Columna de Francisco Barrales: SIMCE de inglés 2026: Un paso decisivo hacia la competencia global
El dominio del inglés es una necesidad esencial en un mundo cada vez más interconectado. Los resultados del Estudio Nacional de inglés y las evaluaciones del SIMCE revelan una realidad ineludible: la mayoría de nuestros estudiantes no alcanza el nivel básico en este idioma crucial. En 2017, el 68% de los estudiantes de III medio se encontraba en el nivel principiante (A1), limitando severamente sus oportunidades futuras. Esta situación no puede continuar sin consecuencias graves para el desarrollo de nuestra juventud ni del país. Llegó el momento de actuar con decisión para transformar esta realidad.
Chile tiene el talento y los recursos para liderar en la región, pero esto requiere un compromiso inquebrantable para transformar nuestro sistema educativo. No se trata de criticar a nuestros dedicados profesores – mis queridos y respetados colegas – quienes son el pilar fundamental de nuestra educación, sino de fortalecer un sistema que les brinde el apoyo necesario para llevar a nuestros estudiantes al siguiente nivel. Revitalizar y potenciar la excelente labor del programa inglés Abre Puertas del MINEDUC es esencial para proporcionar a nuestros docentes las herramientas y el respaldo que necesitan. Con este impulso, nuestros profesores en ejercicio y en formación estarán mejor preparados para ser los agentes de cambio que Chile necesita.
El Simce de inglés 2026 será un hito. Por primera vez, evaluaremos integralmente las habilidades de lectura, escucha, escritura y expresión oral de nuestros estudiantes de 8° básico. Este enfoque nos permitirá obtener una imagen completa de sus competencias lingüísticas y, crucialmente, nos proporcionará las herramientas para mejorar. Pero para que esta evaluación sea verdaderamente transformadora, debemos actuar con decisión desde ahora.
La formación continua y certificación de nuestros docentes debe ser una prioridad nacional. Cada profesor de inglés en Chile debe contar con los recursos y el apoyo necesarios para cumplir con los más altos estándares internacionales. Este es un imperativo, no una opción. Además, la enseñanza del inglés debe comenzar desde la educación básica, utilizando métodos innovadores y atractivos que motiven a nuestros estudiantes. Aquí podemos aprender de los países escandinavos, donde el inglés se habla casi como una segunda lengua. Desde muy pequeños, los niños en esos países están expuestos al inglés a través de obras audiovisuales en su idioma original con subtítulos, en lugar de doblaje. Este “endulzamiento de oído” facilita el aprendizaje e integra el inglés de manera natural en la vida cotidiana. Adoptar esta práctica en Chile podría ser clave para mejorar nuestra competencia lingüística, aunque ello implique reconsiderar nuestra preferencia cultural por el doblaje.
Si tomamos las decisiones correctas hoy, en una década veremos a una generación de jóvenes chilenos que, junto con dominar el inglés, también está preparada para competir y triunfar en un mundo globalizado. Es hora de que nuestras políticas educativas reflejen la importancia del inglés no solo como una asignatura, sino como una herramienta vital para el éxito.
El futuro de Chile depende de nuestra capacidad para actuar con decisión y visión. No se trata únicamente de mejorar puntajes en una prueba, sino de abrir un mundo de oportunidades para todos los estudiantes de nuestro país. Cada acción que tomemos hoy es una inversión en las próximas generaciones, asegurando que ningún joven quede rezagado. Como educador comprometido con este país, sé que juntos podemos lograrlo. El momento de actuar es ahora, y las futuras generaciones lo agradecerán. Independiente de mi opinión, mi pregunta es, ¿estamos dispuestos a darles a nuestros jóvenes las herramientas que realmente necesitan para prosperar en un mundo globalizado?
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