Financiamiento a universidades
SEÑOR DIRECTOR
El financiamiento a las universidades adscritas a la gratuidad es otro ejemplo de mala política pública, diseñada entre gallos y medianoche, que responde a la "presión social" del momento. Todos sus efectos colaterales -muchos de ellos advertidos antes de su operación- golpean el funcionamiento del sector, a sus beneficiarios y como si esto no fuera suficiente, a la billetera recargada del Estado.
Existen máximas económicas que grupos del gobierno obviaron. Una de ellas se refiere a que toda intervención estatal, aunque persiga la causa más noble, siempre distorsionará el funcionamiento del sector en el que actúe. Esto es una perogrullada que las ideologías minimizan, provocando efectos: universidades que entraron a la gratuidad apenas se sostienen y sostendrán financieramente; las tradicionales claman porque la glosa presupuestaria que apoyaron no los beneficia del todo y ven con espanto que los recursos extras del Estado van a universidades privadas. La defensa de las universidades estatales como cartel de mercado para luego propugnar inclusión y acceso gratuito a educación, da muestras de su contradicción vital ante un mundo educacional con desafíos distintos en el siglo XXI, y que aún sintoniza con retóricas grises de tiempos pretéritos.
Guillermo Olivares Heyl
Académico UDP
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