Columna de Fernando Santibáñez: Desarrollo y sostenibilidad: El desafío de lograr un equilibrio
La biósfera es el espacio de la Tierra ocupado por los seres vivos. En 2021, la Conferencia General de la UNESCO proclamó el Día Internacional de las Reservas de la Biosfera a comienzos de noviembre. Esta red incorpora los ecosistemas terrestres y marinos que mejor representan a las redes de cooperación entre los seres vivos. Estas reservas protegidas abarcan una superficie de más de siete millones de km2, lo que equivale al tamaño de Australia.
En un día como este nació esta red para fomentar la conservación de valiosos ecosistemas. Es innegable que el desarrollo económico va de la mano con una creciente demanda por el uso de recursos naturales y, en una época marcada por la triple crisis, cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad, es urgente armonizar las actividades productivas con la sostenibilidad ambiental.
Para conjugar ambos conceptos, las universidades tenemos una tarea extremadamente estratégica, la de formar profesionales capaces de ver la globalidad de los problemas con raíces sociales, ambientales, económicas, tecnológicas. A esto se suma proponer estrategias pragmáticas y científicamente fundadas. Actualmente, la formación profesional es cada vez más reduccionista y no se están generando los “estrategas” del desarrollo que nos aseguren un crecimiento sostenible en el tiempo.
Necesitamos profesionales capaces de proponer estrategias de adaptación de la sociedad a una realidad más inestable, incierta y amenazante. Precisamos una reingeniería de los procesos productivos, haciendo más sostenibles las cadenas de producción que interactúan con los recursos naturales. Todo esto, acompañado de estilos de vida, de transporte, de la forma como se hace ciudad, de un uso circular de los recursos, entre otras materias.
Se requieren profesionales que manejen una multiplicidad de variables que permitan encontrar estrategias realistas, pragmáticas y costo efectivas. En esta transformación, un buen referente son los países nórdicos, como Noruega, Suecia y Finlandia. Ellos han logrado incorporar el concepto de sostenibilidad tanto en las acciones del Estado como en las empresas, quienes han entendido que se puede crecer sin destruir los recursos.
De alguna forma Europa Central, también ha enfrentado de buena manera este proceso. No hay muchas más experiencias en el mundo, ni siquiera en América del Norte. La evidencia nos muestra que tenemos mucho por aprender, pero felizmente podemos tomar buenos ejemplos para seguir desarrollando la economía de los países sin deteriorar los cimientos del crecimiento: los recursos naturales y el medio ambiente.
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