Geoglifos de Chug Chug en Atacama son traspasados a comunidades

Geoglifos de Chug Chug

Según la ministra de Bienes Nacionales, la finalidad de la concesión es "proteger este sitio arqueológico de importancia mundial y valor patrimonial excepcional para la humanidad".




Los Geoglifos de Chug Chug, ubicados a 35 km de Calama, en pleno desierto de Atacama, es uno de los sitios arqueológicos más importantes del país y el segundo con mayor número de las ancestrales representaciones después de los Geoglifos de Pintados, en la Pampa del Tamarugal (Tarapacá). En 19 mil hectáreas, se distribuyen más de 560 figuras de gran tamaño y visibles a gran distancia, que dan cuenta del intenso uso que las comunidades indígenas de la zona, principalmente atacameñas y aymaras, le dieron a esta ruta desde épocas prehispánicas, hasta el mismo siglo XX.

Debido a su valor, que algunas organizaciones han comparado con el de los geoglifos de Nazca (Perú) es que el Ministerio de Bienes Nacionales (BB.NN.) decidió entregar una concesión gratuita de cinco años de duración a dos comunidades indígenas para su administración.

Según la ministra de la cartera, Nivia Palma, la finalidad de la concesión es "proteger este sitio arqueológico de importancia mundial y valor patrimonial excepcional para la humanidad". Estas dos comunidades indígenas han tenido "ocupaciones ancestrales sobre el territorio", por lo que "paralelamente estamos tramitando una concesión de largo plazo que permita la creación de un parque como un aporte para miles de estudiantes y turistas que visitan esta asombrosa zona", agrega.

En total, son 15 mil hectáreas que se reparten entre las comunas de María Elena y Calama, que serán administradas por las comunidades indígenas Aymara de Quillagua y Atacameña Chunchuri, con fines de investigación, conservación y puesta en valor patrimonial de los ancestrales polígonos.

Como explica Tomás Sepúlveda, director de Proyectos de la Fundación Desierto de Atacama, entidad que también participa del proyecto, "estos geoglifos están siendo amenazados y destruidos por distintas acciones: autos que se suben a los cerros a hacer rally, la actividad minera y también por el turismo informal. Por eso es fundamental este paso para entregar una mejor protección".

El presidente de la comunidad Aymara de Quillagua, Víctor Palape, explica que "llevamos dos años trabajando con la comunidad de Chunchuri para poder proteger de forma efectiva este patrimonio que nos dejaron nuestros abuelos, que son todos los pueblos que vivían en el alto El Loa".

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