Guía para cuidar las cinco plantas de interior más comunes (y salvarlas de un desastre)

Cómo cuidar las plantas de interior. Foto: Freepik.

Seleccionamos las especies que con más frecuencia se ven dentro de los hogares. ¿Cómo saber si les falta o les sobra agua? ¿Cuánta luz y calor necesitan? Aquí las respuestas.




No tengo pruebas pero tampoco dudas: tener plantas en el interior de los hogares es una tendencia cada vez más masiva en Chile. Aumenta el número de amantes de estos organismos, la cantidad de especies deseables para fines decorativos y, también, la cantidad de viviendas y oficinas que lucen como verdaderos paraísos selváticos.

¿Cuál es el problema? Que muchas personas ven a las plantas como meros objetos de diseño, muebles verdes que se riegan y se ven bonitos. De hecho, un error común es tener más consideración por las “necesidades estéticas” del espacio que las necesidades biológicas de las propias plantas.

“Tenemos una necesidad de rellenar nuestro espacio íntimo con ellas, ya sea el hogar o el trabajo, pero estos no siempre reúnen las condiciones de iluminación y temperatura necesarias para el desarrollo de una planta”, ejemplifica Jorge Saits, del Jardín Costa Rica. Este emprendimiento familiar, ubicado en Conchalí, es uno de los tantos que ha engrosado el rubro en la última década, ofreciendo servicios de venta y asesoría en el cuidado de las plantas.

¿Se están poniendo amarillas tus especies? ¿Se les caen las hojas, no les crecen nuevas o se apestan con distintos microorganismos? ¿Por qué en Instagram o en Pinterest la gente tiene sus plantas tan verdes y brillantes mientras las tuyas lucen opacas y casi grises?

Seleccionamos cinco especies muy comunes en casas y oficinas chilenas, y revisamos las principales complejidades que presenta su cuidado: los errores más frecuentes que se comenten, qué hacer cuando se comienzan a deteriorar y cuándo determinar que, efectivamente, ya no queda más por hacer.

Sansevieria o “lengua de suegra”

De origen africano. Aunque su denominación popular —“lengua de suegra”— parece salida directamente de las páginas de Condorito y merece una revisión, su verde intenso y la estilizada figura de sus hojas, sin ramaje de por medio, la hacen una planta muy llamativa.

“Los diseñadores la han puesto mucho de moda”, comenta Natalie Baracat, fundadora junto a Patricio Arcos, su pareja, de Newenbotanicum, un vivero ecológico dedicado a la venta de plantas y productos orgánicos para la jardinería, además de ofrecer talleres y asesorías.

“Su forma alargada hace que sea muy fácil de tener en espacios reducidos, como un dormitorio o un departamento”, complementa Jorge Saits.

Hace unos años, la misma NASA recomendó tener una sansevieria en casa, pues tienen el “don” de purificar el aire, aún en espacios cerrados, “eliminando agentes tóxicos como el benceno, formaldehído y tricloroetileno, ayudando a reducir los efectos del Síndrome del edificio enfermo”. “Mucha gente la compra por lo mismo”, dice Sainz.

“La sansevieria es conocidas por su longevidad y resistencia, por eso figura en muchos hogares”, aporta César Bustos, del Vivero Maranata, un espacio de cultivo especializado en plantas nativas, fundado en Paine por su madre, Carmen Campos. ¿Y cuánto puede vivir? En condiciones óptimas, responde Bustos, más de 60 años.

Pero eso si se la cuida bien. Un error clásico en el cuidado de plantas, cualquiera sea su especie, tiene que ver con el riego. En este caso, la sansevieria es una especie de territorio árido, cercana a cactus y suculentas, que además posee mucho líquido al interior de sus hojas, por lo tanto su sustratno no necesita de mucha agua. Pero como pocos saben eso, “la gente la riega más de lo necesario, pensando que estará feliz. Pero es todo lo contrario”, comenta Baracat.

