Las estructuras y características existentes en el fútbol tiempo atrás explican la razón por la que hoy disfrutamos de esta generación dorada. Antes eran frecuentes y hasta aceptados los escándalos y las crisis financieras que inmovilizaban el desarrollo y la gestión deportiva. Una ausencia de profesionalismo que impactaba en la formación y el rendimiento de los jugadores. El sistema de formación de entrenadores era un desastre y la infraestructura era deficitaria. La aparición de las Sociedades Anónimas, con sus defectos, introdujo un modelo que incrementa y posibilita un mayor nivel de gestión, inversión y fiscalización. El crecimiento del fenómeno televisión permitió más recursos y la Ley Bosman amplió la posibilidad de contratar más extranjeros, incrementó el ingreso de jugadores de todo el mundo a Europa.
A pesar de esta realidad y carencias siempre existieron muy buenos jugadores, y muchos pudieron consagrarse en el extranjero, todos tanto o mejor dotados de habilidades simétricas con los que hoy integran la llamada "generación dorada". Livingstone, Figueroa, Prieto, Reinoso, Caszely, Yáñez, Rojas, Astengo, Hugo Rubio, Sierra, Zamorano, Marcelo Salas... No pertenecieron necesariamente a una misma generación, pero en su nivel técnico individual son perfectamente comparables con los de hoy.
La gran diferencia, y que permite considerar a los actuales como superiores, está en el plano táctico-colectivo: la Selección juega de una manera diferente, elevándola a un prestigio internacional que retroalimenta la valoración y capacidad de sus jugadores. Por lo anterior, la llegada de Bielsa y Sampaoli asoma como el factor más importante en la formación de esta generación dorada y es donde se marca la diferencia con anteriores.
El estilo de fútbol que se practicó a partir de estos entrenadores generó un vuelco que hoy pocos discuten, pero que en su momento fue visto con gran escepticismo por muchos de los que hoy lo elogian. Es tan potente lo logrado por la Selección en lo colectivo y con la aplicación de formas ofensivas de juego, que fue este aspecto el que permitió elevar a la categoría de estrellas a los jugadores actuales, con logros inéditos y cotizaciones en cifras jamás pensadas.
Ahora la palabra pertenece a los entrenadores. Conocimiento y capacidad la tienen. Sólo resta su convencimiento, y especialmente, su atrevimiento.