Columna de Francisco Guzmán: “Empresas 4.0: el papel de la IA en su evolución digital”

Francisco Guzmán

“En un mundo que cada vez se inclina más a la digitalización, las posibilidades de la Inteligencia Artificial son infinitas y, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, su expansión no significa la obsoletización de las personas, sino la creación de entornos más seguros, así como el impulso de nuevos productos y servicios flexibles, autónomos y dinámicos”.


Si tuviéramos que elegir solo una tecnología que ha dado de qué hablar, sin duda, muchos dirían: Inteligencia Artificial. Si bien desde hace años se ha hablado de su potencial, finalmente, podemos experimentar de primera mano su uso en nuestra vida cotidiana. La IA ha dejado de ser una noción abstracta para convertirse en una herramienta práctica y poderosa, que promete impulsar la productividad y desarrollo de las empresas.

Desde la optimización de cadenas de suministro y la personalización de la experiencia del cliente hasta la predicción de tendencias o facilitar tareas del día a día, las aplicaciones de la IA están remodelando cómo operan las empresas y cómo viven la tecnología las personas. Por ejemplo, en el caso de la minería hay diversos puntos de la cadena de valor que se pueden ver beneficiadas de la inteligencia artificial. De hecho, según un informe de McKinsey, podría ayudar a ahorrar entre US$290 mil millones y US$390 mil millones al 2025 a través de mejoras operativas.

Por su parte, en la agricultura, las potencialidades de Ia IA se traducen en: eficiencia del monitoreo de cultivos y enfermedades que no son visibles para el ojo humano. Esto permite tomar medidas en etapas tempranas evitando pérdida de cultivos o reduciendo el impacto de brotes de enfermedades. A través del análisis predictivo, se puede analizar data meteorológica, desempeño de suelo, entre otros, para prever el rendimiento de cultivos futuros. De hecho, según la publicación Plos One, sólo en el caso del trigo se ha logrado predecir su rendimiento en 86,2%, permitiendo tomar decisiones de negocio de manera más eficiente.

Pero, en un entorno tan dinámico y con tasas de crecimiento por sobre el 20%, es evidente que la inversión en IA no solo es una tendencia, sino una necesidad.

Sin embargo, el camino hacia una adopción plena de la IA no está exento de desafíos. La falta de talento y la ética en la implementación son temas cruciales que deben abordarse, al igual que la privacidad de datos. En ese sentido, encontrar el equilibrio entre la innovación y la responsabilidad es fundamental para garantizar que la IA beneficie a la sociedad en su conjunto.

Indudablemente, en un mundo que cada vez se inclina más a la digitalización, las posibilidades de la Inteligencia Artificial son infinitas y, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, su expansión no significa la obsoletización de las personas, sino la creación de entornos más seguros, así como el impulso de nuevos productos y servicios flexibles, autónomos y dinámicos, que se adapten a las diferentes necesidades de usuarios, organizaciones e industrias.

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