Como país hemos asumido dos metas cruciales para avanzar hacia la sostenibilidad como alcanzar la carbono-neutralidad para 2050 y lograr que el 100% de las ventas de vehículos livianos y medianos sean eléctricos para 2035. No obstante, para alcanzar estos objetivos es fundamental analizar los obstáculos que enfrentamos. Electrificar nuestro sistema de transporte, tanto público como privado, es una de las principales acciones necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), dado que este sector es responsable del 24% de estas contaminantes.
Además de los autos puramente eléctricos, existen otras opciones como los vehículos híbridos enchufables, el uso de e-combustibles o incluso la movilidad con hidrógeno verde. Aunque debemos considerar que todas estas alternativas requieren modificar la matriz energética, ya sea sustituyendo los combustibles fósiles o produciéndolos de manera sostenible.
Asimismo ¿cómo vamos a cargar todos estos Vehículos Eléctricos (VE)? Ante esa pregunta surge un nuevo concepto: “ansiedad de rango” entendido como la preocupación de los usuarios de VE a quedarse sin batería o no tener un lugar donde cargar su auto antes de llegar a su destino. Una preocupación justificada considerando que el 73% de las comunas en Chile no cuentan con cargadores de acceso público, por lo que aumentar la red de carga es urgente.
Con esto, promover la electromovilidad debe formar parte de una visión integral en la que la planificación urbana sea sustentable, energéticamente eficiente, segura, socialmente integrada y de acceso universal.