Nacer de nuevo




La historia de la música chilena también se ha construido con olvidos y omisiones. Arlette Jequier (59) fue una de las mejores cantantes de la década de los ochentas, aunque pocos lo recuerden hoy. Ella fue la voz principal del grupo Fulano entre 1984 y 2003. Y de vuelta de una pausa de seis años se mantuvo en ese puesto hasta 2012 cuando se alejó definitivamente -tras la ruptura sentimental con Cristián Crisosto, también miembro de la banda- de un nombre clave para entender el desarrollo del jazz y la fusión local.

Su desempeño en temas del primer catálogo "fulanístico" como Suite Recoleta (1987), Sentimental Blues (1989) y Godzilla (1997) deberían ser material de estudio en cualquier país con algo de memoria musical, lo mismo que su simbólico rol como una de las pocas mujeres de su época al frente de un banda de hombres, con escasos antecedentes previos como el de Denise (Aguaturbia) y Sol Domínguez (Sol y Medianoche).

Después del "retiro", la viñamarina volvió a la academia y a hacer clases de canto. Pero ya lo sabe alguien como ella, la música es una fuerza difícil de contener y en 2014 empezó a trabajar en maquetas e ideas que derivarían dos años después en un proyecto propio con músicos de jazz, funk y rock. Arlette Jequier y Grupo, la justa firma de este emprendimiento, debuta este domingo en el Teatro Oriente, en el contexto de las Tocatas Mil, y con un repertorio de 12 temas entre los que figuran tres que ya colgaron en YouTube: Aire, Río Espejo y Ruta 98.

No será un regreso cualquiera. Sino la vuelta de uno de esos tantos nombres que han construido capítulos brillantes de la música chilena, pero desde un segundo plano. Tal como Fulano que fue vanguardia y respiro en una época tan oscura como la de los ochentas, su cantante más señera retorna eludiendo la nostalgia (se informa que el domingo no habrá temas de Fulano) y defendiendo el derecho a la "reunión". "A permitir que la música se eleve porque para eso estamos acá", según explica con esa certeza de los que saben que en este rubro lo único que importa es lo que pasa arriba del escenario. Como el domingo cuando Arlette Jequier, como en esa vieja canción de Fulano, deba nacer de nuevo.

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