Quiero verte más




No ha sido la voz más política de su generación ni tampoco la que ha estado vinculada a más causas públicas. Pero Francisca Valenzuela Méndez ha sido quizás la única cantante de esa generación post 2000 que ha logrado consolidar un proyecto paralelo tan valioso como su propio recorrido artístico.

Ruidosa Fest, este encuentro que creó para visibilizar el trabajo de cantantes y profesionales mujeres en la industria musical de Chile y el mundo, suma en menos de doce meses dos festivales en Santiago, uno en México y participación en dos conversatorios de Estados Unidos. Un logro mayor si consideramos que el emprendimiento lo ha sacado adelante prácticamente sola (desde las invitaciones a las participantes hasta el monitoreo de las redes sociales pasando por los temas de los paneles y la curatoría artística) llegando a gastar plata de su bolsillo y dedicándole un tiempo que en rigor, y atendiendo a que es una artista en plena actividad, no le sobra. La segunda jornada local que se realiza el próximo fin de semana en Santiago, con la participación de nombres como Mariel Mariel, Nicole, Natalia Valdebenito y la estadounidense Jessica Hopper como invitada especial, califica como el hito más reciente de una idea que ha crecido mucho mas allá de lo que todos esperaban y que, por lo mismo, ha ido retrasando peligrosamente el retorno musical de su propia creadora.

Francisca Valenzuela está en un punto clave de su carrera sobre todo después de un disco como Tajo Abierto (2014), que la alejó de esa cantautoría al piano con la que construyó su nombre en Muérdete la Lengua (2007) y Buen Soldado (2011). Canciones como Armadura y Prenderemos fuego al cielo, dos sencillos recientes con amplia difusión radial (cosa que nunca ha perdido), dejaron ver a una mujer más seducida por la pista de baile y los ritmos sintéticos. Pero más allá de los estilos formales que son sólo registro y anécdota, ése fue un álbum que hoy la deja con la difícil misión de confirmar con un cuarto disco que no tiene para cuando cuál será su nueva hoja de ruta.

Ella lo sabe, su público también y quizás por eso Ruidosa ha crecido más de la cuenta porque ahí es donde Valenzuela, de las más trabajadores y disciplinadas del medio, ha volcado toda su energía y talento, seguro porque le apasiona, pero quizás también porque es la excusa perfecta para ganar tiempo antes de ese próximo disco que está llamado, lo quiera o no, a definir su futuro artístico.

Dicen que el mayor riesgo de una pyme reside en su éxito. Y por eso lo que viene para Francisca Valenzuela es dejar partir esta cría y retomar esa carrera que le permitió instalar esta marca con éxito. Seguro que puede con ambas. Porque más peso y sentido tendrá lo de Ruidosa cuando su creadora sea capaz de seguir metiendo bulla con lo propio.

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