Esto provoca que la sansevieria tienda a pudrirse, algo que también le puede ocurrir si su sustrato no es el adecuado. “Por ejemplo, si está muy cargado al compost”, dice la dueña de Newenbotanicum.

¿Cómo saber si la planta se está pudriendo? Cuando comienzan a aparecerle manchas de color marrón sobre sus hojas, signo de la presencia de hongos y, por ende, de mucha humedad, que tiende a pudrir las raíces. “La gente se queda con la hoja en la mano cuando la limpian”, dice Jorge Saits.

En esos casos, se debe suspender el riego inmediatamente y acercar la planta a alguna fuente de luz o al sol directo, “pero no por mucho tiempo, solo lo necesario para que seque esa humedad”, recomienda Saits. Por su parte, Baracat sugiere cortar la zona afectada. Y si la pudrición está muy avanzada, se pueden rescatar las partes sanas, cortándolas y aplicando enraizante sobre el corte. Luego, debes proceder a plantar dicho trozo en otra maceta —idealmente con sustrato de perlitas, sin tanto compost— para que brote una nueva planta.

En invierno basta regarla una vez al mes. Y si se quiere limpiar, se debe hacer con un paño seco. “No conviene mojar la hoja”, insiste Saits. Y si temes a que se deshidrate, considera esto: cuando le falta humectación, la sansevieria te lo hará saber enroscándose. César Bustos, sugiere, además, cuidarla del frío, que no reciba corrientes de aire directamente ni mantenerla en lugares demasiado sombríos.

¿Cómo saber que la planta está muerta? “Cuando las hojas completas están blandas y de color café; eso quiere decir que está con una pudrición de la que no se puede salvar ni un pedacito de la hoja”, responde Baracat.

Alocasia micorriza o “manto de Eva”

Así de grande pueden ser las hojas de un manto de eva o Alocasia macrorrhiza.

El manto de Eva pasó de ser un objeto de mal augurio —a causa de lo tóxico que puede ser si come— a transformarse en todo un símbolo de estatus. “La Alocasia macrorrhiza es apreciada por su apariencia exótica y vistosa”, dice César Bustos. “Su follaje cubre mucho espacio, es como la reina de la casa”, agrega Patricio Arcos. “En verano, crece majestuosa, y puede llegar a medir cinco metros de altura si es adulta”, afirma Jorge Saits.

Es en el período estival cuando esta planta de origen asiático despliega toda su belleza tropical, llegando a tener seis o siete hojas en simultáneo. Sin embargo, todo este esplendor se toma un descanso en el invierno. “Un diseñador de ambientes puede pensar que las plantas se van a ver bien en todo momento, pero la verdad es que en otoño e invierno merman mucho sus hojas. La estacionalidad le juega en contra”, apunta Arcos.

Al manto de Eva le molesta el frío. Los ambientes bajo los 15 grados la hacen decaer, su hoja amarillea e incluso se puede perder. Es común que en invierno solo le queden un par o incluso ninguna, con apenas el tronco como un doloroso recuerdo. Sin embargo, esto no significa que haya muerto.

Pero ese es el error más común entre quienes poseen una de estas plantas: “muchas veces la gente la ve sin hojas, la arranca y las tira. O se desespera y la riega más de la cuenta, generando pudrición”, dice Saits.

“Hay que saber que esta especie va a estar sin hojas en esta época, pero que va a rebrotar totalmente en primavera”, añade Arcos. Lo mejor, entonces, es no perder la calma y mantener un riego moderado en invierno: una o dos veces al mes. Alejarla de ventanales y puertas, para que no sufra con las corrientes de aire, y ubicarla en lugares de mucha luminosidad, pero sin sol directo, ya que se quema fácilmente. La falta de luz hace que sus tallos crezcan largos pero sus hojas pequeñas.

Estos aspectos también deberían garantizarse en época veraniega, aunque entonces el riego debe aumentar considerablemente. “Requiere de alta humedad, pero asegurando un buen drenaje para evitar el exceso de agua. ¿Cómo se comprueba eso? Viendo que no haya encharcamiento”, dice César Bustos.

