Las dos opciones
Es realmente deprimente nuestra política nacional. Después de 40 años, al parecer no hemos aprendido nada de nuestra historia. Estamos exactamente en las mismas discusiones del país de finales de los 60, que ya sabemos tuvo un muy mal final. En ese entonces se hablaba de los vicios de la "politiquería", y ésta estaba muy desprestigiada. Esa clase política no logró ponerse de acuerdo y tuvimos un quiebre mayor. En la política polarizada, odiosa, descalificante que tenemos hoy, luego de la retroexcavadora, a mí no me interesa participar. Solo estoy disponible para actividades que lleven a entendimientos y acuerdos.
En una semana más se vota la segunda vuelta con dos grandes opciones para el país. Una es la continuación del actual gobierno, que tiene triunfos ideológicos pero a costa del deterioro general del país. Las cosas se han hecho técnicamente muy mal en los últimos cuatro años. La diferencia es que cuando Bachelet asumió su segundo mandato, el país estaba muy bien parado económicamente. Hoy, con la presión de la izquierda dura y el nuevo Frente Amplio, se habla de reformas aun más severas y peor pensadas, en un país que ya no tiene los recursos de entonces. La resaca de la farra se acumula. Más de 100.000 empleados fiscales que no eran necesarios, un lastre enorme del Transantiago, un bono marzo a perpetuidad que es casi mayor a lo que se ha gastado en gratuidad. La nueva deuda pública impone pago de intereses que no estaban considerados, decenas de millones de dólares se han destinado para tapar la mala gestión de TVN, una reforma tributaria vergonzosamente mal hecha, que básicamente afectó la inversión y el crecimiento, crisis de magnitud en el Sename, deterioro de la salud pública, crisis permanente de gabinete, y tantas otras cosas.
Qué es lo que ofrece Guillier, que en mi opinión no tiene las competencias mínimas ni la experiencia necesaria para gobernar. Ofrece básicamente más gasto, condonación del CAE, nueva Constitución, más impuestos -incluso probablemente al patrimonio-, y terminar las AFP. Y acarrea el eslogan de la economía extractivista que cambiará finalmente porque se pondrá más valor agregado. Una idea más vieja que el hilo negro, que no ha sido fácil hasta aquí y que Guillier no explica cómo lo haría. Dicho escenario es muy dificil, fundamentalmente por la polarización a la que siempre lleva la izquierda de manera doctrinaria.
Por otro lado, Piñera esencialmente ofrece un gobierno republicano de muy buena gestión. No ofrece cosas grandilocuentes ni utopias, y tiene como aval su gestión anterior, en que sin lugar a dudas dejó un país mejor que el que recibió. Eso no significa que no hubo errores. Pero lo más importante a mi juicio, es que al menos en la oferta, está un país de unidad, de acuerdos, de tolerancia. Piñera ofrece la opción más de centro hoy disponible. La DC está en vías de desaparición, y su sector de centro ha sido desplazado del partido. Ciudadanos y Amplitud no lo lograron en las urnas. El nuevo centro del país se aglutinará alrededor de Evópoli y el PRI, que ofrecen una nueva perspectiva política adecuada para este siglo.
Especialmente importante es la propuesta de Piñera en salud, basada en las nuevas tecnologías y un mejor uso de los cuantiosos recursos que se destinan al sector. Es inconcebible que a la fecha no tengamos una ficha electrónica de los pacientes públicos, casi nada de telemedicina, ni motores de big data al servicio de los pacientes.
En fin, la politiquería ya es un desagrado al menos para quienes nos dedicamos a opinar. No vamos por buen camino, volvemos al pasado que nos divide y nos polariza. Basta ya del discurso "ellos" que se da en ambos lados, y que da la impresión de que fueran excluyentes y no conciudadanos. La solución no está ni a la derecha ni a la izquierda sino hacia adelante. Ojalá lo entendieran.
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