Centrales a carbón
Señor director:
El país ha recibido como una gran y esperanzadora noticia el anuncio del gobierno y las generadoras de no construir más centrales termoeléctricas a carbón, y el cese programado de las existentes. Es un gran paso, al ser una de las principales exigencias de comunidades y organizaciones a la luz de los graves efectos en la salud de las personas y los ecosistemas originados por el uso de esta tecnología a nivel nacional, ya que a impactos globales como el cambio climático siempre hay que sumar los de tipo local.
Es de esperar que esta decisión se refrende con la incorporación de Chile a la "Alianza Global para eliminar el Carbón", que más de 20 países constituyeran durante la COP 23 realizada a fines de noviembre en Bonn, Alemania. Y, también, que el objetivo de ir terminando con esta tecnología se cumpla en 2030 e incluso antes. La vida del planeta y en particular de miles de chilenos lo demandan.
Por ello es fundamental que en la mesa que se constituya para programar el cese de las unidades no solo participen empresas, técnicos y economistas. Gremios de la salud, comunidades y organizaciones tienen que ser incorporados a este relevante diálogo, por la multiplicidad de consideraciones que deben ser tomadas en cuenta.
Aunque desde algunos sectores se plantee que esta decisión es principalmente por motivos económicos, desde la sociedad civil existe claridad que aunque esa sea muchas veces la razón final, lograr que el mercado reaccione de esta manera es fruto de la movilización y convicción de millones de ciudadanos y ciudadanas a lo largo del país y el mundo que, efectivamente, queremos avanzar en sociedades más sustentables.
Sara Larraín
Directora Chile Sustentable
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