En los últimos 22 años, la ciencia astronómica chilena ha dado un salto exponencial. Al menos en cantidad de instituciones que realizan investigación y número de astrónomos profesionales trabajando en el país, el incremento ha sido tan importante como el número de exoplanetas descubiertos en el mismo tiempo.
El viernes de la semana pasada, la Sociedad Chilena de Astronomía (Sochias), actualizó el censo de astrónomos y los resultados son sorprendentes: actualmente hay 24 instituciones chilenas realizando investigación en astronomía a lo largo del país, casi dos veces más que en 2009 (13) y 276 astrónomos y astrónomas profesionales trabajando en el país, casi tres veces más que entonces (96).
“La astronomía en Chile ha tenido un gran crecimiento en los últimos años. De la mano con el desarrollo científico-tecnológico promocionado por la inversión extranjera para la instalación de nuevos observatorios, en Chile se han desarrollado grandes iniciativas en distintas universidades que han hecho crecer la cantidad de estudiantes y profesionales en el área de la astronomía”, reconoce la Sochias en su página web.
A ellos se suman, 259 estudiantes de post grados y más de 500 estudiantes de pregrado. Un gran universo y entre ellos, muchos jóvenes, aunque no hay un registro numérico que dé cuenta del desgloce por edad.
Felipe Barrientos, director del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, dice que es difícil tener un cifra de la edad de los astrónomos actuales pero reconoce que en reuniones y seminarios, una buena parte de la audiencia son menores de 50 años.
A juicio de María Teresa Ruiz, astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997, a los jóvenes actuales les interesa tener carreras que les permitan ser felices y poder desarrollar sus talentos. “Creo que ven en la astronomía una ciencia que les emociona y les gusta desde pequeños, y ya de mayores pueden intentar dedicarse a eso en Chile, donde las condiciones son inmejorables porque están los mejores cielos para la observación y están los grandes observatorios del mundo a disposición de los astrónomos chilenos”.
Para esta destacada investigadora, hoy la edad de los astrónomos chilenos es “saludable”. “La comunidad astronómica chilena está formada por muchos astrónomos que vienen de otras partes del mundo. ‘Fabricar’ un astrónomo es algo que se tardar unos 10 años si se considera desde el ingreso a la universidad hasta que obtienen un post grado, doctorado”. Recién entonces, dice Ruiz, se espera que empiece a contribuir al desarrollo de la astronomía, por lo que no se podía esperar todo ese tiempo y muchos de los grupos de astronomía que surgieron, lo hicieron casi en un 100% con astrónomos de otros países.
“Las edades de los astrónomos chilenos yo diría que tiene una distribución bastante saludable, en el sentido varios estamos en el rango en que empezamos a jubilar y salir de la investigación misma y vienen otros jóvenes ingresando. Hay que mantener esa distribución de edad. No sería positivo que hubiera solo gente joven, porque serían una especie de tapón que no permitiría el ingreso de otros y no es el caso en Chile”, explica la astrónoma.
Es probable que incluso hoy sean los jóvenes menores de 45 años los que estén haciendo más ciencia astronómica, reconoce María Teresa Ruiz, aunque no tiene esa estadística. “La carrera científica de un astrónomo puede durar hasta los 65 a 70 años, y yo diría que los astrónomos de hasta 45 años pueden ser en este momento la mayoría y por tanto, serían los que están haciendo una mayor contribución”, reconoce.
Razones del incremento
Para el ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve, este crecimiento desde los años 90 y de forma pronunciada desde mediados de los 2000, “se explica por una política de Estado de largo plazo en que la atracción de observatorios internacionales y la entrega del 10% del tiempo protegido de observación ha permitido externalidades positivas como la formación de una comunidad astronómica robusta que ha crecido de manera muy significativa”. A ello se suma una comunidad que ha sido apoyada, también, con fondos significativos para investigación desde el sector público.
Itziar de Gregorio, jefa de la oficina de Ciencias del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), en Chile el boom de estudiantes de pregrado y de posdoctorados es algo natural y esperado, “ligado al desarrollo de esta ciencia en Chile en su camino a convertirse en la capital mundial de la astronomía”. Pero también cree que se debe al impacto que esta disciplina tiene en la sociedad: “Los talentos que se forman actualmente en el ámbito de la astronomía y ciencias afines tienen un gran valor a nivel de educación especializada y son muy apreciados en el sector privado, fundamentalmente en empresas de desarrollo tecnológico”.
