¡Es el machismo, estúpido!
DE LA lectura de la reciente entrevista a la Presidenta Michelle Bachelet publicada en este diario, surgen múltiples interrogantes, más allá de un supuesto vacío de poder advertido ante su anuncio de retiro de la política, cuando aún le restan catorce meses en el poder. Resultan tanto o más llamativas algunas de sus reflexiones acerca de la situación que el país experimenta en materia de igualdad de género. El regalo de la muñeca inflable de Asexma, que colocó a Chile en la órbita mundial del sexismo, sumado al caso del espionaje sexual en un buque de la Armada, generaron la ocasión para que la Mandataria recuperara su locuacidad sobre estos asuntos.
Para comenzar, su aspiración a dedicarse a pasear por la playa o plantar tomates resulta del todo comprensible. Contra lo que se suele imaginar, la política deja poco o ningún espacio para la propia vida. Sin embargo, parece olvidar que ella se ha erigido como ejemplo importante para niñas y mujeres, incluso a nivel global. La explicitación de un íntimo deseo poco ayuda a desterrar la idea, convertida en estereotipo, de que la política es un mundo, si no ajeno, al menos incómodo para las mujeres. Un solo dato: de las veinte ministras de su anterior administración, solo una se mantuvo al frente de la primera línea post 2010.
Bachelet también aludió a las críticas diferenciadas, más exigentes y, a menudo, despiadadas para el caso de las mujeres políticas. La experiencia internacional lo demuestra en variedad de países y a lo largo de la historia. Algunos medios afirmaron que, con ello, recurría nuevamente a la carta del "femicidio político" que, si bien fue leída en su momento como victimización, le resultó útil para enfrentar problemas de envergadura como la implementación del Transantiago. Concediendo que las asociaciones entre liderazgo y masculinidad siguen siendo muy estrechas, poco ayuda insinuar que toda crítica a las mujeres en cargos de autoridad esconde machismo. Ello porque, entre otras cosas, contribuye a banalizar los 40 femicidios como promedio anual que viene cobrando. Por otro lado, su liderazgo contraviene ideas convencionales sobre el fenómeno porque, ya por segunda vez, no logra generar una carta presidencial de relevo en sus propios equipos.
En cuanto a los partidos políticos, la Presidenta los interpela por no entregar nombres de mujeres de excelencia para distintas posiciones. Su afirmación contrasta con la portada de este medio, hace casi tres años, que rezaba: "Bachelet lleva al gabinete a su círculo cercano y toma distancia de partidos". Es un enigma que la persona más poderosa de Chile en marzo de 2014, haya renunciado a reeditar una paridad que la vinculó con la causa del feminismo de la igualdad.
Es probable que por reflexiones como éstas, pero también por insuficiencias en las propias políticas, haya visto mermada la solidaridad que despertaba entre las mujeres. La última encuesta Plaza Pública-Cadem del año 2016 reporta algo que era totalmente innecesario: la pérdida, desde 2014, de dieciséis puntos de aprobación femenina.
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