Congestión en carreteras



Tal como todos los años, se esperaba un uso masivo de las carreteras con motivo del fin de semana largo de Semana Santa. En cifras del gobierno, un fin de semana del alto tráfico transitan por la ruta 68 unos 3.400 autos por hora, pero este año el flujo fue de 4.400 autos la hora, lo que provocó un colapso total de esta y otras arterias que conectan a Santiago con el resto del país.

Nadie podría sorprenderse por la alta congestión que muestran las carreteras. Sólo el año pasado se comercializaron 361 mil autos nuevos lo que equivale a un explosivo crecimiento de 18,1% respecto al año anterior y las proyecciones de la industria anticipan que el aumento 2018 podría ser incluso mayor. Este aumento en la demanda por carreteras interurbanas no ha tenido una respuesta equivalente por el lado de la oferta.

No es primera vez que frente a un evento de alta congestión vehicular en un fin de semana largo se anuncien todo tipo de medidas para subsanarla. De hecho, al día siguiente del embotellamiento histórico en las carreteras interurbanas el MOP junto al ministerio de Transportes creó una mesa de trabajo a la que se sumaron Carabineros y las concesionarias con cuatro ejes: aumentar la capacidad de infraestructura, nuevas formas de transporte público o privado, más tecnología y contar con alternativas en caso de que la ruta principal a Santiago sufra algún corte.

Las autoridades tienen la responsabilidad de tratar de evitar reacciones viscerales a la luz de la coyuntura y deben buscar soluciones reales con un horizonte de largo plazo. Estas pasan, en primer lugar, por reconocer los contratos que actualmente tienen con las concesionarias y respetar el derecho de propiedad que conllevan esas inversiones. Por lo que cualquier cambio en las condiciones actuales de los contratos requiere del concurso voluntario de las empresas o, en caso contrario, esperar el fin del periodo de concesión y, por lo tanto, las autoridades no pueden endosar la responsabilidad que tienen ante la ciudadanía de resolver situaciones anómalas en el flujo de las carreteras.

Entre las soluciones que los expertos han señalado se encuentran el uso del tag en peajes, una tercera pista en los tramos de conexión con la capital, peajes diferenciados para incentivar el uso de las carreteras en horarios de menor congestión y la introducción de más tecnología, entre otras medidas. Es fundamental que en la renovación que viene de las concesiones se introduzcan criterios que, por un lado, doten a las actuales carreteras de mayor infraestructura y tecnología y, por otro, generen incentivos para mayor inversión en el futuro en la medida que aumente la demanda por su uso.

Más allá de la importancia de garantizar los contratos que respaldan a las concesionarias –cuyo respeto es esencial para asegurar futuros inversionistas en materia de concesiones-, las empresas privadas no pueden soslayar la necesidad de buscar acuerdos que mitiguen los impactos que ha generado la explosiva demanda por carreteras. El éxito del sistema de concesiones también depende de que los usuarios, ya sea por la vía de mayor información o una mejor atención, obtengan soluciones reales y la provisión de servicios de excelencia, porque cuando estos fallan en forma reiterada, los contratos no son suficientes para darle al sistema de concesión de carreteras una verdadera licencia social de operación.

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