Cómo la inflación ha impactado en la vida y en la economía de tres generaciones de chilenos

Foto Reinaldo Ubilla

Los aumentos desatados de precios y la hiperinflación fueron fenómenos que marcaron los años 50, 60 y 70 en Chile, de la mano de una economía cerrada, de lento crecimiento y de activismo estatal. Desde la creación del Banco Central autónomo, a fines de la década de los 80, la trayectoria de la inflación comenzó a moderarse, hasta estabilizarse en niveles de un dígito en los últimos 30 años, sólo interrumpidos por los efectos pandemia del Covid-19 en 2022 y 2023. El peak del 14,1% de IPC durante ese lapso sorprendió a una generación completa de chilenos acostumbrados a precios bajo control.


“La inflación derriba gobiernos”, es una de las frases más citadas dentro de los círculos de poder a nivel global a la hora de buscar entender los posibles efectos políticos y sociales que puede tener una escalada del nivel de precios en la población, sobre todo en la de menores ingresos de un país.

Durante los últimos 100 años Chile ha gozado de etapas de tranquilidad inflacionaria y también de momentos de desatada trayectoria de los precios, lo que ha obligado a los gobiernos a dar drásticos giros en su política económica para enfrentar las crisis. Muchas veces los hitos clave de la historia económica, social y política de Chile han estado íntimamente ligados a los ciclos inflacionarios, coinciden los economistas e historiadores.

Mientras en los años 50 y 60 del siglo pasado la inflación de dos dígitos marcaba la vida nacional y se creaba la Unidad de Fomento (UF) como mecanismo de reajustabilidad y de resguardo frente al aumento de los precios, en los años 70 se vivió la etapa más dura de la historia económica reciente, con alzas que incluso superaron el 700% anual, en medio del derrumbe del gobierno de la Unidad Popular y el arribo del régimen militar a partir de 1973.

Tras la llegada de la democracia en 1990 y la instauración del Banco Central (BC) autónomo, el combate contra la inflación comenzó a lograr exitosos resultados, lo cual se ha consolidado en los últimos 25 años, pese a una coyuntural espiral inflacionaria de dos dígitos vivida durante la pandemia global del Covid-19.

Patricio Bernedo, historiador de la UC.

1.- 1950-1974: activismo estatal, hiperinflación y creación de la UF

El comienzo de la segunda mitad del siglo pasado se caracterizó por una mezcla de crisis política y económica, derivada del agotamiento de la estrategia de industrialización mediante la sustitución de importaciones y el proteccionismo comercial. El modelo a partir de los años 50, donde se involucró al activismo estatal en la economía y con un gasto público disparado en los inicios del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, derivó en una espiral inflacionaria de ribetes desconocidos hasta esa época. Durante la primera mitad de esa década la inflación llegó a superar el 80% mensual anualizada.

“Aun cuando en sus primeros años de gobierno, Ibáñez profundizó una política económica de corte populista, los niveles superlativos de inflación le obligaron a enmendar el rumbo. En los dos primeros años de su gestión (1953 y 1954) esta se elevó al 56,6% y al 71%. Ya en el tercero (1955) la inflación alcanzaba un 84%. Esta última tasa era la más alta registrada hasta ese momento en Chile”, rememora Patricio Bernedo, profesor titular del Instituto de Historia de la UC, quien se ha especializado en la historia económica de Chile y América Latina de los siglos XIX y XX.

El académico recuerda que en medio de esta profunda crisis inflacionaria el gobierno de Ibáñez contrató los servicios de la consultora económica norteamericana Klein-Saks, la que propuso estabilizar la economía mediante la disminución del gasto y el déficit fiscal, la reorganización y racionalización de la administración pública, el fomento a las exportaciones, y la eliminación de subsidios y controles de precios, entre otros.

“Si bien la inflación bajó considerablemente -ubicándose en un 17,3% en 1958-, la debilidad política y la falta de convicción del gobierno al finalizar su período, provocaron el retorno de los desajustes y las prácticas de satisfacer las demandas de los grupos de presión. De hecho, continuaron los déficits fiscales, al igual que el otorgamiento de exenciones tributarias y franquicias aduaneras a determinados sectores, entre otros problemas”, añade Bernedo. Esto llevó al “naufragio” de la misión Klein-Saks, recuerda.

Luego de la llegada a la presidencia de Jorge Alessandri en 1958, con el fallido plan de apertura al exterior, de potenciamiento industrial y de control inflacionario, el siguiente mandatario, Eduardo Frei Montalva, decide crear un mecanismo de reajustabilidad que protegiera el ahorro de las personas de los impredecibles aumentos de precios de la época. Así, la Unidad de Fomento (UF), que persiste hasta hoy, nació el 20 de enero de 1967 y comenzó a funcionar con un valor de 100 escudos, calculado trimestralmente.

A continuación, bajo una economía con lento crecimiento y una persistencia inflacionaria, la Unidad Popular asume el gobierno en 1970 y propone un plan basado en una redistribución profunda del ingreso, en la estatización de las grandes empresas y el aumento drástico del gasto público. Sin embargo, los desequilibrios no tardaron en llegar y la economía entró en un proceso de recesión, hiperinflación y desabastecimiento generalizado, en medio de una polarización política que culminó con el derrocamiento de Salvador Allende en septiembre de 1973.

“El periodo 1950-1974 fue un desastre en materia inflacionaria, sobre todo 1953-1956, mediados de los 1960, y ni hablar de 1973-1974, y principalmente debido a mal manejo interno de política económica. En cada uno de estos subperiodos los salarios reales se desplomaron: ese sería el mayor costo social de la hiperinflación del lapso 1950-1970″, concluye el doctor en Historia Económica y académico de la UAI, Manuel Llorca.