Otro factor ambiental que puede afectar al manto de Eva es la calefacción y el aire acondicionado: “Secan el aire y las hojas pierden su humedad, lo que las hace decaer”, comenta Saits.

Con buenos cuidados, un manto de Eva puede vivir más de 50 años. Eso incluye prevenir la aparición de plagas, como la cochinilla algodonosa o las arañitas roja y bimaculada, aplicando productos específicos de control de forma preventiva, ojalá una vez al mes. Si estos aparecen, se pueden retirar aplicando agua jabonosa con un paño.

Se sabe que un manto de Eva está muerto cuando el tronco está blando y flexible, lo que significa que está podrido. También si este se encuentra completamente seco. Para comprobarlo, se le infringe una herida. Si su interior está verde, es que aún resiste. Pero incluso si está muerta puede que haya algo de vida: “si se excava en la tierra, se pueden encontrar unas papitas; son tubérculos para una nueva planta, un futuro manto de Eva”, asegura Arcos.

Ficus o Ficus benjamina

Las tradicionales y elegantes hojas del ficus. La manera más sencilla de tener un árbol en casa.

Otra planta sumamente popular que, según César Bustos, destaca por “su follaje elegante, su adaptabilidad y resistencia”. Patricio Arcos, por su parte, dice que, al ser árboles, requieren de mucha luz. “No se debe ubicar en lugares sombríos, porque ahí tendrán problemas”. Jorge Saits coincide y agrega que es común que estos se resientan al cambiar de ubicación.

“Si estuvo cultivado en un vivero con bastante luminosidad y lo llevamos a nuestro hogar, donde no llega mucha luz, la planta va a sentir ese cambio y va a sufrir un período de adaptación, en el cual se le van a caer algunas hojas”. Usar luz artificial por varias horas al día puede ayudar si no se cuenta con luminosidad natural.

El error más grande es regarlas en demasía y llevarla a la pudrición. Se debe hacer cada 15 días en invierno y semanalmente, en verano. De esa forma crecerá frondoso, aunque, al estar en un macetero, lo hará de forma más lenta que en su ambiente natural.

“El ficus tolera bien el frío. No el agua nieve, pero sí un balcón. Podemos tenerlo al lado de una ventana y no le va a pasar nada”, explica Saits. Llegada la primavera, la poda ayudar a darle forma y a estimular el crecimiento de sus hojas.

El ficus benjamina puede vivir hasta 100 años en su ambiente natural. En maceta, puede llegar a los 30, si se le cuida de buena manera: eso, dice el dueño de Jardín Costa Rica, implica transplantarlo cada cierto tiempo, podar con periodicidad y aplicar fertilizantes en primavera.

Si consideras que tu ficus bota demasiadas hojas, puede ser que estés regando en exceso o que no está recibiendo una cantidad de luz apropiada. Reubicarlo a un sector más iluminado, aunque sin sol directo, puede ser una buena solución.

¿Cómo determinar si tu ficus benjamina tiene salvación o no? Si sus ramas crujen al quebrarlas, significa que está completamente seco y, por lo tanto, muerto. Si se han caído todas sus hojas, pero las ramas están flexibles, entonces sigue con vida y, probablemente, en primavera lo verás renacer.

Ficus lyrata o Gomero de pera

El Ficus lyrata o gomero de pera también se ha vuelto muy popular por sus amplias hojas.

“Es muy apetecida por los diseñadores de ambientes interiores y de espacios verdes”, comenta Patricio Arcos. “Hace muchos años que está de moda”, agrega Saits. “Es una de las más utilizadas en decoración de interiores, ya que la gente lo ve en las películas y da cierto estatus”. Algo que se debe a su particular belleza: las hojas tienen forma de lira —de ahí el nombre— o violín.

Que no requieran de tanta iluminación es una de sus cualidades para tenerla al interior del hogar. Pero, ojo: tampoco es que le gusten los lugares sombríos. “Aquí podemos reemplazar la luz natural con artificial, sobre todo en invierno, cuando hay que cuidarla más”, asegura Saits.

