Si quedaste en la universidad, debes saber que lo verdaderamente importante es que la universidad quede en ti. Se habla de vida universitaria porque ingresar a ella implica una transformación profunda en la forma de vivir y comprender el conocimiento. Atrás queda la educación secundaria, con su estructura más guiada, para dar paso a una etapa en la que tú asumes un rol más activo en tu aprendizaje y en tu crecimiento personal. No se trata simplemente de un escalón más en el ascenso educativo, sino de una nueva manera de aproximarse al saber, caracterizada por la búsqueda del conocimiento en su sentido más amplio y riguroso. La universidad en su origen medieval fue concebida como una comunidad de profesores y alumnos que buscan la verdad, unidos en torno al amor por el saber. Sin embargo, la verdad se busca de distintos modos, según las diversas disciplinas. Lo que nos une es la búsqueda. En palabras de Henry Newman “La universidad educa el intelecto para que razone bien en todos los temas, para que tienda hacia la verdad y la asimile”.
Por esta razón, la verdadera educación universitaria -mi querido estudiante- no se mide solo en créditos o en conocimientos adquiridos, sino en la capacidad de razonar con profundidad, de cuestionar con fundamento y comprometerse con la realidad de manera consciente y responsable. No por casualidad la universidad está llamada a ser un pilar en la construcción de la cultura de una sociedad, pues en ella confluyen individuos con formas de ser únicas y perspectivas diversas. En este contexto, una comunicación abierta y una convivencia armoniosa no solo enriquecen el aprendizaje, sino que también constituyen la esencia de una vida verdaderamente humana y orientada al bien común.
Recuerda, además, que la exigencia universitaria es mayor y, en consecuencia, la responsabilidad también. Aquí, el aprendizaje deja de ser una tarea impuesta desde fuera, se trata ahora de un compromiso personal. No es el profesor quien aprueba o reprueba las asignaturas, sino el propio estudiante quien, con esfuerzo y disciplina intelectual se enfrenta al desafío de su propio perfeccionamiento. Tampoco se trata solo de pasar asignaturas, sino de cultivar una actitud intelectual que perdure más allá de los años universitarios y que te prepare para afrontar con prudencia los desafíos de la vida y de la profesión.
En definitiva, la vida universitaria es una invitación a vivir el conocimiento con pasión y compromiso. Es un espacio donde se aprende no solo a estudiar, sino a pensar, a cuestionar, y a crear. Es el comienzo de un camino en el que, como estudiante, te conviertes en el protagonista de tu propia educación, forjando no solo tu conocimiento, sino también tu carácter alcanzando así una vida buena. Por último, mi deseo sincero es que, a través de tu experiencia universitaria, cada persona que te conozca pueda reconocer en ti la integridad, el compromiso y el anhelo de una vida plena y virtuosa, hasta el punto de exclamar con admiración: ¡eres una gran persona!
Por Guillermo Tobar Loyola, Director nacional de Formación Integral Universidad San Sebastián