Tecnología wearable: conoce las últimas novedades en el área de la salud

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Relojes, lentes, prendas y tatuajes “inteligentes” que recaban información sobre tu condición de salud, ¿pero qué sucede con esa información privada? ¿Cómo se usa? Acá te contamos sobre el debate que se ha abierto y también de los últimos lanzamientos en un mercado que llegará a facturar 81.000 millones de dólares este año.


Entre las infinitas réplicas de la pandemia, este terremoto sanitario de alcances planetarios del que aún somos convalecientes, cuelan fenómenos como las explosivas ventas de relojes y pulseras inteligentes, alcanzando casi un 18% de incremento en 2020 en todo el mundo. A falta de gimnasios abiertos, se convirtieron en una efectiva alternativa de monitoreo de actividad física bajo encierro.

Los smartwatches son el ejemplo de wearables -o “vestibles” como se castellaniza- más reconocibles, dentro de una variedad de dispositivos que podemos llevar fácilmente en el cuerpo como pulseras, anillos, aros, lentes, ropas y tatuajes, en un etcétera cada vez más amplio. Junto con cumplir su función original, recopilan y emiten información sobre la condición física. Su auge es tal, que la firma de investigación Gartner prevé que el gasto en el orbe en estos productos superará este año los 81.000 millones de dólares.

En el caso de los smartwatches, es como tener un Pepe Grillo en la muñeca con una serie de indicadores y recordatorios sobre tus movimientos, gasto calórico y ritmo cardiaco, entre diversa información capturada. Hay modelos como el reloj iBeat que promete alertar de infartos -en rigor, recoge data interpretable en términos preventivos-, mientras el Apple Watch 6 y Fitbit Sense, entre otras alternativas, pueden emitir un electrocardiograma, medir la presión arterial y el nivel de oxígeno.

La escuela de Medicina de la Universidad de Harvard observa con optimismo estos aparatos, aunque con algunas reservas. “El reloj inteligente, al igual que otros dispositivos populares de ECG vinculados a teléfonos inteligentes”, acota un artículo de diciembre de Harvard Health Publishing, “puede tener una línea de base ondulada si no se aplica con cuidado”.

En el caso de enfermos de Parkinson o con accidentes vasculares previos, el examen bajo esta modalidad no funciona. A la vez, los electrocardiogramas registrados correctamente desde un smartwatch arrojaron un excelente desempeño oscilante entre 93% y 95%, identificando distintos tipos de infarto.

Para monitoreos más tradicionales, existen sensores adheribles y discretos -ultrafinos y resistentes al sudor- que miden la temperatura, la humedad del cuerpo, flujo de aire, actividad cerebral y calidad de sueño. A pesar de sus cualidades, el siguiente nivel es el tatuaje electrónico desarrollado en la Universidad de Tokio. El dibujo se traza con varillas de oro nanométricas, y sirve para chequear signos vitales sin los contratiempos de los parches adhesivos, que pueden provocar irritaciones.

No te ahogues

A partir de la lógica smartwatch se han desarrollado una serie de wearables sorprendentes, como el collar para deportes acuáticos que impide ahogarse, tercera causa de muerte en el mundo según la OMS, con 236 mil defunciones anuales. Se trata del Wuanap, con la promesa de mantener a flote incluso en estado de inconsciencia. O el collar para perros de Petpuls, que traduce el ánimo de la mascota gracias a una base con 10 mil muestras de ladridos tomadas de una cincuentena de razas.

Los lentes ópticos para público general aún están lejos de reunir datos como Terminator buscando a Sarah Connor, no así en el ámbito industrial con formatos que permiten visualizar información y agilizar despachos. Sin embargo, existe un prototipo para monitorear la diabetes, proyectado para 2023 por las universidades de Sao Paulo y California. Las gafas incorporan “un detector electroquímico de microfluidos en una almohadilla de puente nasal de gafas”, según un informe de los investigadores de ambas instituciones.

Algunas lecturas predicen que los wearables serán progresivamente innecesarios en la medida que la ropa sensorial, o ropa inteligente -smart clothes en el mundo anglo- logre superar las actuales barreras de diseño, como los riesgos inherentes a lavados -electrónica y agua rara vez combinan-, y la duración de las baterías.

Por ahora, existen calcetas inteligentes de Sensoria, capaces de detectar qué zonas del pie reciben más presión remitiendo los datos al smartphone; un traje de negocios de Samsung que permite, entre otras funciones, intercambiar tarjetas de presentación digitales; el pijama para atletas de Under Armour que absorbe el calor del cuerpo liberando luz infrarroja en pos de la calidad del sueño y la recuperación muscular; la chaqueta de Levi’s que, entre distintas gracias, te avisa dónde viene el móvil; las calzas para yoga Nadi X que corrige posiciones, y los trajes de baño Neviano con sensor UV, que envía señales a dispositivos iOS y Android, alertando la necesidad de aplicar más protección solar.

Ojo al dato

Usuarios del Apple Watch se han quejado porque el aparato puede medir -si se quiere- la actividad sexual, ya sea acompañado o en plan masturbación, y que esa data es potencialmente embarazosa y un flanco en la privacidad. Un testimonio masculino en redes asegura haber revelado por accidente a la familia sus hábitos de actividad auto gratificante. Otro lamenta que por tener enlazada la información de gasto calórico, pulsaciones y demases con su esposa, cuando ella está en el trabajo y él en casa, la cónyuge sabe de inmediato si practica alguna actividad de índole erótico, con las consiguientes preguntas inmediatas vía texto.

En Europa, las empresas están obligadas a informar a sus clientes el uso que se da a este tipo de data acumulada. En EE.UU. en cambio, recién se están poniendo al día. El pasado 15 de septiembre, la Comisión Federal de Comercio (FTC en inglés) asumió una serie de medidas en torno a infracciones sanitarias para aplicaciones de salud y dispositivos enlazados, asumiendo que hasta ahora la legislatura era bastante relajada y anticuada, con ajustes implementados en 1996 y 2009, demasiado calendario para la velocidad vertiginosa de los cambios tecnológicos. La norma exige que los consumidores y la FTC deben ser notificados sobre qué usos se da a toda esa información personal recopilada en torno a la condición sanitaria, a fin de proteger la intimidad.

El comunicado del organismo declara que “la Comisión se ha dado cuenta de que las aplicaciones de salud, que pueden rastrear desde los niveles de glucosa en sangre de los diabéticos hasta parámetros relacionados con la fertilidad o las horas de sueño, cada vez recopilan más datos sensibles y personales de los consumidores”. Para la entidad reguladora, las aplicaciones son responsables de mantener “a buen recaudo los datos que recogen”, incluyendo prevenir “el acceso no autorizado a esa información”.

Las empresas infractoras que no informen a sus usuarios ni a la FTC qué van a hacer con la data de sus usuarios, arriesgan multas de US$43.792 por infracción y día.

Lina M. Khan, presidente de la FTC, puso ejemplos para graficar los riesgos del laxo chequeo que existía en EE.UU. respecto de este tema. Se puede ver así: si la firma X sabe en detalle la salud de sus clientes, tiene la sartén por el mango. “Las empresas pueden usar esa información para alimentar su publicidad dirigida o sus herramientas analíticas”, declaró la ejecutiva por escrito. “Dada la prevalencia de la publicidad dirigida, la Comisión debería supervisar qué datos se recogen y si los modelos de negocio que se desarrollan a su alrededor, crean incentivos que ponen en riesgo la seguridad de esos datos”.

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