El estado de la carrera presidencial




El día después de las elecciones municipales se desató la carrera presidencial. El escenario se intensificó con el comienzo del trabajo en terreno de la encuesta CEP, la bola de cristal para muchos candidatos. Varios de los que a estaban en carrera se empezaron a mover más, y varios de los que no se habían manifestado sinceraron su intención de estar en la papeleta. Es en este marco que es útil hacer un resumen de las posiciones en que corren los principales candidatos, además de mencionar algunas de sus principales fortalezas y debilidades.

Sebastián Piñera es quien lleva la delantera. Desde hace varios meses obtiene el doble de la intención de voto que la de su adversario más cercano. Alejandro Guillier está en el segundo lugar. Es la sorpresa de la carrera, considerando que a principios de este año no marcaba en las encuestas. Ricardo Lagos y Manuel José Ossandón disputan el tercer lugar codo a codo. Si bien el expresidente comenzó la carrera con mejor índice, de a poco se ha ido quedando atrás. Por su parte el Senador independiente, solo recientemente mostró avances significativos.

En un lejano quinto lugar se encuentran, irónicamente, el veterano Marco Enríquez-Ominami y el novato José Miguel Insulza. En este quinto lugar, además, se encuentran una serie de otros candidatos de relevo de las dos grandes coaliciones, empatados en un margen de error que incluye el cero de por medio. Entre ellos se encuentran los de Chile Vamos: Andrés Allamand, Francisco Chahuán, Alberto Espina, y Felipe Kast; y los de la Nueva Mayoría: Fernando Atria, y Jorge Tarud. También están los independientes Marcel Claude y José Antonio Kast.

En lo que resta de la carrera pueden pasar muchas cosas. Pero hay una que destaca como la más plausible: que los candidatos fuertes se aferren y los candidatos débiles se caigan. En este escenario los primeros cuatro corren con ventaja. Naturalmente, lo más lógico es que avancen los más fuertes: Piñera y Guillier. De hecho, esa es precisamente la tendencia que muestran las últimas encuestas: un acercamiento entre ambos a costa de los demás candidatos. Es decir, a medida que se acerca la elección la suma de apoyo para Piñera y Guillier incrementa.

El apoyo a Piñera se explica por un par de motivos. Primero, porque se perfila como un candidato con currículo. En su calidad de expresidente no debe pasar el colador de experiencia que los chilenos implícitamente le exigen a los candidatos. No por nada en todas las elecciones desde 2005 son los expresidentes o ex candidatos presidenciales los que dominan en las urnas. Pero además porque se plantea como una antítesis al actual gobierno. Ofrece resultados inmediatos en áreas que parecen estar desamparadas, como la economía o la seguridad.

El apoyo de Guillier se explica por otras razones. A diferencia de Piñera, no es un candidato tradicional, y por lo mismo recibe el apoyo de personas que sienten que los políticos tradicionales no logran dar con soluciones. En ese sentido, Guillier representa una porción no menor de personas que busca abrir un canal directo con el líder, sin necesariamente pasar por los partidos políticos. Su estilo de liderazgo se ha reforzado con su táctica de silencio, de intervenir en el debate solo cuando es estrictamente necesario.

Lagos y Ossandón son la antítesis de Guillier y Lagos, respectivamente. Lagos no crece a costa de Guillier precisamente porque es un político tradicional, y Ossandón no logra amenazar a Piñera porque no logra plantear una agenda política suficientemente clara. Si Lagos no comienza a innovar y separarse de la clase política, difícilmente podrá apelar a quienes hoy día apoyan a Guillier. A su vez, si Ossandón no logra registrar un programa de cuatro o cinco punto muy claros, tampoco podrá aspirar a desbancar a Piñera.

Si bien Piñera y Guillier corren con ventaja, hay una luz de esperanza para Lagos y Ossandón, visible en su cambio de estrategia en las últimas semanas. Por su parte Lagos ha abierto su candidatura a los medios, mostrándose más abierto que nunca antes, y dispuesto a conversar de forma más directa con la prensa menos tradicional sobre temas más sensibles. A su vez, Ossandón ha logrado conectar con un par de puntos al inaugurar su controversial agenda antinmigración. Esto le podría servir para ser finalmente detectado en el radar nacional.

Sobre el resto de los candidatos, aún hay poco. Principalmente porque la gente no los conoce, y como tal no han podido irrumpir en los medios con igual fuerza que los cuatro favoritos. Quizás con la excepción de Enríquez-Ominami e Insulza, la gente aún no sabe quiénes son y por ende no entienden el afán de sus candidaturas. Por lo mismo, la tarea de este grupo es incrementar su nivel de conocimiento. Esto podría desembocar en una serie de propuestas populistas, pero es la única manera de concretar su aspiración.

Muchos dicen que la encuesta CEP será la que sepultará o potenciará a los candidatos. Al menos es lo que ha pasado a esta altura en varios ciclos electorales anteriores. Y es probable que suceda una vez más. El rendimiento en la encuesta manda una potente señal a los inversionistas. Y dado que no se puede hacer una campaña sin plata, algunos tendrán que tomar decisiones. Para quienes muestren un aumento, será recién el primer gran paso. Podrán usar el avance para conseguir financiamiento y usarlo en los medios, que de seguro les darán mayor cobertura.

Si Piñera y Guillier se mantienen en la punta, con índices similares a los que han tenido hasta ahora, es probable que lleguen hasta el final. Si por el contario bajan en su intención de voto, se apretará la carrera, dándole mayor posibilidad a Lagos y Ossandón de intervenir, sujeto a que ellos también muestren un avance en su intención de voto. Solo si bajan los cuatro grandes candidatos podrán entrar la banca. Si bien es improbable, es posible. Lo cierto es que la última encuesta del año será relevante para todos quienes están en la carrera.

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