La nueva cosecha de Heyne: El arquitecto del pop chileno presenta a la próxima generación
El productor lanzó el primer volumen de NMC, que compila el sonido de una nueva escena. "Queremos llevarla a otros nichos, pero no esperar diez años como pasó con Javiera Mena", explica.
Adiós a los sintetizadores, bienvenidas (otra vez) las guitarras. Cinco años después de la consolidación de una escena independiente de nuevos músicos chilenos, refrendada en celebrados discos, visitas al extranjero y el recordado (e incansablemente citado) artículo del diario El País que bautizó a Chile como "paraíso del pop", una nueva camada se abre paso en el circuito local con una propuesta que se separa del electropop que dominó la última década, la de Javiera Mena, Dënver, Astro, Gepe y Alex Anwandter como punta de lanza.
Es el recambio generacional, la nueva escena indie chilena que desde hace un par de años comienza a germinar subterráneamente en galpones y ciclos autogestionados, muchas veces en recintos no habilitados para la música en vivo. Fue justamente en uno de ellos, en una pizzería de la calle Santa Isabel, donde Cristián Heyne, el productor estrella del pop local de los últimos quince años, tuvo una experiencia reveladora, luego de ver en vivo una tocata -en un improvisado escenario junto a los baños del local- a cargo de grupos como Paracaidistas y Chini and The Technicians. Junto al periodista musical Andrés Panes, que lo acompañaba esa noche de 2015, decidieron en ese mismo instante que debían armar un compilado que agrupara a algunos exponentes destacados de este circuito.
El resultado es NMC: Pop de guitarras en Chile, una antología que desde anoche está disponible en las principales plataformas de streaming y descarga (Spotify, iTunes, Apple Music), y que en 14 canciones sintetiza el espíritu de este nuevo ecosistema creativo, en el que destacan bandas como Playa Gótica, Velódromo, Paracaidistas y Trementina, además de los lanzamientos del sello Piloto, como Las Olas, Patio Solar y Niños del Cerro.
“Ahora definitivamente hay mucha gente haciendo música de nuevo”, sentencia Heyne, el productor detrás de varios de los álbumes más relevantes del pop local de las últimas dos décadas, tanto en proyectos propios (Christianes, Shogún) como ajenos (Supernova, Dënver, Camila Moreno). Tras años de experiencia en la industria, el arquitecto de los tres últimos discos de Gepe y Javiera Mena decidió abandonar temporalmente la producción musical para convertirse en una suerte de curador, intentando así corregir lo que para él ha sido la principal falencia de los artistas de generaciones pasadas: apurar la visibilidad en el exterior.
“Escuchar este compilado para gente que está metida en esto no tiene ninguna novedad, salvo quizás dos o tres canciones, porque está pensado para gente que no conoce esto, para mostrarlo afuera. Es sacar esta música de ese nicho y llevarla a otros nichos, pero no esperar diez años como pasó con Javiera Mena”, dice.
De paso aclara que, a diferencia del rol protagónico que ha tenido en la música comercial de las últimas décadas -con trabajos junto a La Ley, Luis Jara y Glup!, por nombrar algunos-, en esta ocasión ha sido más bien un espectador de un circuito autónomo. “Ellos se autogestionan muy bien sus grabaciones. Son de ellos. Yo no tengo mucho ánimo de desarrollar la carrera discográfica de nadie”, explica.
“Es una generación con un acervo musical distinto, sin la nostalgia AM, por ejemplo”, complementa Panes. “La banda referente para casi todos es Sonic Youth, que nunca sonó en la radio, pero nadie me habló de los Beatles”.
Desde el taller
El disco que hoy ve la luz es el estreno de un proyecto mayor de Heyne, el puntapié inicial de una serie de lanzamientos bajo la firma NMC (Nueva Música Chilena) que el músico pretende ir presentando en los próximos meses. Según explica, serán compilaciones pensadas para el oído global -y el ojo, ya que también incluirá libros- y donde además de presentar nuevas propuestas se rescatarán grabaciones del pasado.
“Para mí, el objetivo es que fuera de Chile y a largo plazo -de aquí a 5 o 10 años- la música chilena pueda tener algún tipo de valor más allá de la anécdota, que pueda ser uno más de los elementos que puedan hacer que Chile tenga más notoriedad. Nos gustaría ayudar a que haya conciencia de la identidad de la música chilena”, detalla Heyne, quien reconoce sentirse cómodo en este nuevo rol de productor ejecutivo, en paralelo al trabajo en su nuevo sello (Demony).
“Nosotros estamos lejos de todo y así será siempre. Nunca va a haber una industria acá, jamás. Chile para mí es básicamente un taller donde se puede hacer arte con dedicación”, cierra.
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