Tras cuatro meses instalada en Los Angeles (EE.UU) Mon Laferte regresó a México a fines de julio para retomar sus actividades musicales y preparar su reencuentro con el público. Su estadía en California, eso sí, no fue sólo relajo y desconexión: según cuenta a Culto, aprovechó esos días sin conciertos para componer y grabar su próximo álbum, el séptimo de una discografía de ritmo vertiginoso y creciente repercusión que registra cuatro elepés en los últimos cinco años (el más reciente, Seis, lanzado en marzo pasado).

A la espera de ese séptimo trabajo de estudio del que aún no quiere dar muchos detalles, la cantante viñamarina agasaja a su audiencia con una sesión especial para Spotify liberada el pasado miércoles, para la cual reversionó su tema Flaco (“Nunca fue un sencillo pero siempre ha sido una de las canciones más fuertes de los conciertos”, explica) y llevó al español el éxito de Billie Eilish Wish you were gay.

“Pensé primero en hacer una versión de Billie Holiday, pero después pensé que siempre hago covers de música antigua, una tiende a versionar lo del pasado. Entonces decidí buscar algo más actual y me encontré con otra Billie. A lo mejor ahora con el cover va a saber que existo, que me gusta mucho su música, que la admiro mucho”, dice la solista nacional que más provecho ha sacado de la era de las plataformas de streaming, donde hace media década figura como la chilena más escuchada en el mundo.

Para mí ha sido una bendición este cambio en el mundo de la música”, asegura. “Cuando recién llegué a México me acuerdo que iba a las compañías disqueras, llevaba mi música y era súper difícil. Y cuando vi que empezaron fuerte estas plataformas y las redes sociales entendí que ese era el camino, la independencia, no podía creer que solita, autogestionada, pude empezar con una carrera que poco a poco empezó a dar sus frutos. Para mí fue una maravilla poder tener este nuevo mundo digital y donde podamos estar todas y todos”, agrega, en una suerte de resumen de lo que ha su último lustro en la música desde que Mon Laferte vol 1 (2015) la convirtió en fenómeno global.

¿Qué se puede adelantar de este nuevo disco en el que trabaja? No deja de ser sorpresivo que ya tenga listo un nuevo álbum a sólo meses de publicar Seis.

Sí (ríe), es que como no hay conciertos estoy muy inquieta, todo el tiempo estoy creando cosas. Efectivamente hoy (viernes pasado) tuve la última escucha del master de lo que va a ser mi próximo disco. Es un disco que hice estando en Los Angeles. Estuve allí por cuatro meses, llegué hace un mes a Ciudad de México, y en ese encierro en otra ciudad escribí y grabé todo ese álbum.

Ahora en septiembre inicia una gira por Estados Unidos. ¿Serán sus primeros conciertos con público en la pandemia?

Así es. El 14 de septiembre empezamos en Seattle, seguimos por todo Estados Unidos hasta fines de octubre. Vamos a atravesar todo el país en un bus, que son mis giras favoritas, se descansa más que en las giras por avión. Y va a ser mi primer acercamiento al público después de casi dos años, me estoy muriendo de la emoción. Tuve el último concierto, cerrando mi gira, a comienzos de 2020 en el Palacio de los Deportes en Ciudad de México, así que este año y medio ha sido una eternidad, nunca en mi vida había estado tanto tiempo sin tocar. Yo empecé a cantar a los 13 años y desde entonces todas las semanas canté, en la calle o en las bares, donde fuera.

Además del auge de las plataformas digitales, viendo en retrospectiva, ¿cree que le ha tocado una buena época para ser una mujer música? Ahora que son las mujeres las que lideran los proyectos más interesantes en la música, ¿se siente parte de esa revolución?

Aunque pareciera que sí, que las mujeres están siendo las protagonistas de todo hoy, no es tan así. Por ejemplo, yo toco en muchos festivales y todavía siguen siendo muchos más los proyectos de hombres que de mujeres. La participación de mujeres muchas veces no llega ni al 30 por ciento. Pero sí creo que vamos en camino y hay una conciencia de que hay mujeres haciendo música y que podemos estar sobre el escenario. Antes sólo éramos la groupie pero ahora también tocamos, y somos groupies y hacemos todo. Eso me emociona. Cuando empecé a cantar recuerdo que siempre era la única mujer entre puros hombres, y hoy en mi equipo casi todas son mujeres, no porque ande buscando sólo mujeres sino porque ya hay más mujeres en la industria de la música, y eso está increíble. Es algo que ha ido cambiando, ya no nos condiciona el género sino lo que hacemos y nuestro desempeño como profesionales en la industria.

Hace poco contó de su embarazo en las redes sociales, habló del tratamiento que siguió y dijo que a veces es difícil conciliar la vida artística con este nuevo proceso. ¿La industria sigue estando poco preparada para las mujeres?

Lo que en realidad comenté en mis redes, y voy a hablar sobre mí personalmente, es que ya se me hacía muy difícil, después de estar tanto tiempo sometida al estrés de querer la maternidad y de las hormonas, seguir trabajando, tal como han hecho y siguen haciendo todas las mujeres que deciden trabajar y ser madres. Entonces (llevar) las dos cosas paralelamente es difícil, así como es difícil guardarlo también, porque en mi caso tengo que seguir dando entrevistas, haciendo videos, generando contenido para mis redes. Y en realidad me siento fatal porque tengo náuseas, no me cruza la ropa, me siento gorda y estoy súper hormonal. Todas esas complejidades.

Para mí fue un gran alivio contarle a la gente y decirles “estoy haciendo todo esto en mi trabajo pero además todo esto lo estoy haciendo en este estado”. Porque no soy la misma, esta es una nueva versión de mí que no conocía. Creo que esa es la diferencia que tenemos las mujeres: que decidimos la maternidad y seguimos trabajando, y las que estamos en la industria de la música somos como personas públicas que tenemos que cuidar una imagen o algo por el estilo.

La sororidad entre mujeres en la música, fomentar la cooperación en lugar de la competición a la que muchas veces las artistas se ven empujadas, ¿es algo que le preocupa especialmente?. Esa imagen en su último show en el Festival de Viña, cuando invitó a subir al escenario a 50 mujeres músicas, fue una declaración potente.

Es algo que he ido aprendiendo, porque antes yo era la única mujer en un grupo y cada vez que llegaba otra mujer me decían cosas tipo “uh, te van a quitar tu lugar”. Y una se acostumbra a esa idea, a pensar que tengo que trabajar el doble porque sólo hay espacio para una. Eso ahora ha cambiado y creo que es bueno que pasen estas cosas como lo que pasó en Viña, en donde al contrario, estaba el espacio para todas. Siento mucho hoy que con todas mis amigas, colegas y compañeras nos llevamos muy bien, nos invitamos y nos apoyamos, porque no puede ser que solo haya espacio para una. Además, es bonito encontrarse en los festivales o en los camarines con amigas y hablar cosas que de repente uno no puede hablar con sus compañeros, porque no tienen la empatía para entender, por más que te quieran.

Incluso el hecho de versionar a Billie Eilish se puede entender como un gesto de sororidad, ¿no? Hasta hace no mucho era impensado o al menos inusual que una artista versionara un éxito de otra.

Es que creo que hay tomar la música por lo que es, el género es algo medio obsoleto para mí. Billie es una artista joven que me gusta y quiero cantar una canción de ella, no debiese importar nada más que eso.