La mejor obra pública la hace la asociación pública y privada




LA EDUCACIÓN es la obra pública más importante en el desarrollo de los países y ni el Estado por sí solo ni las universidades privadas sin un marco regulatorio racional, y justo, que no supedite los objetivos educacionales a ideologías políticas con la excusa ¨técnica" de que funcionan en países cuya cultura, economía y clase política son tan diferentes al nuestro, podrán resolver el problema de la calidad, igualdad de oportunidades y mejora continua en los procesos educativos.

El desarrollo del país se relaciona con las capacidades de conducción de la clase dirigente, con una visión de Estado y no de gobierno, con la vista en mejorar la calidad de la educación con igualdad de oportunidad, con la valentía de tomar decisiones que no le den dividendos políticos en el corto plazo si los beneficios para los chilenos se observarán años después de que hayan dejado el poder como, por ejemplo, invirtiendo en los primeros años de escolaridad en vez de acallar con gratuidad a una generación que será más rica por acceder a estudios superiores, aunque sean de menor calidad a la que se podría entregar.

El desarrollo del país se relaciona también con el aporte colaborativo de los privados, con visión de país y no con intereses meramente económicos de beneficio propio o políticos que pretenden transmitir una ideología. Chile ha visto desaparecer a las universidades privadas que priorizaban los beneficios económicos para los propietarios y, más recientemente, a otra que, lucrando, fue concebida para transmitir una ideología contraria al lucro.

La incapacidad de nuestros dirigentes para definir el camino correcto al desarrollo, está creando las condiciones para un retroceso, al concentrar el análisis en los temas económicos.

A tres años de vendernos el discurso de mejorar la educación, solo vemos trabas para que las universidades privadas de excelencia, tradicionales y nuevas, que muestran una contribución sustancialmente mayor a la de muchas estatales en la formación de calidad de las futuras generaciones, se puedan sumar colaborativamente para lograr un mejor resultado en una educación.

Ante las nuevas elecciones, veo con preocupación la diferencia de calidad entre los análisis y argumentos de nuestras autoridades políticas y la de los rectores de universidades privadas y autoridades académicas que claramente perciben los errores de la improvisación del gobierno.

No deja de llamar a atención que un gobierno tan rechazado como el de Pinochet, sea mencionado a viva voz en proclamaciones de otros candidatos o sea el movimiento político que más firmas haya recolectado para el Servel. ¿No será que el chileno prefiere que lo que estaba funcionando bien sea perfeccionado y no cambiado?

Igual como estuve con el No a Pinochet, hoy estoy, quizás con más fuerza, con el No a la continuidad del populismo, venga del sector que venga. Hoy debemos exigir a los candidatos a que nos digan qué, cómo, con qué, con quiénes, en qué plazos y qué resultados de corto y largo plazo esperan objetivamente cumplir en materias educacionales.

Hacer propuestas concretas ayudará recién a abrir las puertas para retomar la confianza en una clase política con visión de Estado donde permita la colaboración de todos quienes pueden aportar.

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