Patricio Rojo, director del Observatorio Astronómico Nacional del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, indica que “hoy más del 50% de los fotones que son estudiados por los astrónomos se encuentran ubicado en el norte de nuestro país por lo tanto, la astronomía ha experimentado un crecimiento vertiginoso durante las últimas década, lo que ha permitido expandir el campo y ha permitido crecer la comunidad local en varias veces y en poca cantidad de años”. Es más, recuerda que de ser 30 o 40 astrónomos en instituciones chilenas a principios de este milenio. hoy son más de 200.
El director ejecutivo de Sochias y académico de la Universidad de Concepción, Ricardo Demarco, señala que la astronomía es una ciencia muy atractiva, por naturaleza, para todas las personas, particularmente para las y los más jóvenes. “Las condiciones naturales del norte de nuestro país han facilitado el desarrollo de esta ciencia en Chile de una manera muy importante desde hace muchos años, décadas, pero este desarrollo se ha acentuado aún más en el último tiempo: actualmente se construyen dos de los telescopios más grandes que habrán en el planeta dentro de los próximos 10 años, el ELT y el GMT”.
Demarco reconoce que este impulso a la astronomía nacional ha sido tremendo, “lo que ha llevado a la creación de grupos y departamentos de astronomía en muchas instituciones de educación superior, los que a su vez han realizado esfuerzos importantes por llegar a la gente por medio de programas de divulgación”.
Son los jóvenes quienes se han visto motivados a querer ser parte de esta aventura del conocimiento humano por entender el Universo y el espacio que nos rodea, continúa el académico de la U. de Concepción. “Otro efecto importante de este crecimiento es que al existir más programas de pregrado y postgrado, se facilita el acceso a jóvenes talentosos de distintas regiones, al disminuir el importante esfuerzo económico que implica cursar estudios universitarios en otra región del país”, indica.
El ministro Couve es optimista y cree que este crecimiento también ocurrirá en ámbitos relacionados a la astronomía, como la ciencia de datos, ingeniería, instrumentación, electrónica y también en áreas vinculadas a comunicación y divulgación de la astronomía. “La apertura de carreras como Licenciatura en Ingeniería en Ciencia de Datos en la UC o Astrofísica con mención en Ciencia de Datos en la USACH el próximo año, son excelentes señales en este contexto”, dice.
Versatilidad de los graduados
El crecimiento exponencial supone inmediatamente una segunda pregunta. ¿Existirá un campo laboral para todos ellos y sobre todo para los más de 500 estudiantes de pregrado que estudian astronomía?
Según el ministro Couve el campo laboral se está abriendo porque la investigación científica en astronomía se está vinculando con un número importante de otras áreas. “Los ámbitos de desarrollo para astrónomos y astrónomas se están ampliando, por ejemplo, hacia la ciencia de datos, la ingeniería, la instrumentación, la electrónica, la física, entre otros”.
De la misma idea es Barrientos. El campo que tienen hoy los astrónomos es mucho más amplio que el trabajo en un observatorio observando el cielo o revisando datos.
El mercado es amplio y puede acoger el aumento de recurso humano, señala Rojo. “Investigadores, docentes, comunicadores, personas que trabajan en otras áreas completamente distinta de la astronomía después de haber recibido un grado en astronomía, también existen. Entonces por ahora la versatilidad del graduado en astronomía ha sido bien recibida y absorbida en la realidad laboral y es posible que todavía le quede un espacio para crecer en la medida en que las universidades vayan creando puestos para los nuevos astrónomos”, indica.
El director ejecutivo de Sochias, tiene una mirada distinta. “Hay que ser honestos y responsables al respecto”, dice cuando se le pregunta si habrá campo laboral para todos los jóvenes que se están formando. A su juicio, “la astronomía se ha convertido en una ciencia muy competitiva a nivel mundial. Hay muchas más personas muy talentosas que trabajos disponibles en Astronomía, lo que implica que no todas/os terminaran desarrollándose profesionalmente en esta ciencia, desafortunadamente”, un problema que no solo de Chile sino a nivel global.
La buena noticia, dice Demarco, es que esto no significa que las personas que terminan su formación académica en astronomía (la que concluye con la obtención de un doctorado) se vayan a quedar sin trabajo.
