Columna de Dr. Carlos Aguirre: Cómo enfrentar el cambio climático y garantizar calidad de vida en ciudades cada vez más cálidas
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El cambio climático ha dejado de ser una proyección futura y es una realidad tangible. Las temperaturas globales aumentan a un ritmo alarmante, afectando especialmente a las ciudades, que se calientan más rápido que las zonas rurales. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), para 2100 las temperaturas urbanas podrían subir hasta 4,4 °C, superando el límite del Acuerdo de París.
Este incremento térmico no solo reduce la comodidad, sino que tiene impactos graves en la salud pública. En Europa, por ejemplo, se proyecta un aumento del 50% en muertes relacionadas con el calor hacia finales de siglo si no se toman medidas. En Chile, hemos enfrentado temperaturas extremas sin precedentes, como los 38,3 °C registrados en Santiago en 2019 y los 42,2 °C en Los Ángeles, Biobío en 2017.
Frente a este desafío, es clave actuar en dos frentes: el patrimonio construido y los espacios públicos. Por un lado, las viviendas deben prepararse para temperaturas más altas sin depender de sistemas costosos y poco sostenibles como el aire acondicionado. Estrategias como aislamiento térmico y ventilación cruzada son esenciales. Al mismo tiempo, estas edificaciones deben adaptarse a oleadas de frío, otro fenómeno en aumento.
Por otro lado, el espacio público tiene que convertirse en un refugio climático con áreas verdes y equipamiento diseñado para mitigar el calor. Sin embargo, la crisis hídrica limita la creación de estas áreas, por lo que es fundamental implementar riego inteligente y estrategias sostenibles para el uso del agua. Además, la planificación urbana debe ser inclusiva, ya que las brechas en infraestructura verde pueden aumentar las desigualdades sociales, con diferencias de hasta 2 °C entre comunas ricas y pobres.
Enfrentar el cambio climático exige esfuerzos conjuntos. El Estado debe promover políticas de planificación territorial y financiamiento urbano sostenible. Los privados deben mitigar el impacto de grandes edificaciones que intensifican las temperaturas. La ciudadanía, por su parte, debe apropiarse y cuidar los espacios públicos, fomentando iniciativas como la plantación y cuidado de árboles.
El cambio climático no es solo un desafío técnico, sino un llamado a repensar cómo vivimos en las ciudades. Este 2025 es un momento crítico para actuar y construir ciudades resilientes, equitativas y habitables. Si no lo hacemos, las “ciudades del futuro” podrían no ser el lugar donde queramos vivir.
Dr. Carlos Aguirre Investigador de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño Universidad San Sebastián (USS)
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