El cambio del centro político
El desplome y la posterior desarticulación que está viviendo la DC revelan una crisis en el centro político. Los falangistas se vieron tirados hacia la izquierda a tal punto que se cortaron las amarras. Hace tiempo que mucha gente de centro ya no votaba por la DC y una parte importante en la contundente victoria de Sebastián Piñera la jugó el electorado otrora falangista.
El hecho es que ese difuso pero porfiado y extenso campo que es el centro, está agitado. Los ex-DC quieren formar nuevos movimientos. Pero también existe una serie de agrupaciones, como Ciudadanos y otras menores, que van desde liberales centristas a socialcristianas, y, en general, personas que se distancian de los partidos tradicionales de la izquierda y del giro que han tomado, pero que tampoco se identifican con las posiciones de la derecha usual de la transición.
Las cosas se complican aún más por el ingreso en el juego de un actor de rango mayor: Renovación Nacional. Pasó casi desapercibida una noticia que viene a ser como una carga de profundidad, pues redefine el mapa político: RN ingresó, con el entusiasta apoyo de la DC alemana, a la Internacional Demócrata de Centro (ex Internacional Demócrata Cristiana). Eso significa que pertenece al mismo bloque que nuestra deteriorada falange.
No es un paso aislado. Hace tiempo que RN venía avanzando en un lento pero consistente proceso. Él incluyó la modificación de la Declaración de Principios de ese partido; jornadas de reflexión política; la formación de una alianza estable con otros partidos del sector, la constitución allí de un consejo político, el apoyo decidido a la redacción de un texto de contenidos para esa alianza -la "Convocatoria política"-; en fin, el resultado de ese largo camino decanta en un documento de trabajo "Las ideas de república y nación como bases del discurso político de Renovación Nacional". Allí se propone dejar atrás el énfasis economicista o en asuntos de moral particular, para considerar los temas económicos, también los morales, los educativos, territoriales, urbanísticos, etc., pero desde una perspectiva política, es decir, una que tenga a la vista la totalidad del país.
Todos esos pasos que ha venido dando RN, le permiten instalarse con aplomo en ese convulsionado centro del espectro. El hecho podría tener consecuencias históricas.
Es menester pensar en lo siguiente: por primera vez desde la dictadura, aparece en la centroderecha un partido que puede llamarse propiamente de centro-derecha. E incluso ponerle el acento al centro en la expresión, una vez que ese talante le ha sido reconocido por los pares que le acogen en la Internacional Demócrata de Centro.
Pero, además, por primera vez desde la dictadura, aparece en la centroderecha un partido que esboza un discurso específicamente político, que le hace caso a la premisa del viejo Aristóteles respecto a que la política es una disciplina arquitectónica: es ella la llamada a plantear la visión del país por conseguir, y la economía y la moral particular y toda otra disciplina han de ser consideradas, ciertamente, pero no como el criterio final de decisión. En la derecha tradicional, en cambio, se combinaba un discurso primariamente económico con otro de moral, eminentemente sexual. En ese sector no había esto que viene siendo parido ahora, en un largo proceso de maduración: un pensamiento explícitamente político, una visión política del país que pusiera las cuestiones económicas y morales en perspectiva política y, sobre todo, que pudiese ser la base de una auténtica comprensión de los anhelos populares y fundamento de una agenda de reformas institucionales en consecuencia.
Más aún, por primera vez desde la dictadura, un partido de centroderecha repara explícitamente en la diversidad ideológica que contiene y en el carácter más que centenario de las fuentes de pensamiento a las que puede remitirse.
En RN hay liberales laicos, liberales cristianos, socialcristianos y nacionales. Ese complejo acervo de tradiciones conduce a autores y doctrinas variadas, pero que coinciden en una concepción específicamente política de lo político, antes que nudamente moral o económica. Se vuelve a descubrir, en la centroderecha, que ese sector sí existía antes de la dictadura y con un calado doctrinario mucho mayor que el que usualmente se pensaba.
Si se consideran con atención estas circunstancias, no es aventurado decir que el centro político chileno está cambiando; en este instante.
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