El desalojo hispánico
¿Puede suceder que, de un día para otro, la vida política de un país cambie sustancialmente y sin pasar por las urnas? Dicha situación acaba de tener lugar en España gracias al éxito de una moción de censura. Se había intentado otras veces, siendo la cuarta la vencida. Desde la rigidez propia de un sistema presidencial puede generar cierta sensación de vértigo, pero los regímenes parlamentarios han previsto fórmulas para, llegado el caso, librarse de la falta de idoneidad o de la incompetencia.
Esta vez le tocó al Ejecutivo de centro derecha presidido por Mariano Rajoy. Luego de seis años en el poder, sortear la crisis económica de 2008 y enfrentar un referéndum unilateral de independencia en Cataluña ha debido dejar paso a otro, presidido por el socialista Pedro Sánchez. La ocasión la brindó la sentencia del caso Gürtel, que concluyó que habría existido una "trama de corrupción generalizada" con relación al PP.
Aunque la referida moción confirmó el normal funcionamiento de las instituciones, igual se percibe una sensación agridulce. El gobierno que emerge, que incluye hasta a un astronauta, con vocación europeísta y el más feminista de la historia es, al mismo tiempo, el más débil en un momento en que el país asiste a la más grave crisis de la democracia. No dispone de mayorías legislativas para enfrentar los desafíos del momento, expresados en un modelo territorial que el separatismo catalán rechaza, al que se suman los arrestos provenientes del País Vasco. Allí ha comenzado a discutirse un nuevo estatuto que contemplaría no solo el derecho a decidir, sino también la creación de una nacionalidad vasca. Sánchez deberá gobernar con unos presupuestos que rechazó mientras fueron tramitados y enfrentará, al igual que su antecesor, las sentencias por venir en diversos casos de corrupción donde el de los ERE, que involucra al PSOE en Andalucía, es uno de los más voluminosos.
En lo que ha sido un legítimo cambio de gobierno, que deberá revalidarse en las elecciones de mayo del año próximo, algunos creen ver un nuevo ciclo político. El resultado de una moción que parecía improbable dada la fragmentación del Congreso se logró gracias a una coalición de rechazo a Rajoy compuesta por ocho partidos, entre ellos algunos que no disimulan querer la ruptura de España. Sin embargo, reputados analistas ven otra coalición, más silenciosa y subrepticia: la del PSOE con el PP, una resurrección del bipartidismo para frenar el ascenso de Ciudadanos, el partido liberal progresista que logró ganar unas elecciones por primera vez en Cataluña sin ser catalanista.
España asiste a una situación extraña. Por un lado tan integrada a Europa pero por otro con unas autonomías que, como insinúa Carmen Iglesias, presidenta de la Real Academia de la Historia, han devenido en aduanas interiores.
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