Suiza, ejemplo en política
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Señor director:
A nadie debiera ser indiferente la forma en que se organiza la sociedad y la idoneidad de sus gobernantes. De ahí la importancia de la política, de los políticos y de la ciudadanía que los elige. El político y ensayista español Angel Ossorio y Gallardo (1873-1946), advirtió que "los regímenes no caen por el vigor de sus adversarios, sino por la deserción de quienes deben sustentarlo". Así fue, es y seguirá siendo. Lo que se debe hacer es incentivar la incorporación de personas virtuosas a la política, y no estigmatizarla como una actividad ajena, distante o nociva.
Suiza ha resuelto el problema con sus políticos milicianos: personas que desempeñan funciones públicas, pero no viven de ellas. Los parlamentarios que componen la Asamblea Federal de ese país ejercen sus cargos ad honorem, cobrando una pequeña dieta por tareas específicas relacionadas exclusivamente con el cantón que representan, y sin renunciar a sus actividades privadas. Sólo los siete integrantes del Consejo Federal y los consejeros cantonales trabajan con dedicación plena y remunerada. Se dirá que este sistema es una excepción en el mundo, pero convengamos que la democracia suiza y sus políticos gozan de un prestigio también excepcional.
Alfonso Ríos Larraín
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