Airbnb: las ventajas del ojo global

Gaspar y Verónica no quisieron dar sus apellidos. No porque les vayan a llover ofertas, sino porque Airbnb no está regulado tributariamente y ya han recibido más de alguna llamada del SII al respecto. Gaspar lleva algunos meses ofreciendo una cabaña en el Valle del Elqui y reconoce que la experiencia con su "jefe virtual" ha sido impecable. "Al principio tenía muchas dudas, pero el gran posicionamiento que tiene la marca Airbnb a nivel internacional me dio confianza", dice. Además, para evitar problemas con posibles huéspedes complicados, publicó su cabaña solo en inglés y no acepta arrendatarios que no tengan foto de perfil. "Siempre te están informando a través del móvil de todo el proceso: recordatorios, llegada del huésped, etc. Y antes de 10 días está el pago", indica Gaspar.

Verónica tiene una opinión igual de positiva, aunque su oferta es diferente. Se trata de dos departamentos en pleno barrio Bellas Artes (Santiago), que tiene en esta plataforma hace tres años. "Para mí ha sido fantástico, pero tienes que rebajar un poco los precios, porque Airbnb funciona con un promedio de valores no muy alto, que ellos mismos te sugieren según las ofertas que existen en tu sector. O sea, tienes que adaptarte al mercado", dice.

Antes, Verónica arrendaba los departamentos de forma tradicional, pero reconoce que el cambio es sustancial. "Son estadías más largas, se ocupan rápidamente y llega mucho extranjero, principalmente brasileños. Lo bueno es que si tienes algún problema, te contestan por teléfono de inmediato", señala.

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Cornershop: Algo impersonal, pero serio con el pago

Pamela lleva más de cuatro meses trabajando en Cornershop. Por lo general, se dedica a esta actividad durante la semana, de 9 de la mañana a 12.30. Pero si el día está algo "flojo", también lo hace en la tarde. "Tener esta fuente laboral ha sido bastante bueno, porque me ha permitido volver a trabajar y de la forma en que me gusta: freelance. Puedo compatibilizar bien mi vida familiar, pero sobre todo generar dinero para mis cosas y administrar mi tiempo", dice.

Si bien reconoce que ella le acomoda que su jefe sea una aplicación, en ocasiones se siente "un poco abandonada cuando se presenta un problema. Al ser algo tan impersonal, existe muy poco feedback. Cuesta encontrar o hablar por teléfono con una persona si se presenta un problema". Pamela se refiere a que existe una comunicación solo cuando se está realizando la compra (y por chat), pero una vez realizada esta, no existe la posibilidad de hablar con alguien directamente. Prácticamente solo de enviar un correo.

Respecto de los pagos, esta "empleada" de Cornershop cree que esa es la mejor parte. "Funcionan muy bien, ya que siempre se hacen efectivo los miércoles, quizá a veces se demoran un poco, pero ocurre en el mismo día. Además, entregan un desglose muy claro de todo lo realizado y con mucho detalle", indica.

¿Qué mejorar?: Pamela insiste que falta un poco el lado humano. "Es práctico tener contacto con una aplicación, pero en ocasiones sería bueno hablar con una persona", concluye.

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Uber: una relación no siempre simétrica

Durante la semana, Javier comienza a "uberear" a las 6 de la mañana y termina a las 11. "Me permite complementarlo con mi otro trabajo de la tarde", dice. Además, reconoce que Uber cumple muy bien con los pagos. Y a pesar de que muchos conductores prefieren la noche, Javier no, debido a una mala experiencia. "Me asaltaron y fue muy traumático. Es parte de los riesgos de un trabajo donde uno no conoce a la gente que llevará", dice. Se queja que luego del asalto, Uber no lo ayudó. "Creo que eso cambiaría de esta aplicación. Es demasiado fría. A veces la gente no paga y desde Uber me dicen que es mi responsabilidad. Que ellos no pueden hacer nada". Y agrega que "el concepto de socio conductor es puro marketing, ya que la relación no es simétrica. Dicen que su comisión es de un 25% pero no siempre esa así".

Rappi: Un jefe en las sombras y que no escucha

Jorge, de 29 años, no está muy conforme con las condiciones laborales que ofrece el servicio de última milla Rappi. Cuenta que trabaja ahí por la falta de otras oportunidades laborales. A principios de este año, participó de una movilización para demostrar su malestar con las reglas que impone la aplicación y la poca ayuda que da el servicio. Los repartidores son los que deben disponer de todo para realizar el trabajo y Jorge comenta que se sufre más en esta época de bajas temperaturas, como ocurre con todos quienes se desempeñan al aire libre. Otro de los problemas que plantea el actual repartidor de Rappi es la falta de un contrato que dé ciertas garantías ante robos o accidentes.

No tener un jefe, señala, es algo cómodo, porque no hay nadie presionando, pero a la vez siente que la jefatura bajo las sombras impone reglas que no pueden ser cuestionadas, y comenta que algunos trabajadores que han criticado las condiciones laborales han sido bloqueados. Hoy Jorge sigue trabajando atento a lo que pase con el proyecto de ley que buscan impulsar los diputados Giorgio Jackson y Maite Orsini para regular esta actividad. Sobre los pagos por los servicios, Jorge comenta que pagan a tiempo.

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