El tradicional barrio cambió y su público adulto y de turistas dio paso a uno juvenil, con restaurantes más exclusivos que cerraron y fueron reemplazados por otros de comida rápida. Mientras el comercio ambulante se niega a irse y los robos aumentan, la vida nocturna ahora termina a las 23 horas y las visiones de residentes y emprendedores se dividen entre quienes piensan irse y otros que confían en una reinvención. En algo concuerdan: los viernes de protestas han restringido la vida de todo el barrio.
14 oct 2022 10:03 PM