ANDRES ZALDÍVAR
Exministro de Hacienda Andrés Zaldívar. FOTO: MARIO TÉLLEZ / LA TERCERA

2.- 1975-1999: creación del Banco Central autónomo y precios a la baja

Los expertos coinciden en que este período iniciado por el régimen militar se caracterizó por la necesidad de atacar la hiperinflación reinante, en medio de una economía colapsada y tensión política. Pero tras el golpe de Estado de 1973 también se inició en Chile una profunda y rápida transformación del sistema económico, que implicó dejar atrás los fundamentos del Estado dirigista que partió hacia fines de la década de 1920, consolidado en los años 40 y 50, y profundizado al extremo a inicios de los 70, destaca Patricio Bernedo de la UC.

“En el período 1975-1999 el control de la inflación fue un objetivo persistente de la política macroeconómica, que llevó a la fijación del tipo de cambio en $ 39 en 1979-1982 con el fin de anclar las expectativas. Finalmente, los esfuerzos fracasaron totalmente, ya que la inflación, aunque no volvió a situarse en los tres dígitos, solo estuvo en uno por un período breve de tiempo. Recién con el inicio de la puesta en práctica de la independencia del Banco Central, en 1990, aunque consagrada en la Constitución de 1980, se logró un gradual control de la inflación, estabilizándose en un dígito desde octubre de 1994″. complementa el economista y socio de Gemines, Alejandro Fernández.

Coincide el exministro de Hacienda de Eduardo Frei Montalva y exsenador, Andrés Zaldívar, quien añade que la fijación del tipo de cambio en el régimen militar culminó el año 1982 con la quiebra del sistema financiero y una fuerte devaluación e inflación. “Solo se inicia en el año 1986 una recuperación y termina (el régimen militar) con una inflación bordeando el 28%-30%”, sostiene Zaldívar, quien apunta que es durante los gobiernos posteriores, como el de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, cuando tiene lugar un proceso de control inflacionario.

Clave en este proceso de normalización es la instauración del Banco Central (BC) autónomo en 1990, coinciden todos los expertos. “La independencia del BC y el mandato de controlar la inflación ha resultado clave en el control de la inflación, al romperse el vínculo entre el déficit fiscal y su financiamiento directo por parte del instituto emisor. Considerando que este es el esquema vigente en muchos países en el mundo, con resultados similares, es evidente que la independencia y el control de la inflación no son resultado de la casualidad, sino que es un factor fundamental para lograr dicho resultado, porque permite evitar las presiones políticas, siempre muy cortoplacistas para generar políticas más expansivas, pero inflacionarias, con el fin de obtener determinados objetivos para el gobierno de turno (normalmente mejorar su aprobación y/o ganar las siguientes elecciones)”, destaca Alejandro Fernández.

Si bien hacia 1999, en el último año del gobierno de Frei Ruiz-Tagle, la economía internalizó con dureza los efectos de la crisis asiática, la inflación llegó a niveles del 3% en términos anuales, un guarismo inédito para la historia económica del país.

Alejandro Fernandez
Alejandro Fernández, socio de Gemines.

3.- 2000-2024: la normalización de precios se hace costumbre

El nuevo milenio estuvo marcado por el inicio de la etapa de mayor control inflacionario de los últimos 100 años. Desde el año 2000 en adelante la estabilidad política y credibilidad alcanzada por el Banco Central rindieron frutos y las tasas de inflación de un dígito se consolidaron.

“El periodo más reciente es principalmente positivo, y principalmente fruto de un buen manejo interno de política económica, eso hay que reconocerlo”, destaca el historiador de la UAI, Manuel Llorca.

Durante todo el gobierno de Ricardo Lagos Escobar (2000-2006) la inflación se mantuvo en niveles entre el 2% y el 4%, el rango de tolerancia que se impuso el BC durante muchos años. Este reconocido control inflacionario durante los últimos 25 años solo se ha visto alterado por los efectos de la crisis subprime de 2008 (en pleno gobierno de Michelle Bachelet), donde la inflación bordeó los dos dígitos, y por el impacto de la pandemia del Covid-19 en 2022 y 2023. Durante el inicio del gobierno de Gabriel Boric, la inflación tuvo un peak del 14,1% anual, una marca desconocida para toda una generación de chilenos.

“El malestar social reciente, cuando la inflación volvió a superar brevemente el 10% y aún con su nivel actual por debajo del 5%, muestran el acostumbramiento de la sociedad a una inflación baja y estable (...) Para quienes vivimos aquellos períodos de alta inflación, es evidente lo notable del cambio en el escenario macroeconómico, y la distancia que hay con ese Chile muy pobre, débil económicamente, estancado y altamente inestable, es sideral. Algo que las generaciones actuales simplemente no conocen por ignorancia, o no son capaces de dimensionar en toda su importancia. La estabilidad de precios es parte de los equilibrios macroeconómicos y un componente esencial que permite el progreso de los países. No hay país en el mundo que se haya desarrollado con una inflación alta, persistente e inestable como la que mantuvo Chile por tantos años”, resume Alejandro Fernández.

El exsenador y exministro Andrés Zaldívar también destaca la normalización de precios. “La nuevas generaciones no vivieron lo que históricamente ocurrió en Chile. El país se había adecuado a convivir con una inflación crónica. Es importante que ese acostumbramiento a vivir con una política permanente de cuidar este logro como país, nos evite volver a una política monetaria o irresponsabilidad fiscal que ponga en riesgo este logro de vivir sin volver a ciclos de inflación que hacen tanto daño, especialmente a los más vulnerables”, concluye Zaldívar.

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