Chile Vamos 2018-2026




Chile Vamos se ha propuesto gobernar ocho años, para lograr dicho objetivo se ha planteado la necesidad de hacer crecer el sector. El gabinete recién presentado tendrá que considerar en sus labores avanzar hacia dicha meta. Tal propósito requiere, no obstante, una discusión y acuerdo previo -que aún no existe- para definir a quienes se pretende seducir y con qué proyecto. Crecer por crecer no lleva a ninguna parte. Por eso, en virtud de los cambios sociopolíticos y las disputas hegemónicas culturales que se están dando en nuestro país, el gobierno de Chile Vamos no puede pararse de perfil para evitar reflexionar sobre la viabilidad de aspirar a un horizonte social que se traduzca en definiciones claras. Menos aún podría ser neutral, porque la sociedad está discutiendo aquellas temáticas, y porque además si se busca -como se ha anunciado- un desarrollo humano, el silencio y la omisión no se justifican.

Si Chile vamos comparte y considera necesario impulsar un modelo económico, es absolutamente sensato esperar que se pronuncie sobre qué modelo de sociedad pretende impulsar. Si no existe un planteamiento de coalición respecto a nociones antropológicas, o del sentido de instituciones fundamentales para la sociedad que definan el estatuto de ese desarrollo humano propuesto, cada partido buscará -como ya lo ha hecho Evópoli- defender sus propias convicciones. Sin embargo, en ese escenario no coordinado y sin proyecto común, se le crearán al gobierno focos de conflictividad precisamente por omitir una tarea que le compete a él, por cuanto gobernar implica tomar posturas en materias relevantes como son estas.

Resulta urgente reflexionar sobre los cambios profundos que estamos experimentando. Pues, una vez se encuentren los lugares comunes, por mínimos que sean, será más fácil definir horizontes políticos. No hacerlo limitará a responder con políticas de corto plazo a problemas estructurales de la política. Hasta ahora sólo se ha aludido a una sociedad más inclusiva, pero aquella intención no basta para definir y concretar un proyecto de sociedad ni menos un determinado desarrollo humano, porque no transparenta aun desde qué antropología se sustenta ni hacia qué orden social y nueva institucionalización se aspira.

La derecha ha tomado conciencia de su diversidad y de sus diferencias; ha comenzado a pensarse política y culturalmente (se habla ya de "las derechas"). Iniciado este proceso,  resulta inminente intentar pensar la posibilidad de un modelo de sociedad común que permita tratar de impulsar un crecimiento hegemónico del sector.

Tal vez podríamos partir por pensar antes el sentido y horizonte que buscan las demandas de aquellas identidades que hoy interpelan el orden existente. Aquella tarea, por la magnitud que comprende y por su sentido político, no puede quedar reducida a discusiones de partido. Se requiere de liderazgos que tengan la voluntad y el poder de impulsar un horizonte social. Por ende, resulta impensable que el próximo gobierno, sus ministros y su presidente no tomen la posta de la discusión.

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