Tras 25 años, comienza el viaje del telescopio espacial James Webb, el más potente y grande de la historia

Ilustración del despegue del telescopio. Crédito: ESA

Con una inversión cercana a US$ 10.000 millones la esperada misión finalmente despegará esta semana. Considerado como el sucesor de los telescopios Hubble y Spitzer, perseguirá grandes objetivos científicos como ampliar el conocimiento sobre el origen del Universo, resolver misterios del Sistema Solar y analizar las atmósferas de planetas lejanos.


Han sido 25 años de intenso trabajo, más de 15 retrasos y postergaciones, pero el objetivo sigue siendo el mismo: develar los grandes misterios aún no resueltos del Universo.

El telescopio James Webb (JWST), en desarrollo desde 1996, finalmente despegará esta semana (inicialmente el despegue fue establecido el 22 de diciembre, pero luego se pospuso para no antes del 24 de diciembre) desde el puerto espacial de Kourou, Guayana Francesa. Con el visto bueno de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (Nasa), todo indica que en esta oportunidad el observatorio espacial podrá salir de la Tierra, tras superar todas las pruebas instrumentales, mecánicas y técnicas correspondientes. La nave no tiene ningún desperfecto.

La nave construida por la Nasa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y Agencia Espacial Canadiense, en su desarrollo contó con la participación de 17 países. Debido a problemas técnicas y la aparición de la pandemia por Covid-19, ha sufrido constantes atrasos, los que finalmente llegaron a su fin, cumpliendo con la misión más grande y potente en materia aeroespacial de la historia.

El gigante de 6.200 kilogramos, tendrá una vida útil de 5 a 10 años, y cuenta con características únicas, como resolución y sensibilidad sin precedentes. Además, permitirá una amplia gama de investigaciones en los campos de la astronomía y la cosmología. El costo de su construcción fue cercano a los 10.000 millones de dólares.

El telescopio espacial James Webb llegando sano y salvo al puerto de Pariacabo, en Guayana Francesa. Foto: ESA/CNES/Arianespace

Considerado el sucesor de los telescopios Hubble y Spitzer, la nave será lanzada en un vehículo de lanzamiento Ariane 5, y cuenta con dimensiones estimadas de 10,5 metros de altura y casi 4,5 m de ancho. Alcanzará una distancia de órbita de 1,5 millones de km de la Tierra.

Las instalaciones del puerto espacial ya se encuentran equipadas con protección adicional frente a la contaminación, salas limpias equipadas con paredes adicionales de filtros de aire y una cortina específica que envolverá a Webb una vez montado en el cohete.

Para evitar el sobrecalentamiento de cualquier elemento de Webb, Ariane 5 realizará una maniobra de balanceo especialmente desarrollada para garantizar que todas las partes del satélite queden igualmente expuestas al sol. Una batería adicional proporcionará energía para impulsar la etapa superior tras la liberación del telescopio, distanciándolo de forma segura de Webb.

Webb es un excelente ejemplo de trabajo en equipo y cooperación internacional. “Damos la bienvenida a Webb y a nuestros socios al Puerto Espacial Europeo en la Guayana Francesa para continuar esta aventura hacia un emocionante despegue a bordo de Ariane 5 y para compartir los muchos avances científicos de Webb que están por venir”, dijo Daniel Neuenschwander, director de Transporte Espacial de la ESA.

Su nombre original era Telescopio Espacial de Próxima Generación (NGST), pero fue reemplazado en 2002 por el de James E. Webb, administrador de la Nasa entre 1961 y 1968, que jugó un papel integral en el programa Apolo.

Aporte gigantesco a la ciencia

Klaus von Storch, ingeniero aeroespacial y candidato a astronauta chileno, considera que esta misión tiene un valor e importancia considerable y especial, “la selección que hace la Nasa de cada uno de sus proyectos tiene tal cantidad de opciones, hay tanta gente de tantas universidades, tantos científicos que quieren poner un experimento en el espacio, que al momento de tener el pase y que se inviertan los recursos, y sea puesto en el espacio, es porque ya es un experimento de tremendo nivel”.

Juan Carlos Beamin, astrónomo y coordinador científico del Centro de Comunicación de las Ciencias de la Universidad Autónoma, señala que sin duda, será un aporte gigantesco a la ciencia, “hace 30 años cuando se lanzó el telescopio espacial Hubble, aún no sabíamos si existían exoplanetas, no sabíamos que el universo se expandía aceleradamente, y desconocíamos muchos de los detalles de cómo se formó nuestra galaxia. El Hubble fue clave en el desarrollo de cada una de las ramas de la astronomía, esperamos algo parecido con el Webb, puesto que nos abre nuevas ventanas de exploración, y es probable que se descubran cosas nuevas que ahora no somos capaces de imaginar”.

No hay otro telescopio en el mundo, “ni en el espacio, que pueda estudiar los planetas en otras estrellas y el Universo lejano como lo hará el telescopio espacial James Webb, de verdad no se puede relativizar el tremendo aporte que hará a la astronomía y las ciencias”, añade Beamin.

La misión aeroespacial cumplirá una serie de objetivos, entre ellos, detectar cualquier galaxia en el Universo, ampliar el conocimiento sobre el origen del Universo, como la formación de las primeras galaxias, resolver los misterios del Sistema Solar, explorar mundos distantes alrededor de otras estrellas y analizar las atmósferas de planetas lejanos.

El telescopio James Webb en su proceso de ensamblaje. Foto: Nasa

Además, el telescopio James Webb contará con una característica especial. Se trata de MIRI (Mid Infrared Instrument), una herramienta diseñada para medir el rango de longitud de onda de infrarrojo medio. Esto permitirá mirar hacia el pasado, hasta unos cientos de millones de años después del Big Bang (evento que se estima que ocurrió hace unos 13.500 millones de años).

Von Storch destaca que “lo que ocurre en diferentes lugares y sistemas, es lo que puede ocurrir acá también en nuestro sistema. Por ejemplo, el Sol tiene una vida útil, que son cerca de cinco mil millones de años más, por lo tanto, es interesante pensar qué le va a ocurrir en este tiempo que le queda”.

El telescopio “puede mirar hacia atrás (o al pasado), en el sentido que está observando, en realidad es algo que ocurrió hace mucho tiempo atrás. Ya que la imagen viaja a la velocidad de la luz, puede observar algo que haya ocurrido hace cientos de millones de años”, explica el ingeniero aeroespacial nacional.

La capacidad de mirar hacia el pasado se basa en la lejanía de los objetos, mientras más alejado esté uno, más atrás se puede observar en el tiempo. Por ejemplo, la luz del Sol se demora ocho minutos en llegar a la Tierra, eso quiere decir que esa imagen que se puede visualizar, ocurrió hace ocho minutos. Por lo tanto, cuando se observa la imagen de una estrella que está a millones de años luz de distancia, quiere decir que estamos viendo cómo era esa estrella hace millones de años.

El candidato a astronauta chileno establece que “estos saltos tecnológicos van beneficiando lo que es la capacidad de obtener mejores imágenes. En ese sentido, se va duplicando la capacidad tecnológica, se incrementan las precisiones y se puede observar de mucho mejor manera desde el espacio”.

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