Miguel Bosé: El adelantado
El español, que se presentó este sábado en el Movistar Arena, habla de amor como todos, pero sigue ingenioso en describirlo mediante canciones, de manera única.
Caminaba por la Gran Vía en Madrid y, siendo un joven que había vivido en Londres cuando David Bowie era el dios del glam, le escupieron por llevar el pelo largo y pantalones blancos. Miguel Bosé ya pagó el precio de ser distinto. Hoy está a punto de cumplir 60 años -ocurrirá el 3 de abril-, su vestimenta es alba por completo contrastando con los ojos delineados, y se instala en el escenario sin compañía alguna, sábado por la noche, remate de una gira nacional en el Movistar arena repleto. En el arranque sostuvo tres temas completamente solo, enfrentando el escenario sin más apoyo que unas gigantescas pantallas funcionando a la manera de lienzos que se iluminaban multicolores acorde a sus gestos, mientras interpretaba Amo (que da título a su último trabajo, motivo de este tour), seguidas de Encanto y Libre ya de amores, todas nuevas y expuestas como prueba de tolerancia a un público dispuesto a la novedad y el desafío. Y es que Bosé nunca se deja atrapar, no es de casillas. Es capaz, como lo hizo el sábado, de guardar silencio, ahorrar palabrería y enfocarse en su última obra.
Aparece el coro, también de blanco, y no solo aportan con sus voces sino que junto al ídolo español conforman un cuerpo de baile relajado y atractivo. Al turno de El hijo del capitán Trueno la banda se deja ver, y parte de sus músicos también integran algunos pasos de baile sin perder detalle en la ejecución, en tanto ciertas imágenes retrataban paisajes submarinos, la gran pasión de Bosé, que si no hubiera sido cantante se habría dedicado profesionalmente al estudio de los mares, lo ha contado.
Llega Salamandra, del álbum homónimo lanzado hace ya 30 años, y no solo se trata de un clásico de su discografía, sino que luce fresca, moderna, sin denotar el paso del tiempo. Aquel es un detalle de la cita: las canciones de Bosé, como él mismo, no envejecen sino que se transforman, aflorando una cualidad elástica en su material. Como un lobo por ejemplo, una de las mejores de su repertorio, se aceleró tomando distancia del formato balada synth pop. Nada particular, también remozada, asumió dimensiones litúrgicas, emocionando al público. La gente abandonó sus butacas en Nena, desató un griterío en Si tú no vuelves y contempló en silencio el mazazo de Dame argumentos, la mejor canción de rock de España en la última década.
En el remate de esta gira la voz de Miguel Bosé flaqueó varias veces, algo quebradiza, detalle menor para un espectáculo que nos recuerda su lugar en el firmamento del pop hispanoamericano. Es el adelantado, quien dicta para el mercado en español los contornos de la canción romántica, que no renuncia a los cambios y las búsquedas. Bosé habla de amor como todos, pero sigue ingenioso en describirlo mediante canciones, de manera única.
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