Los tesoros del istmo de Ofqui para el turismo científico en Aysén
Inédita expedición reveló su enorme potencial para los viajes asociados a la investigación científica.
Conocer para proteger. Esa es la premisa que motivó a los científicos chilenos y franceses que en marzo pasado participaron de la expedición al istmo de Ofqui, al sur de la laguna San Rafael, en la Región de Aysén. Es una de las zonas menos estudiadas del país, debido a su enorme extensión, aislamiento extremo y la lluvia incesante, que hacen más costoso y difícil cualquier investigación.
Eso hasta ahora, ya que a través de un concurso de National Geographic para la protección de los litorales en el mundo, y con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (Ciep) logró los recursos para este proyecto, que busca convertir a los archipiélagos patagónicos en un destino internacional para el turismo científico. Así, fue uno de los 10 proyectos aprobados en Latinoamérica.
"Lo postulamos como una herramienta de conservación y de desarrollo social. Es una zona que merece ser estudiada y que está subdesarrollada turísticamente. El turismo científico, no masivo, es un camino para conocer primero qué es lo que hay en la zona. Los científicos serían los primeros turistas y los lugareños sus guías, parte de la cultura local y de los servicios que las expediciones requieren", sostuvo Fabien Bourlon, director de la iniciativa.
Hasta ahora, sólo dos tour- operadores locales han generado rutas en el sector menos complicado, entre la laguna San Rafael y los vestigios del canal que se intentó construir en los años 40. Estos operadores fueron los que guiaron a los científicos en la expedición, y que están generando ofertas para turistas que quieran disfrutar de paisajes prístinos y de aprender del patrimonio natural y cultural del entorno.
"Logramos aprender mucho más de la riqueza natural del entorno y de su historia para poder comunicar a los visitantes. Es muy importante que este trabajo de investigación se haga antes, para saber qué hay que cuidar y cuáles son las rutas más apropiadas, a fin de no afectar el entorno", dijo Daniel Torres, operador turístico de la agencia Destino Patagonia.
Potencial de observación
La travesía de marzo no fue fácil para los 15 profesionales chilenos y franceses. Geógrafos, botánicos, biólogos, antropólogos y operadores turísticos usaron botes portátiles en sus mochilas (pack raft) para recorrer a pie el territorio, y pasar de ambientes terrestres a acuáticos con facilidad, en una zona en que convergen dinámicas fluviales, glaciares y marinas.
Esta interacción es la que genera ecosistemas únicos, que aún no han sido estudiados. Por ejemplo, un humedal de 1.200 kilómetros cuadrados, que podría ser el más grande de país, con más de 50 especies de aves terrestres y acuáticas, algunas ya en peligro de extinción.
"Se encontraron huemules en las morrenas del glaciar, lo que es totalmente nuevo para nosotros. Eso nos permitirá solicitar más recursos para su estudio y cuidado", indicó Dennis Aldridge, jefe del Departamento de Areas Silvestres Protegidas de Conaf Aysén.
"Además, encontramos cisnes de cuello negro, coipos y el huillín, actualmente en extinción. Era posible que los halláramos, pero no teníamos la seguridad, sin embargo, la gran diversidad de ambientes permite que muchas especies vivan ahí, pese a que no lo sabíamos", destacó Juan Carlos Torres-Mura, vicepresidente de la Unión de Ornitólogos de Chile.
Por otro lado, en el lugar existe una playa de 37 kilómetros ininterrumpidos de arena blanca, una de las más largas de Chile, donde se localizaron esqueletos de ballenas y se avistaron varios grupos de delfín chileno. "Al ser una bahía más protegida, es muy probable que se trate también de un buena lugar para la crianza de la ballena franca, de incalculable valor para Chile. Hay que volver en primavera para estudiarlo", afirmó Walter Sielfeld, experto en fauna marina de la Unap, que participó en la expedición.
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