Para poder ser astrónoma o astrónomo profesional, hoy en día es necesario tener un grado de doctora o doctor. En algunos casos esto puede significar explica Demarco una década de formación (pasando por la licenciatura y un magíster) “que entrega una formación sólida y tremendamente valiosa para que quienes no sigan en la carrera académica haciendo investigación en Astronomía propiamente tal, puedan dedicarse a trabajos muy importantes de desarrollo de tecnologías, asesorías técnicas, resolución de problemas complejos tanto en el sector público como privado, modelamiento matemático, proyectos de innovación, o las actividades relacionadas con manejo de datos y herramientas de Big Data e Inteligencia Artificial (como Data Scientist), etc.”.
Lo anterior, agrega Demarco en nuestro país no es muy común, pero en el extranjero, los países desarrollados conocen muy bien lo valiosas y valiosos que son estos profesionales fuera de lo que es la ciencia propiamente tal.
El crecimiento no se detiene
Para el ministro Couve, todavía hay espacio para seguir aumentando los profesionales dedicados a la astronomía y la principal razón es que Chile contará con “cerca del 70% de la capacidad de observación terrestre instalada por la construcción de cuatro mega telescopios” que además, no solo van a abrir nuevas e insospechadas preguntas sobre el universo y nos ayudarán a comprender el Cosmos, “sino que van a promover avances tecnológicos, por ejemplo para satisfacer el procesamiento de una enorme cantidad de datos que requerirá de nuevos desarrollos en inteligencia artificial”.
¿Es necesario seguir aumentando esta cantidad? Demarco dice que siempre es importante contar con astrónomas y astrónomos de altísimo nivel y reconoce que los grandes proyectos de astronomía que se vienen en Chile en los próximos años requerirán de estos científicos. “Por lo tanto, es bueno aumentar la cantidad de astrónomas y astrónomos profesionales que puedan sacarle el mayor provecho a toda esa tremenda infraestructura. El problema es cuando se aumenta la cantidad de profesionales que no están al nivel requerido. Ahí hay que pensar en las otras alternativas, como las mencionadas anteriormente, que de igual forma resultan ser un aporte significativo, muchas veces muy necesario, para el desarrollo del país”.
La formación que reciben los astrónomos chilenos es buena, a juicio de la jefa de la oficina de Ciencias de ESO, porque los departamentos de las universidades que han apostado por la creación de nuevos programas de licenciatura y doctorado en astronomía y aquellas que han fortalecido los que ya tenían, están compuestos por científicos de excelencia que publican trabajos muy competitivos en las mejores revistas de Astronomía y que mantienen una red de colaboración internacional muy fuerte. Ellos son la base formadora.
Además, dice, de Gregorio “los estudiantes de astronomía tienen la oportunidad de visitar y complementar su formación en universidades y centros de investigación en el extranjero. En Chile, tienen acceso a programas de pasantías, becas de doctorado y posdoctorado del Observatorio Europeo Austral (ESO), donde tienen la oportunidad de formarse en diferentes áreas de la astronomía e ingeniería y en un ambiente internacional”.
Sin ir más lejos, agrega de Gregorio, en ESO estamos en pleno periodo de postulaciones para posdoctorados o fellowships. Ya sea en Chile o en Alemania, los y las posdoctorados o fellows de ESO, cumplen una labor destacada en nuestras oficinas de ciencia como en los sitios de observación de ESO (La Silla, Paranal o ALMA). Una vez que terminan sus programas en ESO, una buena parte de fellows extienden y profundizan estas labores, enriqueciendo la comunidad astronómica nacional e internacional.
No todos los egresados se dedican a la investigación astronómica y tiene una competencia a nivel mundial, no nacional, indica Rojo y hasta el momento, todavía hay un buen balance en este nivel, en las universidades. “Claramente, en algún momento se detendrá este crecimiento, pero no sabría cuándo”.
¿Más fácil acceder a post grados?
El director ejecutivo de Sochias indica que, si se considera que hoy existen más posibilidades de acceder a post grados y más ofertas que hace 20 años, sobre todo en regiones, pareciera que es más fácil hacerlo. “Sin embargo, hoy en día hay más personas compitiendo por esas oportunidades. Siempre se sigue escogiendo a los individuos más capacitados para el nivel correspondiente, lo que de todas formas impone una especie de filtro. Del pregrado (Licenciatura) solo se puede pasar a un magíster o doctorado. Para poder llegar a un postdoctorado, necesariamente hay que contar con el grado académico máximo que es el doctorado”, dice Demarco. Además, seguir programas de postgrado requiere de financiamiento y las becas para ello son aún limitadas y muy competitivas.
Por último, aclara que el acceso a programas de postgrado o a trabajos postdoctorales es, y siempre ha sido, en base a mérito lo que no significa que ahora sea más fácil, sino que todo lo contrario dada la alta competencia.