Lo importante es protegerla del frío: la pasan mal en ambientes bajo los 15 grados. “En invierno no se puede mantener en un balcón, ni cerca de una ventana o de una puerta, porque las corrientes de aire helado le hacen botar sus hojas”, apunta el dueño de Jardín Costa Rica. Un error garrafal, entonces, es echar agua fría a sus hojas durante esos meses. En verano, en cambio, se adapta con mayor facilidad a diversos lugares, incluso resistiendo los cambios de ubicación.

Otro error frecuente con el Ficus lyrata es regarlo en demasía en invierno, lo que los lleva a la pudrición, aunque el hecho de que bote todas sus hojas no significa que haya muerto. “Si aún tiene raíces, sigue viva y hay que esperar a que aumenten las temperaturas para que vuelva a crecer”, asegura Saits.

Un Ficus lyrata puede vivir hasta 100 años en su entorno natural, tiempo que en una maceta se reduce a algo más de 20 años, si tienen un cuidado adecuado. Si comienzan a aparecer manchas color marrón en sus hojas puede ser signo de sobrerriego, especialmente si éstas se dan en el follaje de mayor altura. En cambio, si surgen en las hojas más cercanas a la tierra, puede ser que el frío la esté afectando.

“Ahí debemos detener inmediatamente el riego y llevar la planta a lugares donde no la alcancen las corrientes de aire”, sugiere Saits. “Incluso podemos llevarla al dormitorio y ponerle una lámpara de pedestal que le proporcione calor y luz. Así va a estar perfecto y seguirá creciendo. Crece rápido cuando hay buena temperatura”, expone Saits.

Monstera deliciosa o costilla de Adán

La monstera, una de las plantas de interior favoritas en Chile.

“Es amada por su aspecto exótico y su crecimiento exuberante”, dice César Bustos sobre la monstera deliciosa, una de las plantas de interior más populares en el país, caracterizada por sus grandes hojas en formas de tiras horizontales, como largas patas de un insecto. “Tiene su día especial en el año, que se le denomina con el hashtag #MonsteraMonday en Instagram”, acredita Patricio Arcos.

Cual Cookie monster, la monstera se alimenta no sólo de los nutrientes de la tierra y del agua, sino que también de la humedad que reciben las plantas a las cuales se arrima, pues se trata de una trepadora que tiene raíces aéreas. De hecho, Arcos recomienda colocarle un tutor húmedo para que crezca “bastante alto”.

Se debe tener cuidado con los riegos. Estos deben ser moderados, “solo cuando el sustrato esté seco. De lo contrario, no permitirán que se cumpla el ciclo en que las raíces se airean y mejoran su crecimiento”, aconseja uno de los fundadores de Newenbotanicum, que tiene a la monstera en su logo.

Además, es importante mantenerlas en espacios con luminosidad pero sin sol directo. “Se deben abonar una vez al mes en primavera, verano y otoño, ya que con el cambio climático todas las estaciones están siendo más calurosas”, añade Arcos. Se aconseja, asimismo, pulverizar sus hojas y raíces aéreas.

“Tolera el frío, aunque no las heladas”, expone Jorge Saits. Eso significa que puede instalarse en balcones, bajo cobertizos u otros árboles que le proporcionen sombra para protegerla de los rayos intensos del sol en verano y de las heladas en el invierno. En esta época, de hecho, los bordes de sus hojas se suelen secar. Esto se puede deber a que está expuesta a corrientes de aire frío. En verano, en tanto, puede ser signo de baja humedad y falta de riego.

Pero aún cuando haya perdido todas sus hojas, a causa del poco riego o de pudrición, la posibilidad de salvar el tallo existirá. “Se pueden hacer esquejes en agua o ponerlas simplemente en perlita, que ayuda mucho para producir enraizamiento. Y para optimizar, se puede apoyar con bioestimulantes y enraizantes”, recomienda Arcos.

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