"A mi manera": una nueva agenda legislativa en educación
El ministro de Educación, junto con su equipo, fue recibido por primera vez en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, que también cuenta con varios miembros debutantes. Si bien la presentación del ministro fue muy breve -y a veces algo dispersa- permite tener dos cosas más o menos claras: cuáles serán las prioridades del gobierno en educación durante este año, y que el ministro hará las cosas, como diría Frank Sinatra, a su manera.
En primer lugar, del énfasis en educación parvularia se deriva que el gobierno impulsará una muy esperada fórmula de financiamiento para este nivel educativo. Aunque entregar recursos suficientes a los estudiantes más pequeños es un objetivo ampliamente compartido, las diferencias que el Mineduc deberá sortear tienen que ver con cómo proteger la libertad de los padres y la calidad de la oferta en esta tarea. Respecto al primer punto, es claro que se debe promover una subvención por alumno, que permita que los recursos del Estado se destinen a la institución que los padres prefieran matricular a sus hijos. Por principio, un gobierno que defiende la libertad de enseñanza debe tender a la igualdad de trato entre proveedores que los ciudadanos consideren los mejores. La fórmula de entrega de esta subvención debe ser cuidadosamente pensada y revisada con los proveedores públicos y privados, de manera de coincidir correctamente con las particularidades de este nivel educativo, que no es igual a la educación básica. En relación al segundo punto, la verificación de la calidad de la oferta será fundamental para que la ampliación de la cobertura venga acompañada de una mejora. La normativa e institucionalidad para estos efectos está lista, pero debe ponerse en aplicación.
En segundo lugar, el secretario de Estado hizo ver su preocupación por la educación técnico profesional. Este énfasis podría no requerir de proyectos de ley, pero algunos podrían ser necesarios. La continuidad entre la educación media técnico profesional y la superior es una idea ampliamente discutida, pero no ha sido sistematizada en una propuesta concreta. La integración entre ambos niveles, mediante una modificación a la estructura de títulos y grados técnico profesionales, podría dar un impulso a la colaboración entre instituciones hoy incomprensiblemente separadas. La continuación del trabajo con el Marco de Cualificaciones técnico, con los debidos resguardos de la autonomía de las instituciones, también puede ser una vía. Por otra parte, la reglamentación referente a la acreditación específica para las instituciones de educación superior TP es una muy interesante oportunidad, en la que es posible consolidar la discusión específica sobre calidad técnico profesional, diferenciándola de la universitaria.
Finalmente, en relación a los proyectos en tramitación heredados por la administración anterior, es urgente una mayor claridad. Esto porque ambos proyectos son caballos de Troya. La tentación de abrir la puerta para encontrar una solución de consenso a los conflictos que genera el Crédito con Aval del Estado en educación superior y el cierre de escuelas de mala calidad en educación escolar pueden llevar al gobierno a entrar a una discusión que no quiere tener. Ambos son temas que se van a tener que discutir tarde o temprano, pero quizás no hoy. Si bien la buena crianza y la prudencia política podrían ordenar otra cosa, lo recomendable es que estos proyectos sean retirados (con excepción quizás de los problemas técnicos de aplicación de la carrera docente), y el ministerio comience, al corto plazo, a materializar su propia agenda. A su manera.
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