Huelga paraliza parcialmente a Brasil mientras índices económicos empeoran
El gobierno calificó de "fracaso" la medida. Según los sindicatos tuvo un 45% de acatamiento. El desempleo subió a 13,7%. Las cuentas públicas alcanzaron el mayor déficit primario desde 2001.
Una dispar evaluación tuvo la huelga general convocada este viernes por los principales sindicatos de Brasil contra las reformas promovidas por el Presidente Michel Temer. Mientras el gobierno calificó la medida de presión de "fracaso", la Central Unica de los Trabajadores de Brasil (CUT) hizo un balance "positivo". La huelga general, la primera -que se realizaba en el país desde 1996- coincidió con la difusión de nuevos y negativos índices económicos, en especial en materia de desempleo.
En declaraciones a la radio JovemPam, el ministro de Justicia, Osmar Serraglio, habló de "fracaso" al referirse a la huelga, pues "el comercio está funcionando, las industrias están funcionando y los trabajadores están acudiendo a sus puestos de trabajo", aunque admitió que muchos no pudieron hacerlo por la adhesión en muchas ciudades de los gremios del transporte. "No hay huelga. Lo que hay es un desorden general", insistió.
Un balance bastante diferente al entregado a la agencia Ansa por una fuente de la CUT, la cual aseguró que "lo que estamos viendo es mucho apoyo, el Presidente ilegítimo Temer nos ataca". "Para nosotros esta huelga fue más exitosa de lo que esperábamos, se está viendo claramente que Sao Paulo está parado, que Río está parado, que no trabajó nadie en Brasilia", agregó.
Similar estimación hizo la central Força Sindical, al afirmar que los trabajadores "decidieron no salir de sus casas y cruzar sus brazos por todo el país" lo que dio como resultado "el cierre de fábricas, comercios" y la paralización del transporte público. Según fuentes sindicales citadas por la agencia Efe, cerca de 40 millones de trabajadores, alrededor del 45% de la fuerza laboral, secundaron la huelga general.
En Sao Paulo, motor económico y el distrito más poblado del país, se produjeron algunos enfrentamientos entre la policía y manifestantes que obstruían arterias de la ciudad, generando congestión en el tránsito. Después del mediodía, los trenes y el metro comenzaron a funcionar parcialmente, aunque los buses seguían paralizados. En los aeropuertos hubo algunos atrasos y vuelos cancelados. El comercio registró un acatamiento parcial al cese de actividades, informó la agencia France Presse.
En Río de Janeiro la adhesión del transporte era menor y la paralización no tenía la misma intensidad, mientras que en Brasilia la circulación de buses era mínima, con lo que la protesta tenía impacto incluso en el sector público, consignó Efe.
El malestar de los sindicatos y los movimientos sociales tiene su origen en las reformas laboral y previsional impulsadas por Temer. Ambos proyectos están en trámite en el Congreso como parte del plan del gobierno para sacar al país de la peor recesión de su historia.
Según los sindicatos y hasta el Ministerio Público del Trabajo, esas medidas atentan contra derechos consagrados en la Constitución y suponen un "retroceso" que anula "conquistas históricas" de los trabajadores. El gobierno, por su parte, sostiene que esas medidas son claves para "modernizar" la legislación laboral, transmitir confianza a los inversionistas e impedir la quiebra del deficitario régimen de pensiones y jubilaciones.
También sostiene que esas medidas permitirán combatir en forma efectiva el desempleo, que según informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas llegó en el primer trimestre de este año al 13,7%, lo que supone que 14,2 millones de brasileños están sin trabajo.
Datos del Banco Central divulgados este viernes, en tanto, revelaron un déficit presupuestario primario récord de las cuentas públicas para marzo: 11.061 millones de reales (unos US$ 3.477 millones), la mayor cifra desde el inicio de la serie histórica, en diciembre de 2001.
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