Explosión sepulta las esperanzas sobre el destino del submarino
Nuevo antecedente entregado por la Marina argentina impactó a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan. "Son perversos y nos manipularon", dijeron.
En un anuncio que sacudió a los familiares que por ocho días albergaron esperanzas sobre la suerte del ARA San Juan, la Armada argentina informó ayer de un "evento consistente con una explosión" en el área del Atlántico Sur, ocurrido el mismo día y cerca del lugar donde el submarino con 44 tripulantes a bordo se comunicó por última vez, el miércoles 15 de noviembre.
En una conferencia de prensa en Buenos Aires, el portavoz de la Armada, Enrique Balbi, dijo que "se recibió una información de un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con un explosión". Agregó que "este evento... coincide con la información recibida por EE.UU. (...) de una anomalía hidroacústica que hubo el día miércoles 15, a las 10:31" a 30 millas náuticas al norte de la última posición reportada por la nave. La última comunicación del submarino con la base naval de Mar del Plata se produjo a las 7:30, cuando informó sobre un desperfecto que había sido solucionado.
"Los dos informes dan casi el mismo punto y casi la mismo área. Estamos hablando de un área de 125 kilómetros de radio", precisó Balbi, quien dijo que no tenía información sobre qué había causado una posible explosión.
El portavoz de la Armada explicó que la información fue recibida ayer a través del embajador argentino en Austria, Rafael Grossi, luego de que el sonido fuera analizado. "Diferentes fuentes, hidrófonos (micrófonos subacuáticos) situados en distintas partes del mar, coinciden. De acuerdo a este informe hubo una explosión", agregó Balbi. Según el diario Clarín, la explosión se detectó desde África con micrófonos subacuáticos.
En declaraciones al canal TN, Grossi, quien además de embajador es experto nuclear, relató el trabajo realizado junto a técnicos de la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares, organismo con sede en Viena que se dedica a verificar que no existan ensayos de armas nucleares apoyado en una red internacional de estaciones de detección, entre las que se incluyen algunas instaladas en los fondos marinos.
"Nos sentamos con los técnicos para analizar la información hidroacústica que tenían de los últimos días que pudieran ser útiles para la búsqueda y pudimos obtener información que confirma la existencia de un evento aislado en la mañana del día 15, unas horas luego de la última comunicación que tuvo el ARA San Juan con su base", destacó. Grossi pidió "ser muy cautos", ya que el escenario de una explosión "no es 100% seguro". Sin embargo, reconoció que "es muy probable que así haya sido".
"No van a volver nunca"
Familiares de los tripulantes del ARA San Juan salieron llorando y quejándose de la base naval de Mar del Plata cuando recibieron la información. Incluso, informó The Associated Press, dos ambulancias de la Armada abandonaron el lugar llevando a algunos familiares que se habían descompensado tras recibir la noticia.
Uno de los familiares, que no se identificó, gritó desde su automóvil a los periodistas "¡mataron a mi hermano!". Con la misma angustia, la esposa de uno de los 44 tripulantes del submarino dijo que, aunque las familias aguardaban noticias con "esperanza", los marineros "no van a volver nunca más". "No nos quedó santo por rezar ni a nadie por pedir. No sé si hay un destino marcado para cada uno. Hay gente que no cree en eso, no volvieron y no van a volver nunca más", remarcó Jessica Gopar, esposa del cabo principal, Fernando Gabriel Santilli.
"Vine por primera vez a la base (naval) y me acabo de enterar que soy viuda", dijo Gopar ahogada en lágrimas. La mujer relató que ante la terrible noticia en la base "me dieron un vaso de agua y una pastilla para la presión. Esa fue toda la contención".
"Son perversos y nos manipularon. Ellos sabían (que el submarino había explotado). La gente se puso agresiva al enterarse", comentó fuera de la base naval Itatí Leguizamón, abogada y esposa de Germán Suárez, radarista del ARA San Juan.
Leguizamón dijo que las autoridades les confirmaron que hubo una explosión en el Atlántico el 15 de noviembre, apenas horas después de que la nave enviara su última comunicación. "El submarino descendió a 3.000 metros y eso es todo lo que saben (...). No fue localizado, pero dicen que está a 3.000 metros", aseguró.
El padre de uno de los hombres a bordo del San Juan entregó una versión más categórica al periodista Luis Majul en radio La Red. "El jefe de mi hijo me confirmó que están todos muertos, porque la explosión fue a los 220 metros de profundidad hace una semana, ocho días. Es básico, no hay mucha vuelta para darle. Explotó a más de 200 metros de profundidad y no hay ser humano que sobreviva a eso", completó.
"Se hizo una búsqueda para quedar bien, porque mandaron una mierda a navegar. En 2014 ya había tenido problemas porque no pudo emerger y eso no trascendió. Ahora no me importa que se sepa todo si total él ya no está", afirmó la esposa del radarista del submarino. "Él estaba preparado para la muerte. Siempre se confesaba y estaba en paz. Él estaba listo", dijo Leguizamón.
Profundidad de colapso
Sobre lo sucedido con el ARA San Juan, Balbi precisó que si un submarino sufre una explosión "no va a terminar nada flotando en superficie". Un submarino "implota, no hay nada que salga" a la superficie, dijo.
"Un grave problema con las baterías (de los submarinos) puede generar hidrógeno. Hidrógeno por encima de cierto porcentaje es explosivo. Explota por sí mismo. Si hubieran tenido una explosión (...) entonces todo está perdido", explicó a France Presse un ex comandante de submarino que pidió anonimato.
En tanto, el capitán retirado James H. Patton Jr., presidente de la consultora Submarine Tactics and Technology, señaló a The Associated Press que "si un submarino cae por debajo de su profundidad de aplastamiento (profundidad máxima de inmersión) implosionaría, colapsaría". Al respecto, el capitán de navío Alejandro Cuerda, comandante de la flotilla de submarinos de España, dijo al diario La Vanguardia que un submarino como el San Juan deja de ser operativo cuando se superan los 275 metros de profundidad "y entra en colapso entre los 500 y 600". El casco no resiste y revienta.
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