Déficit político en el gobierno
¿Qué tienen de común el empantanarse del gobierno en materias morales, los desatinos del ministro Varela, el silencio sobre la cuestión de fondo de las marchas y que no se advierta como un problema la designación de un hermano del presidente en el cargo de embajador? Esto: falta de política. Al gobierno le falta política.
"De una manera completamente sistemática el pensamiento liberal soslaya o ignora al Estado y la política y se mueve, en vez de eso, en una polaridad típica y reiterativa entre dos esferas heterogéneas, a saber, de ética y economía, espíritu y negocio, cultura y propiedad". Esta frase podría decirse de la derecha que se articuló en Chile con la dictadura y cuya lógica parece estar hoy predominando en el gobierno.
Fue escrita hace noventa y un años. Nuestro liberalismo, después de todo, es una simple actualización de ese otro liberalismo, sólo que más modesto. Aquí no se nota "espíritu" y "cultura". Junto a la economía, por el lado ético predomina la moral sexual.
Lo que ha cambiado últimamente es que de padres moralmente conservadores salieron hijos moralmente liberales, entonces ahora la derecha de Guerra Fría es defensora del mercado en economía y, en moral sexual, se divide entre los conservadores, tipo van Rysselberghe, y los más modernistas, tipo Evópoli o el ministro de los profilácticos.
Es nuestra versión pobre del en otras latitudes bullente liberalismo. Pasa que en nuestras tierras no encarnó propiamente una burguesía que fuese, como la llamó Góngora, una "verdadera clase rectora de la sociedad y la cultura", sino "grupos de negocios", ora con fe conservadora ora laicos, pero privados de la autoconsciencia y densidad de espíritu propios de esa clase europea.
Este liberalismo trunco, escaso de cultura y espíritu, añade, a su carencia local, la falencia general de la versión del liberalismo descrita más arriba, a saber, la aversión a la política.
No quiere o no puede pensar en política. Por eso, cuando sus miembros participan en política y son apurados, salen hablando de economía y moral: de crecimiento y eso de "los niños primero"; de la educación como bien de consumo y los preservativos.
Les resulta mucho más difícil, en cambio, pensar políticamente.
La economía y la moral los acostumbra a los razonamientos generales, a las reglas abstractas de la oferta y la demanda o los mandamientos del credo religioso o laico que profesan.
Se desentienden, en cambio, del contexto concreto, les resulta poco significativa la situación popular, el interés de la nación; incluso les llegan a molestar expresiones como "pueblo" o "nación"; tienden a ser inmunes a la cuestión territorial, al asunto de la integración del pueblo en una cierta identidad común y en la que el paisaje sea tomado en su peso existencial y estético.
Justo aquí empiezan los problemas, debidos, precisamente, a la falta de base política (además de la banalidad cultural). Se incurre en desatinos en los nombramientos; no se tienen respuestas fundadas en un pensamiento político denso a la ideología tras las marchas; se soslayan los requerimientos fundamentales del pueblo por integración, no se sabe de una agenda de reformas políticas; se carece de una visión de país para las décadas por venir, distinto de la palabra crecimiento; aparecen ministros hablando torpemente, como no teniendo manera de llenar el silencio que produce la ausencia de conocimiento político en una situación política.
El problema es de deficiencia comprensiva. La política exige atender a la situación concreta del pueblo en su territorio, compenetrarse con ella para llevarlo a una expresión discursiva e institucional que haga sentido. Recién entonces los gobiernos pueden ejercer un liderazgo virtuoso, destrabarse los conflictos menores, el presidente y sus ministros alinear sus palabras y acciones con una visión de Estado atenta a las prioridades nacionales, a las exigencias del papel simbólico de los cargos, a las competencias que ellos exigen, a sus incompatibilidades, al decoro, a la importancia de poder conducir por la palabra los destinos del pueblo.
Urge, entonces, más política en el gobierno.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.