “Vamos a empezar a construir este nuevo muro muy pronto. Hemos construido la valla, ahora haremos el muro”, explicó Goodwill ayer ante un comité parlamentario.
El anuncio del gobierno de la primera ministra Theresa May se produce días después de que un grupo de refugiados e inmigrantes protagonizara varios incidentes en Calais al colocar troncos de árboles, carros de supermercado y piedras para intentar detener los vehículos y subir a bordo.
En base a las estimaciones que circulan, el proyecto del muro de Calais debería costar poco más de US$ 2,6 millones y forma parte de un paquete de medidas de US$ 22,6 millones de Londres para controlar mejor la frontera “compartida” con las autoridades francesas.
El muro se va a sumar a una serie de áreas marcadas por redes y alambres de púas que transformaron el terminal de embarcaciones y la zona circundante en un bastión protegido, aunque sigue siendo muy fácil ingresar. Así lo demuestran los grupos de refugiados que periódicamente son descubiertos a bordo de camiones frigoríficos en la otra parte de la Mancha, a menudo en el condado inglés de Kent.
Pero no sólo Reino Unido y Francia están tomando medidas de este tipo para detener a los inmigrantes. Noruega le sigue los pasos y está construyendo una valla de 3,6 metros de alto a lo largo de la frontera del Artico con Rusia. El semanario The Sunday Times señaló que la valla se está construyendo en la única ruta que conecta a los dos países.
La publicación indica que la iniciativa es parte de una controvertida revisión al sistema noruego de asilo, considerado uno de los más generosos del mundo. Esto, después de que más de 31 mil personas de más de 50 países buscara asilo en este país de sólo cinco millones de habitantes. Casi seis mil de ellos llegaron desde Rusia, vía la ruta del Artico.
El oficial encargado de la policía fronteriza noruega dijo al diario londinense que la valla le iba a permitir cerrar el cruce en caso de emergencias como la ocurrida en noviembre pasado, cuando miles de inmigrantes llegaron en bicicletas para sortear una normativa que prohibe a los viajeros cruzar a pie.
Esto se suma a una valla que ya está construida entre Macedonia y Grecia, con el fin de que los refugiados que llegan hasta este último país, no puedan pasar a otras naciones europeas. “Construir vallas y desplegar alambre de púas, no es una solución”, dijo en marzo pasado el jefe de migración de Europa, Dimitri Avramopoulos. La Unión Europea considera que las murallas no funcionan y se niega a financiarlas.
Pero pese a lo anterior, Hungría también finalizó el año pasado su valla de 175 kilómetros que construyó en la frontera con Serbia, justo en momentos en que Europa se encontraba en el punto álgido de la crisis migratoria.
Según un análisis de la agencia Reuters, desde la caída del Muro de Berlín, los países europeos han construido o comenzado a construir 1.200 kilómetros de vallas antiinmigrantes a un costo de al menos US$ 570 millones. La investigación señala que muchas de estas murallas corresponden a naciones europeas fuera del bloque.
La agencia señala que para los gobiernos los muros o las vallas son una solución simple, debido a que es legal, ya que los países tienen derecho a controlar quiénes entran a su territorio. De hecho, cada muralla o valla ha disminuido el número de migrantes irregulares que llega al país. Sin embargo, los analistas advierten que esto ha forzado a que los inmigrantes busquen nuevas rutas que son más peligrosas.
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